«Adelante seguro el andar hacia el cielo…» multiplicado por dos
Cuando el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider se presente para el Servicio Divino de Viernes Santo, será consecuente con un vínculo cultural conocido más que nada por los amigos del arte moderno. Tiene que ver con una escultura que nos recuerda un canto del himnario anterior: «Adelante seguro el andar hacia el cielo…». Una breve mirada hacia los alrededores:
Son casi mellizas: las esculturas del «Hombre caminando hacia el cielo» y la «Mujer caminando hacia el cielo». Cada una consiste en un caño de acero de 25 metros de largo y 50 centímetros de ancho, que en un ángulo de 63 grados se yergue hacia el cielo. En las dos terceras partes de su altura tiene instalada una figura pintada sobre fibra de vidrio, corriendo de prisa hacia el cielo.
Optimismo y aspiración a lo alto
El «Hombre caminando hacia el cielo» se encuentra frente a la Estación de Cultura de Kassel/Alemania. En esa ciudad del norte de Hesse, el Apóstol Mayor oficiará en el día de mañana, Viernes Santo, un Servicio Divino que será transmitido a muchas partes del área de Apóstol de Distrito. La «Mujer caminando hacia el cielo» está ubicada en la «Place des Halles» en Estrasburgo/Francia. En esa ciudad nació el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider y hoy todavía vive allí.
El «Hombre caminando hacia el cielo» constituye un símbolo de optimismo y confianza, así como un emblema de un futuro lleno de esperanza y un desarrollo que aspira llegar bien alto. Su creador, el artista norteamericano Jonathan Borofsky, ve en su obra a un transgresor; aunque el hombre está caminando hacia las alturas, debe mantener el equilibrio al hacerlo. Y el final del camino se puede alcanzar a ver.
Obra comunitaria y figura de identificación
La escultura, al menos la de Kassel, también es una obra comunitaria. Fue en el año 1992 la estrella de la mayor exposición mundial de arte contemporáneo que se llamó «Documenta». La obra de arte halló tanto eco en la población que incluso durante la «Documenta IX» se organizó una iniciativa de la ciudadanía destinada a comprar la instalación para la ciudad.
Los casi 700.000 marcos alemanes para su adquisición y mudanza fueron financiados por una acción de donaciones muy amplia: los estudiantes construyeron y vendieron 600 miniaturas de la escultura, los comerciantes minoristas donaron una parte por cada producto que vendían, un empresario del área de las comunicaciones lanzó tarjetas telefónicas con esa finalidad y fundaciones estatales colaboraron con un importante aporte.
Desde ese entonces el «hombre caminando hacia el cielo» no sólo goza de gran preferencia como producto de merchandising, sino también como símbolo en los logos de asociaciones, restaurantes e instituciones. La obra comunitaria se transformó en una figura de identificación de la ciudad.
Foto: Frank Lindecke – Himmelsstürmer // Skystriker– CC BY-ND