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Baile triunfal de una mujer notable

julio 13, 2020

Autor: Peter Johanning

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Fue mucho más que una figura secundaria anónima de la Biblia. María, la profetisa danzante, hasta el día de hoy todavía es percibida positivamente y como una mujer notable en la tradición judía. Y lo es, aunque en su época vivió en un mundo de hombres.

Unos mil trescientos años antes de Cristo: El faraón egipcio y su ejército persiguen a Moisés y al pueblo de Israel. En el Mar Rojo llega la resolución: Israel conquista la libertad y emprende su ansiada marcha de regreso a Jerusalén. Tan grande es el anhelo, tan poderosos los sentimientos en su interior, que María toma un pandero en su mano y canta. Su canción es: “Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete” (Éxodo 15:21). Este texto es antiquísimo y solo muy breve, pero sus palabras hablan de historia cultural. María canta a Israel desde el alma, el camino de regreso a Jerusalén es importante, existencial para el pueblo. ¡Es un canto de alabanza al único y verdadero Dios!

María, un regalo de Dios

Y la primera cantora, como hermana mayor de Moisés y Aarón, es una reconocida figura principal. El hecho de que se la mencione en las Escrituras da testimonio de su extraordinario talento: se la llama profetisa. Esto por sí solo le da una posición sobresaliente y, por su naturaleza obviamente competente, una buena reputación. Normalmente las mujeres tenían un papel más bien subordinado en el mundo de Oriente. La sociedad era patriarcal y discriminaba según el género, la edad, el dinero, la religión, la etnia y, sobre todo, según la condición jurídica de libre y no libre. El hombre libre tenía derechos personales, el hombre no libre era un esclavo y, por lo tanto, una mercancía. María era una profetisa, un regalo de Dios para su pueblo y, por ende, casi intocable. Como profetisa se siente directamente tocada por el Espíritu de Dios. Ella debe hacer lo que hay que hacer: Su canto de alabanza a Dios recuerda a todos lo que realmente debe ser alabado y glorificado: ¡no su propia fuerza, sino solo Dios!

María, la profetisa inconformista

María (a veces traducida como Míriam) también tiene otro lado. De ahí su nombre, que deriva del hebreo y significa “la obstinada”. Las profetisas como ella no se conforman con un status quo solo porque la mayoría no tiene objeciones. Es su trabajo poner el dedo en la llaga. “María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita”, comienza diciendo el capítulo 12 del libro de Números. Ambos hermanos se aliaron contra Moisés. Este se había casado con una extranjera, lo que debió ser una gran afrenta en ese momento. María se resiste a ello, junto con el ambicioso pensamiento de querer participar en el papel principal de Moisés. Después de todo, ¡ella es alguien! Pero las cosas son diferentes. La profetisa olvida que Dios establece las normas, no su servidora.

La profecía a menudo se combina con la crítica, con el llamamiento al cambio. Sin embargo, esto da lugar a la incertidumbre, la imprevisibilidad y la falta de certeza. ¡Los profetas son inconformistas! Durante siete días tiene que arrepentirse, atacada por la lepra y fuera del campamento. Un castigo severo para la primera cantora. Pero ella logra volver, acepta la decisión de Dios. Moisés ora por ella: “Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora”. Sigue siendo la mujer a la que no se quiere renunciar. Finalmente hay solidaridad con la profetisa de Dios.

María, la mujer con su propia opinión

Aparentemente, se informa poco sobre María en la Biblia. Pero lo que dice es suficiente para reconocerla como una personalidad de alto rango. Incluso informa sobre el lugar donde fue enterrada. Así que evidentemente se asumió que su tumba podría convertirse en un lugar de peregrinación. Visto en retrospectiva, es una figura indispensable en los constantes altibajos del pueblo de Israel: como profetisa es enviada por Dios, como hermana de Moisés y Aarón interviene activamente en el papel de líder, como persona a la que Dios puso en su lugar se convierte en un ejemplo de obediencia y capacidad de sufrimiento. Su historia nos recuerda que fueron hombres y mujeres los que llevaron al pueblo a la libertad.

Y su canto homónimo la hace inmortal. Ha perdurado a través de los siglos, es un testimonio de fuerza y coraje. Inteligente, testaruda y fuerte en la fe, con su canto de alabanza a Dios, el verdadero gobernante del cielo y la tierra, envía su eco a nuestro tiempo. Ella canta y danza para nosotros.

Foto: michaeljung – stock.adobe.com

julio 13, 2020

Autor: Peter Johanning

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