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Los Sacramentos (64): Donde se manifiesta el amor de Dios

octubre 6, 2022

Autor: Andreas Rother

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El principio de la “representación” es la llamada ley estructural de la historia bíblica de la salvación. La doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica sobre los difuntos también se basa en este principio. De dónde proviene y a dónde conduce.

El Catecismo conoce tres Sacramentos para los difuntos: el Santo Bautismo, el Santo Sellamiento y la Santa Cena. “Estos actos se realizan en dos portadores de ministerio en representación de los difuntos”, dice en la sección 12.1.9 .

Este principio también aparece en el Bautismo por los muertos, al que se alude en 1 Corintios 15:29: “Cómo pensar en el Bautismo vicario en términos de construcción teológica es una cuestión interesante”, escribe el conocido estudioso del Nuevo Testamento Klaus Berger. “La idea básica es la ‘representación’”. Y “el objetivo de toda representación es la imputación salvífica para el que no ejecuta el acto”.

Una idea, muchas palabras

Sin embargo, la Biblia no conoce una palabra que pueda traducirse como “en representación”. Pero el concepto está y también se encuentra en el lenguaje. Por ejemplo, la lista de palabras sustitutivas en el hebreo del Antiguo Testamento incluye “estar ante Dios”, “ponerse en la brecha”, “dar en rescate”, “soportar” o “llevar” el pecado, “interceder”, “en defensa de” y otras similares.

O concretamente: el patriarca Jacob representa a todo el pueblo de Israel. Abraham intercede ante Dios por el pueblo de Sodoma. Y Moisés es un mensajero en ambas direcciones: como mensajero de Dios, entrega los mandamientos. Como intercesor del pueblo, pide misericordia para los que bailaban ante el becerro de oro.

Más que un símbolo sustitutivo

“En representación” aquí suele significar “a favor de”. Pero esto cambia por “en lugar de” cuando, por ejemplo, las lamentaciones se quejan de que los descendientes tengan que llevar los pecados de los padres. O cuando el chivo expiatorio tiene que asumir la desgracia de los demás.

El punto culminante en este sentido es el canto del Siervo de Jehová en Isaías, donde el justo intercede por el culpable y carga con las consecuencias de su pecado. El Antiguo Testamento no redime de esta perspectiva, que recién se cumple en Jesucristo.

En el siguiente nivel

Así es como el Nuevo Testamento entiende la salvación: que Jesucristo murió y resucitó “por mí”, “por nosotros”, “por vosotros”, “por mucho”, “por todos”, “por los injustos”, “por el hermano”, “a favor de”, “en beneficio de”, “en lugar de”, “por causa de”, “por voluntad de”. El buen pastor muere por las ovejas y el amigo por los amigos.

Y el principio de la “representación” no se queda allí: los mensajeros de Cristo pueden sanar por medio de su autoridad. Incluso la intercesión sincera puede lograr mucho. El Espíritu Santo obra en los individuos para beneficio de muchos. Y el ser integrados al cuerpo de Cristo significa participar en la muerte y la resurrección de Cristo.

Cada uno puede representar

“Representación”, concluyen los teólogos, significa que las acciones de los individuos se convierten en el punto de ruptura para la presencia salvífica de Dios en el mundo. Más aún, todo aquel que, según su don y vocación, intercede por los demás, se convierte en punto de ruptura para la salvación.

Así, el famoso teólogo evangélico Dietrich Bonhoeffer habla de la representación como el “principio de vida” de la Iglesia. Y su colega católico Karl-Heinz Menke dice: “En esto consiste el ‘nuevo pacto’, en que cada cristiano se convierte en cierto modo por, con y en Cristo en un representante”.

Vivir el principio

El principio se vive de forma muy diferente según la confesión. A veces el Pastor ora en representación de toda la comunidad. A veces un párroco consagrado actúa en la Santa Cena en representación de Jesucristo. Y a veces en un Bautismo los padres o testigos confiesan en representación su fe en el Salvador.

Y la Iglesia Nueva Apostólica confiesa la fe en la voluntad salvífica universal de Dios , en el sentido de que la representación beneficia a toda la comunidad de Dios, no solo en este mundo, sino también en el más allá.

Foto: Ju_see – stock.adobe.com

octubre 6, 2022

Autor: Andreas Rother

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