Jesús ilumina la oscuridad

Un Servicio Divino trae luz a la oscuridad. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider iluminó a la comunidad de Saxonsea (Sudáfrica) con la luz de Jesucristo poco antes de Navidad.

“Que alumbre tu luz”, cantaban los niños de Saxonsea (Sudáfrica) antes del Servicio Divino, dando en el blanco en lo que al tema del Servicio Divino se refiere. La palabra bíblica de ese domingo, 4 de diciembre, fue: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9).

En la Biblia, la luz significa la gloria de Dios, su presencia, el verdadero conocimiento, explicó el Apóstol Mayor. La oscuridad, en cambio, es la lejanía de Dios. “Y la oscuridad es ignorancia de la voluntad de Dios y, por lo tanto, una imagen del pecado”. Con Jesús, la luz entró en las tinieblas. “Él vino para traernos la comprensión correcta y el conocimiento de su voluntad”, dijo el Apóstol Mayor. “Nos reveló la verdadera naturaleza de Dios y nos dio la comprensión correcta de Dios”.

Jesús ilumina la imagen de Dios

En el Antiguo Testamento, Dios era el Todopoderoso que no se podía ver. La creencia de la época era: “Si alguien ve a Dios, morirá, porque eso no es posible”. Además, se le atribuyeron a Dios características humanas desagradables. “Reacciona como un ser humano”, aclaró el Apóstol Mayor. “Se arrepiente y quiere cambiar su opinión porque no está contento con los seres humanos. Y cuando se hiere su honor, quiere que ellos reparen esa injusticia”.

Pero Jesús mostró la verdadera naturaleza de Dios. En Él, Dios mismo vino a la tierra, visible, tangible, perceptible con todos los sentidos. Como verdadero ser humano, “tenía la misma vida que los demás”, explicó el Apóstol Mayor. “Compartió su destino. Sufrió. Tenía hambre. Tenía sed. Tuvo que sufrir. Tuvo que morir”. Pero al hacerlo, demostró a los demás: “Yo estoy con vosotros. Estoy de vuestro lado”. Porque “Dios es amor. Y su amor es tan grande que siempre supera la comprensión”.

Jesús arroja luz sobre la comprensión del pecado

Era oscura la comprensión del pecado en el Antiguo Testamento. En aquella época se daba por sentado que Dios castigaba a los pecadores. Los enfermos, los pobres o cualquiera que tuviera algún problema era estigmatizado como pecador. Y entonces vino Jesús. Cuando le trajeron un paralítico, lo primero que hizo fue perdonarle sus pecados. ¿Y qué pasó? Visiblemente, nada. “Es decir, su enfermedad, el hecho de que estuviera paralítico, no tenía nada que ver con sus pecados”, explicó el Apóstol Mayor. “Es solo una consecuencia del dominio del maligno”. Dios no quiere castigar a los seres humanos, sino liberarlos del pecado.

Y Jesús arrojó luz sobre otro aspecto del pecado: “No hay jerarquía en el pecado”. Se suele percibir que: “El pecado más grave es, sin duda, el que comete el prójimo”. Jesús demostró que el pecado es absoluto y que todos son pecadores. “Jesús fue el único que no cometió pecado”, dijo el Apóstol Mayor. Por eso, debemos compararnos con Jesús.

Jesús lleva su luz a todos los seres humanos

El pasaje bíblico habla de la luz que alumbra a todos los seres humanos. “Esto significa que no se olvida de nadie”, explica el Apóstol Mayor. “Nadie es demasiado pequeño, demasiado pobre, para no ser notado y amado por Jesucristo”. La sociedad actual rechaza a algunos individuos, los olvida. Jesús, en cambio, “está al lado de todos”, dijo el Apóstol Mayor. “Ve los hechos, pero también ve la motivación. Oye las palabras, pero también ve los corazones”. Jesús conoce a los seres humanos y tanto lo que es visible como lo que es invisible. Jesús dice a todos: “Seas quien seas, estés en la situación que estés, hayas hecho lo que hayas hecho, hay un camino. Hay esperanza. Hay una luz”.

Los hijos de la luz

Aquellos que siguen a Jesús se convertirán en hijos de la luz. Estos hacen buenas obras y producen bondad, justicia y verdad como frutos. “Dejad que las personas vean vuestras buenas acciones para que puedan alabar a Dios”, exhortó el Apóstol Mayor, advirtiendo que nadie debe ser condenado, pues, en última instancia, todos son pecadores.

Jesús advierte contra la falsa luz

Hacia el final de su prédica, el Apóstol Mayor consideró importante advertir contra los falsos profetas, al igual que hizo Jesús en aquella época. Pablo también advirtió: “Sabed que el diablo se disfraza como ángel de luz”. Los falsos profetas anunciaban que se podía tener una vida hermosa y librarse del sufrimiento. Pero, “si sigues a Cristo, es para tener vida eterna”. También hay personas “que divulgan la palabra de Dios solo para sacar provecho propio”. El Apóstol Mayor lo dejó claro: “Esa no es nuestra tarea”.

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