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En el “tú” de Dios, el hombre llega a ser “yo”

octubre 14, 2019

Autor: Peter Johanning

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¿El hombre es igual a Dios o similar a Dios? ¿Qué significa que el hombre haya sido creado a imagen de Dios? Preguntas fáciles, respuestas difíciles.

La Sagrada Escritura habla bien al comienzo, en los informes de la creación, que Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó varón y hembra. La semejanza a Dios es un viejo tema que siempre irriga la superficie teológica y tiene que aguantar más de una suposición peculiar. Arrogantes pensamientos de superioridad causados por falsos delirios de grandeza han desencadenado guerras. Imágenes infantiles representando a Dios como un abuelo minimizan a Dios al nivel del hombre pecaminoso. Son pasos nefastos. Todos estos pareceres humanos tienen en común que se orientan en la imagen del hombre que se considera igual a Dios. Sin embargo, el porqué se ha generalizado el concepto de la semejanza a Dios es justamente el contrario: El hombre es la imagen de Dios y no Dios es la imagen del hombre.

Dios crea a su imagen

Eikōn e imago son los términos mencionados en la traducción temprana de la Biblia al griego y al latín. En la ciencia bíblica moderna surgió a partir de allí la formulación «semejanza a Dios». Desde la perspectiva del Antiguo Testamento esto es naturalmente problemático, pues el texto hebreo habla más bien metafóricamente de que el hombre es la imagen de Dios. ¿Qué se quiere decir con esto?

La explicación del Catecismo nuevoapostólico está en el capítulo 3.3.2: «Que el hombre haya sido creado a imagen de Dios significa que ocupa una posición excepcional dentro de la creación visible: Dios se ha dirigido a él y lo ama». Además, sigue diciendo, esta semejanza del hombre con Dios indica que Dios se ha hecho hombre en Jesucristo. Jesucristo es el segundo «Adán», en el cual la semejanza con Dios se puede ver en forma perfecta. Pero esto no quiere decir, previene el Catecismo INA, que a partir de la persona del ser humano se pueden sacar conclusiones sobre la naturaleza de Dios. Esto solo es así en el caso de Jesucristo.

A imagen de Dios significa tomar responsabilidades

El hombre puede hablar, cantar, reír, enojarse, alegrarse, pensar, decidir, actuar con responsabilidad, vivir a conciencia, explorar el futuro, investigar. Es un ser dotado, dice en el Catecismo INA. Y expresa: «Dios coloca en su criatura más excelsa el poder de vida y le garantiza ser partícipe de características divinas esenciales, como amor, personalidad, libertad, entendimiento, inmortalidad. Dios capacita al hombre para reconocer al Creador, amarlo y alabarlo. De esa manera, el hombre está orientado a Dios, incluso si no reconoce siempre al verdadero Dios y coloca otra cosa en su lugar».

Dios también habla: «A través del Verbo ha hecho todo y ha llamado al hombre por su nombre. Al escuchar que Dios se dirige a él, el hombre se hace valer a sí mismo como persona. En el «tú» de Dios, el hombre llega a ser «yo». Está capacitado para alabar a Dios, comunicarse con Él en la oración y escuchar la palabra de Dios. También la posibilidad de tomar decisiones libremente se retrotrae al hecho de que el ser humano fue creado a imagen de Dios. Al serle concedida esta libertad, al mismo tiempo fue impuesta al hombre la responsabilidad de sus actos. Está subordinado a las consecuencias de su proceder (Génesis 2:16-17)», escribe el Catecismo.

Varón y mujer por igual

El varón y la mujer son imagen de Dios en la misma medida y por lo tanto, ambos son iguales en su esencia. Esto suena como una afirmación lapidaria, pero aún no ha sido aceptado en todas partes del mundo. Varón y mujer, mujer y varón, no solo fueron creados el uno con el otro, sino también el uno para el otro y poseen el mismo encargo de «señorear» sobre la tierra, es decir, de darle forma y preservarla, enseña el Catecismo. De este poder surge una gran responsabilidad: «El poder otorgado al ser humano no lo autoriza a manejar la creación arbitrariamente. Justamente como él es imagen de Dios, más bien está comprometido a tratar a la creación como corresponde a un ser divino: con sabiduría, benevolencia y amor».

Se pueden deducir las siguientes directrices:

  • Todos los seres humanos son creados por Dios, son únicos, criaturas de su creación y por eso básicamente son buenos.
  • Siempre en la otra persona estamos frente a la imagen de Dios. Mi prójimo lleva la imagen de Dios.
  • El ser hombre implica una gran responsabilidad, la cual debe ser cumplida. ¡La creación de Dios necesita de nuestra bondad!

Foto: kras99 – stock.adobe.com

octubre 14, 2019

Autor: Peter Johanning

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