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Un torbellino de actividades en un fin de semana en Bogotá y Lima

febrero 6, 2020

Autor: Peter Johanning

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Los viajes a distintos países pueden ser agotadores, en particular cuando los visita el Apóstol de Distrito competente y las comunidades están muy distantes unas de otras. Sobre uno de esos fines de semana junto al Apóstol de Distrito Leonard Kolb en Colombia y Perú informa el Obispo Manfredo Stegmann.

Jueves/viernes

Es de noche y estoy sentado en el avión volando hacia Bogotá (Colombia). Después de varias escalas llego a Bogotá el viernes por la tarde. Es el 6 de diciembre de 2019. Me dirijo al hotel por el camino más rápido para encontrarme con mi Apóstol de Distrito Leonard Kolb y nuestro Obispo local. En el programa hay una cena de bienvenida con los Apóstoles, Obispos y siervos de distrito del país. El aprender y enseñar con nuestro Apóstol de Distrito ya comienza en la comida conjunta, así como es típico en él. Las conversaciones y debates hacen bien a todos. Después de estar reunidos uno poco más, vamos a nuestras habitaciones para un pequeño descanso.

Sábado

Es sábado: Comienza el primer día de seminario y, literalmente, dura el día completo. Hay todo tipo de temas y muchas cosas para debatir. Los contenidos de la enseñanza son siempre un desafío para todos los participantes haciéndolos reflexionar sobre su propio trabajo y su prédica y prestar aún más atención al amor fraternal y que los Servicios Divinos estén colmados de él: Cada uno en la comunidad se debe sentir bien y percibir que es amado. De esa manera sabrán que Jesucristo está entre ellos cuando celebran la Santa Cena. Estas palabras unen también a los participantes del seminario. Generan una atmósfera de calidez entre nosotros. Incluso durante la cena no dejamos de hablar sobre ello, profundizando una y otra vez los contenidos de las conversaciones. Y naturalmente, vivimos mucha alegría y nos reímos con frecuencia.

Domingo

El domingo bien temprano vamos a la comunidad Boyacá Real. Allí hay previsto un Servicio Divino para todo el distrito, del que participan un total de 365 hermanos y hermanas. El Servicio Divino es enriquecido por un programa musical maravilloso y por el hecho de que 25 almas son selladas con el don del Espíritu Santo. Después de despedirnos de todos los participantes, seguimos viaje al aeropuerto. Vamos a Lima (Perú), donde está planeado un encuentro con jóvenes y un grupo musical.

Cuando llegamos a Lima nos dirigimos al hotel, donde ya nos están esperando algunos de los jóvenes, una hora antes de lo acordado. Ocupamos nuestras habitaciones y a continuación nos encontramos en un salón de reuniones en el hotel. Nuestro Apóstol de Distrito se ocupa de que los asientos sean acomodados de otra manera para que todos puedan conocerse. Los portadores de ministerio mayores pueden tomar asiento más atrás, en la segunda fila. Siguen conversaciones profundas e intensivas con los jóvenes. Entre ellos hay maestras de escuela dominical, dirigentes de coro y orquesta y encargados de la juventud. Mientras comemos pizza y conversamos, escucho sobre las actividades e ideas que desarrollan en sus comunidades. Percibo cómo los entusiasma trabajar en la Iglesia, lo cual me alegra mucho. Después de unas cuantas horas las conversaciones culminan y con ello también el domingo. ¡Me parece que hubiesen pasado dos domingos! Pero el viaje todavía no terminó.

Lunes

Temprano el lunes por la mañana partimos para la oficina de la administración de nuestra Iglesia en Lima. Allí nos reuniremos con los dirigentes de distrito de todos los distritos para desarrollar un proyecto sobre cómo puede seguir en el futuro la construcción de iglesias en ese país. Nos esperan 15 portadores de ministerio y los empleados de la administración. Nuestras deliberaciones llegan hasta bien entrada la tarde. Son conversaciones constructivas y se puede elaborar un plan sólido para el futuro. Todos participan en el proceso y procuran encontrar la mejor solución para el país como un todo, sin enfocarse tanto en sus propios intereses. Fue maravilloso ser testigo de ello.

Después de despedirnos, tuvimos que atravesar otra vez el gran tránsito de Lima para llegar al aeropuerto. Allí también nos despedimos el Apóstol de Distrito y yo. De nuevo un vuelo nocturno, esta vez a casa. El viaje del fin de semana fue agotador, pero bueno y gracias a Dios, un viaje exitoso y valioso que recordaré por mucho tiempo.

Sobre la persona:

Manfredo Stegmann es el Obispo de la Iglesia Nueva Apostólica en Méjico. Nació en Buenos Aires. Cuando tenía once años su familia se muchó a Nueva York, más adelante a San Diego, cerca de la frontera con Méjico. Los ancestros de la familia son de origen alemán. Ya pocos días después de su Confirmación fue ordenado como Diácono y para su ordenación como Pastor apenas contaba con 17 años. Desde 2010 trabaja como Obispo en la Iglesia de Méjico. En forma paralela, acompaña frecuentemente al Ayudante Apóstol de Distrito John Fendt en sus viajes a los estados centroamericanos. Está casado y tiene un hijo.

febrero 6, 2020

Autor: Peter Johanning

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