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Creer apasionadamente

febrero 29, 2024

Autor: Andreas Rother

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Se acerca la Pascua… y los Servicios Divinos del mes de marzo muestran el camino hacia ella: se trata de misericordia y solidaridad, comunión y reinado, así como de modelos y precursores. Una visión general del “Tiempo de Pasión”.

La misericordia de Dios llega hasta el cielo. La conocida confesión de Salmos 57:10 es la protagonista del primer domingo de marzo: Dios se ocupa de los seres humanos con bondad, cuidado y misericordia hasta límites insospechados. Y siempre cumple sus promesas.

La misericordia de Dios obra aquí en la tierra y en el ámbito de los difuntos, por medio de la palabra y los Sacramentos. Se podrá escuchar más sobre esto en el primer Servicio Divino en ayuda para los difuntos de 2024.

Solidaridad en ambas direcciones

El segundo domingo del mes trata sobre el “siervo de Dios que sufre”. Habló de ello el profeta Isaías. Y la tradición cristiana ve en él una referencia a Cristo. Porque, más allá del dolor físico, Jesús sufrió por ser despreciado, ignorado y rechazado.

Jesús pasó por todo lo que pasan los seres humanos. Seguirlo significa, a su vez, sufrir con Él. Sin embargo, esto no significa mirar nuestro propio sufrimiento ni detenerse en él, sino… esto se explica en la prédica del 10 de marzo.

Comunión a la vista

El siguiente paso en el camino hacia la Pascua: “Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió”. Esto no solo se relata en la primera epístola a los Corintios, sino también en los Evangelios según Marcos, Mateo y Lucas.

Con la institución de la Santa Cena antes de ser apresado, Jesucristo dio a los creyentes el fundamento para permanecer en verdadera comunión con Él y unos con otros hasta su retorno. Quienes experimentan regularmente el Sacramento toman conciencia de un futuro que consiste en la comunión eterna con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El tercer domingo de marzo explora estas y otras dimensiones de la Santa Cena.

Gobernar en el corazón

Jesús es el Rey. Lo proclama el Domingo de Ramos. Pero, como sabemos, su reino no es de este mundo. Quiere conducir a los seres humanos a su paz y su gloria.

Para ello, Cristo quiere gobernar en el corazón de los creyentes. De este modo, podrán ser cada vez más semejantes a Él. Y en su retorno, podrán entrar en su reino.

El modelo de los modelos

El Servicio Divino de Viernes Santo pone de relieve a un observador: tres Evangelios mencionan a un centurión romano que está junto a la cruz y presencia la muerte de Jesús. Al final, precisamente el gentil llega a la conclusión: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39).

Lo que impresionó al centurión fue el dominio de sí mismo, la oración, la fidelidad, la seguridad y el amor al prójimo. Quien sigue en esto el modelo de Jesús también puede ser de ayuda a sus semejantes para que puedan creer.

Cuando llega la mañana

Y finalmente llega la mañana de la resurrección: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”, así resume el Apóstol Pablo en la primera epístola a los Corintios la fe de las primeras comunidades cristianas.

Pero para él, como para los seres humanos de hoy, esto no es más que el principio. La resurrección de Cristo es la garantía para la resurrección de los que lo siguen. Por eso, los creyentes llevan una vida basada en la esperanza de la resurrección.

Foto: AGPhotography – stock.adobe.com

febrero 29, 2024

Autor: Andreas Rother

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