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Aceptar el desafío

abril 25, 2018

Autor: Oliver Rütten

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Como creyente entre incrédulos, sin laureles anticipados, a veces con desventajas y después, finalmente, victorioso. La historia de Caleb en el desierto es una imagen acertada de la redención de los cristianos, expresó el Apóstol Mayor Schneider.

El lunes por la noche, 19 de marzo de 2018, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider ofició el segundo Servicio Divino de su viaje a Sudamérica. 2.000 creyentes se reunieron en un centro de conferencias de Rosario (Argentina), 300 kilómetros al noroeste de la capital Buenos Aires. Para su prédica, el Apóstol Mayor Schneider eligió la palabra de Números 14:24: «Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión».

Años de lucha llevaron a la victoria

En primer lugar, el Apóstol Mayor explicó el contexto histórico: Dios sacó a su pueblo del cautiverio egipcio y lo guió hasta la tierra prometida. Doce emisarios exploraron esa tierra y confirmaron la opulencia que allí había. Excepto ambos emisarios Josué y Caleb, todos los demás se rindieron por lo fuertes que eran sus habitantes y por la existencia de fortificaciones. Caleb confió en la ayuda de Dios y recibió la promesa de que obtendría como herencia esa tierra.

Sin embargo, Caleb no recibió de inmediato la tierra prometida. «Dios no dijo: ‘Tú eres el creyente, ¡entra!’. No, Caleb tuvo que seguir al pueblo de Israel y permanecer 40 años en el desierto», dejó claro el Director de la Iglesia. Dios guió al pueblo, lo proveyó de alimento y vestimenta. Recién después de luchar durante cinco años junto a Josué para conquistar la tierra prometida, Caleb finalmente vio hecha realidad la promesa que le había sido dada. Dios le concedió la tierra que cuarenta y cinco años antes había explorado. Para tomar posesión de ella, Caleb tuvo que pelear otra batalla.

Años de lucha llevan a la victoria

Por el sacrificio de Jesucristo, Dios liberó al hombre del dominio del pecado «para conducirnos a su reino», explicó el Apóstol Mayor Schneider. «Para poder entrar en el reino de Dios hay que seguir a Jesús y atenerse a algunas reglas», manifestó el máximo dirigente espiritual. «Debemos luchar contra el pecado y guardar los mandamientos de Dios». El maligno nos quiere hacer creer que Dios pide lo imposible a los hombres. Como Caleb, los cristianos deben confiar en Dios y seguir fieles a Él.

Dios guía a los creyentes hasta el futuro reino de Dios. Él provee a los creyentes con alimento espiritual. Y el Apóstol Mayor Schneider puede reconocer otra similitud: «Dios no te mira y dice: ‘Eres tan creyente que ahora puedes entrar de inmediato al reino de Dios'». Al igual que Caleb, los creyentes «tienen que esperar el día del retorno de Jesucristo».

Los desafíos personales

Para entrar en el reino de Dios, también hoy se necesitan librar batallas personales. «De tanto en tanto Dios nos dice: ‘Ahora tienes que librar otra batalla bien personal'».

  • Dios impone una carga: «Nos enfermamos o uno de nuestros seres más queridos se enferma o muere. Perdemos nuestro trabajo o sufrimos injusticias». Y esto a pesar de haber permanecido fieles a Dios por años.
  • Dios nos exhorta a dejar de lado nuestras propias ideas: «Tenemos nuestros pensamientos de lo que Dios debería hacer. Tenemos una idea de cómo debería ser nuestra comunidad o cómo podría desarrollarse la Iglesia». Y más de una cosa de las que queremos no es compatible con la voluntad de Dios.
  • Dios nos amonesta a cumplir todos los mandamientos: «Nos esforzamos al máximo para cumplir todos los mandamientos, toda la ley de Dios, excepto en una situación». Dios nos exhorta a no rendirnos y a cumplir totalmente cada uno de los mandamientos.
  • Dios espera que nos reconciliemos: «Nadie puede librar esta lucha por nosotros. Lo debemos hacer nosotros mismos. Y Dios nos dice: ‘¡No abandones, intenta una y otra vez!'».
  • Dios pide sacrificios y ofrendas: «Y Dios dice: ‘Sí, pero tu motivación hasta ahora no era tan clara. Tú te has sacrificado o has ofrendado porque esperabas mi ayuda. Lo has hecho porque esperabas mi bendición. ¡Ahora hazlo por amor a mí!'».

Apóstol Mayor Schneider: «¡No nos ofusquemos si Dios nos pide librar una batalla más! ¡Aceptemos el desafío! Con la ayuda de Dios obtendremos al victoria». Dios le ayudó a Caleb y también ayuda hoy a los creyentes que confían en Él.

Corrección 25.04.2018, 22.30 horas: En la primera versión del artículo decía: „Y después Caleb tuvo que luchar otros cinco años hasta que –con la ayuda de Dios– pudo vencer a los temibles guerreros”. Esto está equivocado. La última frase del tercer párrafo fue reemplazada por „Recién después de luchar durante cinco años junto a Josué…”.

abril 25, 2018

Autor: Oliver Rütten

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