La mayor declaración de amor

¡Qué grande sería un amor que lo perdona todo y que no termina nunca! Las personas anhelan este afecto incondicional. Una prédica de Viernes Santo sobre extraordinarias muestras de amor y ardides humanos.

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. La palabra de Juan 15:13-14 fue la base de la prédica de Viernes Santo, 2 de abril de 2021, en Wurzburgo (Alemania). El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider estuvo acompañado por 99 creyentes locales y varios miles más participaron a través de la transmisión por vídeo en 380 comunidades de Alemania del Sur, Bosnia-Herzegovina, Croacia, norte de Macedonia, Serbia y Ucrania.

Unos días antes de su visita, los niños y jóvenes habían escrito al Apóstol Mayor expresando, entre otras cosas, sus pensamientos sobre el amor de Dios por la humanidad. Según el máximo dirigente de la Iglesia, este había sido un factor decisivo para elegir ese pasaje bíblico: “Me pareció muy hermoso, y si uno lo piensa... todo el Evangelio es una gran historia de amor, ¡y el Viernes Santo no es otra cosa que la mayor declaración de amor!”.

Dios crea al ser humano para la comunión

¿Cómo empezó todo? El Evangelio brinda la respuesta, dijo el Apóstol Mayor Schneider, refiriéndose a la afirmación: “Dios es amor” (1 Juan 4:16). Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres que están inseparablemente vinculados. “No se pueden separar y siempre son uno. Por eso se dice que Dios es amor”.

Dios creó al hombre para que fuera “a su semejanza” (Génesis 1:26). “Quería incorporarlo en su comunión”, señaló el Apóstol Mayor. “En su amor, Dios le dio todo a los seres humanos. Les confió toda la creación”. Pero el ser humano “se apartó de Dios, lo abandonó, cayó bajo el dominio del mal”.

Dios libera al ser humano para la comunión

¿Y cómo reaccionó Dios? “No abandonó a los seres humanos. Continuó amándolos. Y por amor envió a su Hijo”. Jesús adoptó la condición de hombre y “reparó lo que el hombre había hecho mal”. Jesús resistió todas las tentaciones de Satanás. El diablo “amenazó al Señor Jesús, lo torturó y lo mató. Se lo jugó todo, empleó todas sus fuerzas. Y Jesús se mantuvo firme: ‘No, yo sigo unido a Dios’”.

El sacrificio de Jesús fue el mensaje de amor de Dios al hombre, afirmó el Apóstol Mayor. Incluso en la cruz, Jesús se preocupó por los seres humanos: por el malhechor, por María, por Juan. Y una y otra vez Dios demuestra a los seres humanos lo grande que es su amor por ellos. Él no presiona, solo muestra lo grande que es su amor. “Este es el verdadero mensaje del Viernes Santo: ‘Te amo a pesar de todo’. El camino está abierto. Ven a mí”, resume el Apóstol Mayor Schneider.

Dios conduce al ser humano a la comunión

Para alcanzar la comunión con Dios, el hombre debe obedecer los mandamientos de Dios. Por un lado, esto incluye el mandamiento de la fe, explicó el dirigente de la Iglesia: “Jesús dijo claramente: 'Creéis en Dios, creed también en mí’ (Juan 14:1). Sin fe, no puedes llegar a Dios. Eso significa que debes confiar en su palabra. Exactamente lo que no hicieron Adán y Eva”. Y a esa fe pertenece también la fe en el sacrificio de Jesucristo. “Hermanos y hermanas, es muy importante para mí que tengamos esta fe firme: ‘¡Dios me ama!’ ¿Por qué? Porque Jesucristo murió por nosotros. Este es el fundamento de la fe cristiana”.

En segundo lugar, esto incluye el mandamiento del amor: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). El Apóstol Mayor dio tres ejemplos para hacer tangible este amor:

  • Buscar la comunión con Dios, en la oración, en el festejo de la Santa Cena: “Quien ama a Dios, seguramente tiene la necesidad: Necesito hablar con el amado Dios. Necesito escuchar a Dios. Necesito poder experimentarlo”.
  • Renunciar al pecado, demostrar el amor en la vida cotidiana: “Amar a Dios es renunciar a todo lo que pueda interponerse en la comunión con Dios”.
  • Negarse a sí mismo, renunciar a los rasgos de carácter y a las opiniones que perjudican la comunión con Dios: “Somos lo que somos; con nuestra persona, con nuestra historia, con nuestros puntos fuertes y débiles. No tenemos que renunciar a eso. No es necesario que todos seamos iguales. Pero amamos a Dios con todo nuestro corazón, lo servimos, estamos centrados en Él”.

Y luego hay un último punto, dijo el Apóstol Mayor, refiriéndose a Levítico 19:18: “... a tu prójimo como a ti mismo”: “Ni siquiera necesito explicarlo. Si nos acercamos a Dios, confiamos en Él, lo amamos, buscamos la comunión con Él, entonces también pensamos como Dios y entonces es bastante fácil ver a nuestro prójimo como Dios lo ve”.

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Oliver Rütten
05.05.2021
Alemania, apóstol mayor, servicio Divino