El 1° de agosto de 2010 fue creada la Iglesia regional Congo del Oeste que desde entonces conduce el Apóstol de Distrito Michael Deppner. A exactamente cinco años de su creación, el Apóstol de Distrito sigue recorriendo el territorio de la República Democrática del Congo. Se trata de una tarea que trae aparejadas muchas dificultades, aunque también vivencias especiales.
Michael David Deppner nació en 1961. Su idioma materno es el inglés. Este canadiense de nacimiento, que fue ordenado Apóstol en 2002, vive desde hace muchos años en Kinshasa. ¿Cómo llega este hombre a África?
Pesado trabajo en campo de refugiados.
Mientras estudiaba medicina en Burundi, ya hacía siete años que Michael Deppner colaboraba para la Iglesia en Ruanda. Antes se había anotado en una organización de auxilio estadounidense para trabajar en la región en crisis. Tras seis meses de labor, el organismo internacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados le ofreció un cargo fijo.
El Apóstol de Distrito recuerda del siguiente modo un Servicio Divino del año 1997 en un campo de refugiados de las Naciones Unidas: “En aquel entonces era Anciano de Distrito y se celebraba el día de agradecimiento por la cosecha. Vino mucha gente que había perdido todas sus pertenencias. La mitad de sus respectivas familias había muerto y otras personas habían desaparecido. Aún así, los presentes hicieron su ofrenda de agradecimiento. La postura del corazón de estas personas me hizo sentir avergonzado. Realizar este Servicio Divino fue una dura tarea para mí”.
De médico a Apóstol
En abril de 2003, el entonces Apóstol Mayor Richard Fehr le dio el encargo como Ayudante Apóstol de Distrito para el extenso país cercano al Ecuador. Hasta agosto de 2010, las actividades de la Iglesia Nueva Apostólica en esta parte del territorio congoleño todavía estaban a cargo de la Iglesia regional Canadá. Pero siguiendo la pauta estratégica de la Iglesia de darle más autonomía a las Iglesias regionales africanas se creó un área de Apóstol de Distrito propia. Se le dio un nuevo nombre, “República Democrática de Congo del Oeste”, para diferenciarla de la otra en el Congo, a la que también se le dio una nueva denominación: “República Democrática Congo del Sudeste”. Esta última quedó a cargo de la conducción del Apóstol de Distrito Tshitshi Tshisekedi.
La tarea encomendada al Apóstol de Distrito es, en definitiva, un trabajo exigente. En estas tierras vive más de un millón de cristianos nuevoapostólicos, con proyección a crecer. A la gran cantidad de comunidades no siempre es fácil de acceder. A veces es necesario trasladarse en lancha, motocicleta o atravesar la selva a pie. La Iglesia regional RD del Congo del Oeste es autónoma en un amplio sentido.
Construcción autónoma de iglesias
Las comunidades requieren de relativamente poca ayuda, a pesar de que el país es uno de los más pobres del continente africano y la tasa de desocupación sigue siendo alta. La mayoría de la población vive de la pesca o del cultivo de frutas y hortalizas. Produce lo suficiente para sus familias y vende el sobrante.
Los creyentes de Congo del Oeste, por lo general, también construyen sus propias iglesias. La sede de la Iglesia en Kinshasa apoya las iniciativas de este tipo, aportando dinero para las chapas onduladas que se necesitan. La madera queda descartada como material de construcción, porque es fácil de atacar por las termitas. También está avanzando la construcción de iglesias en material macizo con ladrillos fabricados en hornos propios. El propósito de la Iglesia consiste en edificar casas de Dios en lugares centrales, para que los creyentes del país puedan trasladarse hasta ellas sin que les demande un tiempo exagerado. En este momento, en el Congo del Oeste encontramos unas 8.000 comunidades, de las cuales 250 tienen su edificio de iglesia propio. La mayoría de los Servicios Divinos se realizan en casas particulares.
El Congo, en especial su ciudad capital de Kinshasa, se ha convertido desde hace mucho tiempo en la patria del Apóstol de Distrito Deppner. “A pesar de ser muy pobres, los congoleses tienen una actitud frente a la vida extremadamente positiva”, comenta y agrega: “A veces irradian una alegría inexplicable”.