En foco 8/2024: “Haced todo lo que os dijere”

Como una mosca que rebota contra el cristal de la ventana, aunque justo al lado haya una hoja de la ventana abierta. Las personas suelen ser igual de tercas cuando se trata de cómo responde Dios a sus oraciones. Pero escuchar a Dios es importante, dice el Ayudante Apóstol de Distrito Thomas Deubel (Suiza).

No actuar como una mosca

Una mosca entra en casa. Sube y baja por la ventana, vuela de un lado a otro, rebota varias veces contra la ventana para escapar. Entonces abrimos una hoja y le decimos a la mosca: “Ahora vuela un poco hacia la izquierda, ¡así todo irá bien y serás libre!”. Parece que no lo entiende. Entonces la ayudamos a encontrar la ventana abierta con la mano. Pero ella persiste, se aleja y vuelve a golpear contra la ventana con toda su fuerza varias veces... hasta que descubre que la solución está justo a su lado.

A veces insistimos en nuestras oraciones para que se cumpla nuestra voluntad. Hagamos lo que Dios nos dice. Él lleva mucho tiempo preparando una solución que está justo a nuestro lado.

Haced todo lo que os dijere

El primer milagro que hizo Jesús tuvo lugar en las bodas de Caná. Se había acabado el vino. María sabía que si alguien podía ayudar, era Jesús. Le dijo: “No tienen vino”. Después de ser rechazada con bastante dureza, su fe y confianza en su ayuda quedaron muy claras cuando dijo a los que servían: “Haced todo lo que os dijere” (Juan 2:5).

Jesús dio a los que servían la siguiente orden: “Llenad estas tinajas de agua”. Obedecieron la petición de María e hicieron exactamente lo que Jesús les dijo. Y se produjo el milagro: el agua se convirtió en el mejor vino.

Para nosotros, esto significa que:

  • podemos pedir a Dios todo (tanto para nosotros como para nuestro prójimo);
  • no podemos dictarle u ordenarle lo que tiene que hacer (véase la reacción de Jesús ante María);
  • creemos en su omnipotencia y confiamos en su ayuda;
  • hacemos lo que Él nos dice en el Servicio Divino, aunque lo que diga no tenga relación con nuestra petición o preocupación.

Hablar de nuestra fe con nuestro prójimo

Esta fue una invitación expresada en un Servicio Divino en Suiza poco antes de viajar a Bulgaria. La invitación estaba acompañada por la siguiente petición dentro de una oración: “¡Amado Dios, concédenos encuentros con personas que te buscan y quieren experimentar a tu Hijo en medio de la comunidad!”.

Al comienzo del viaje a Bulgaria, me encontraba algo apurado de tiempo. Había que hacer cosas urgentes. En mi oración personal, pedí a Dios que me guiara para tener tiempo suficiente antes del primer Servicio Divino. Normalmente, me gusta tener tiempo para santificarme, reflexionar y descansar un poco antes de un Servicio Divino. Cuando llegué al hotel, me cambié rápidamente de ropa. Todo salió bien, excepto el pantalón negro. Cuando quise poner una de las piernas, el pantalón se rompió. El tiempo que quedaba hasta el Servicio Divino tenía que emplearlo en otra cosa. Un hombre con el que hablé en una sucursal bancaria me llevó a una tienda de ropa. Esto dio lugar a una primera conversación sobre nuestra fe. Y la compra de un traje negro fue acompañada de una segunda conversación sobre la fe.

Conclusión: con demasiada frecuencia rebotamos contra una ventana con nuestros deseos e ideas como una mosca atrapada. Simplemente deberíamos hacer lo que Dios nos dice que hagamos.


Foto: NAK Schweiz

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