En foco 8/2020: Libre y entregado hasta el final
Libertad por Cristo, para toda la vida: Esto no es algo sobreentendido. A veces, el hombre tiene que luchar para permanecer libre y estar otra vez sujeto. El Apóstol de Distrito Joseph Ekhuya (África del Este) sabe cómo informar al respecto.
Hace muchos años conocí a un joven que tenía sus problemas con el término “santificación”. En el curso de nuestra conversación me dijo que había ofrecido al Obispo, por propia voluntad, llevarlo a los Servicios Divinos con su propio automóvil. Y el Obispo había aceptado el ofrecimiento. Al principio me molestó el comportamiento del Obispo, pero después de pensarlo mucho pensé: “Veamos cómo resultan las cosas”. Dos años más tarde me encontré de nuevo con este joven y me sorprendió la transformación. Había cambiado completamente. ¿Qué había pasado? Entonces me di cuenta de que cada vez que llevaba al Obispo a una comunidad, lo esperaba y se sentaba en el Servicio Divino que el Obispo estaba dando. Durante ese tiempo, el Obispo hábilmente y con mucha paciencia familiarizó al joven con las verdades del Evangelio y lo que realmente hace libre. Había funcionado. Ese hombre nunca se convirtió en un portador de ministerio, pero permaneció fiel y dedicó su vida a la Iglesia.
Al comienzo del año, el Apóstol Mayor emitió el lema: “Cristo nos hace libres”. Al mismo tiempo citó el versículo bíblico de Gálatas 5:1, donde dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Así que desde el principio quedó claro que el tema de la libertad se trata de la libertad espiritual.
Me ocupó especialmente la última parte del versículo bíblico: “... y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Me pregunté: ¿Es posible que alguien que ha obtenido la libertad por Cristo pueda volver a enredarse en el mismo yugo del que fue liberado? Encontré la respuesta a esta pregunta en las palabras de Jesús.
Hay unas palabras interesantes en el Evangelio de Mateo. En Mateo 12:43-45 Jesús dice: "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí”. Por lo tanto, no es sorprendente que los demonios que atormentaban al gadareno endemoniado le pidieran a Jesús continuar su actividad en un hato de cerdos (Lucas 8:32).
Mantener la libertad que Jesús nos dio significa para nosotros una lucha diaria. Hemos sido bautizados con agua y Espíritu, y queremos que en la casa de nuestro corazón more el Espíritu Santo. Entonces nuestra fe puede ser fuerte y segura gracias a la libertad que hemos recibido de Cristo.
Foto: NAC Eastafrica