Chrissandra está muerta. La guía de la juventud murió por el fuego cruzado de un tiroteo entre bandas. Una tragedia que está a la orden del día en partes de Sudáfrica. ¿Qué significa vivir la fe rodeado de pobreza y violencia? Un primer acercamiento.
Sábado 12 de agosto de 2017, cerca de las 18 horas: Chrissandra Oppermann acaba de llegar a su casa de una excursión con la juventud a Ruyterwacht. La joven de 30 años sale un momento de la casa para pedir prestada a una amiga una olla para preparar «potjie». Su padre escucha tiros. Encuentra a su hija en la calle, con un agujero en la cabeza. Ella muere en el hospital.
¿Caracoles? No, moluscos: abulones, un manjar, ante todo en Asia. El nuevo «oro blanco» de Sudáfrica, protegido, pero cosechado en forma ilegal. La policía incautó un camión lleno de contrabando, por un valor de más de 600.000 dólares americanos. Lo secuestró en una razia realizada en Bishop Lavis, un barrio periférico de Ciudad del Cabo. Los guardianes del orden son atacados. Primero vuelan piedras, después hay disparos, de un lado y del otro. Un tiro da en Chrissandra.
«Chrissie era querida por todos y ejerció un impacto positivo en todos los que la conocieron», informa su madre. Unas 800 personas vienen a las honras fúnebres en la comunidad nuevoapostólica de Netreg. «Ella tenía un alma hermosa», dice el consejal del distrito Angus McKenzie. El último posteo de Chrissandra en Facebook proviene de Filipenses 4:19: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».
El sufrimiento en números
Courtney, cuatro años, asesinada, 5 de marzo de 2017. Charneal, ocho años, murió de un tiro disparado desde un auto que pasaba, 11 de diciembre de 2016. Selwyn, apuñalado, 31 de mayo de 2017. Denzil, Chrissandra, Chadwin: baleado, baleada, baleado. 24 nombres comprende la lista de víctimas de actos de violencia desde mayo de 2016 hasta agosto de 2017 –sólo entre los miembros de la Iglesia del área de Obispo de Alwin Witten. Más de la mitad es menor de 20 años, casi ninguno mayor de 30.
Cada tres minutos una entradera, cada cinco minutos un robo y casi cada 30 minutos un asesinato: la tasa de criminalidad de Sudáfrica es una de las más altas de todo el mundo. Sólo en pocos países de la tierra, los ingresos están distribuidos en forma tan dispar. La pobreza se concentra en los distritos segregados, las urbanizaciones de la época de la separación de razas. La tasa de desempleo asciende aquí a más del 60 por ciento.
Propiedad especial de Dios
«24/7» –estar alertas las 24 horas, los 7 días de la semana. Es la estrategia de supervivencia de los habitantes de los distritos segregados. Así explica el Apóstol Peter Lambert como invitado del Día de la Juventud 2016 en Fráncfort (Alemania): convivencia en un espacio mínimo, los cabecillas de las bandas y los narcotraficantes dominan los barrios, luchan entre sí para tener el control. Cuando los niños por la mañana van al colegio, sus padres no saben si volverán a ver a los pequeños. Y en el camino a la Iglesia, la vida también corre peligro, si pasa el límite entre pandillas enemistadas.
«Propiedad especial de nuestro Padre celestial», dice el título de una de las documentaciones surgidas en febrero de 2015. Las comunidades de tres distritos de Obispo relatan cómo es la vida en medio de la violencia: de comunidades que después del Servicio Divino se quedan esperando porque afuera todavía hay tiros, de mafiosos que irrumpen en la iglesia para buscar a enemigos escondidos y de hermanos y hermanas en la fe que mueren violentamente como víctimas inocentes, pero también como miembros de pandillas.
«La seguridad primero», dice la divisa de los responsables: si amenaza alguna refriega, los Servicios Divinos son más cortos o se suspenden. Si con cierta frecuencia las comunidades no pueden reunirse, los portadores de ministerio cambian las reuniones por Servicios Divinos en los hogares. Y las actividades en la iglesia finalizan en lo posible antes de las 17 horas. Pues esta es la hora típica en la que las bandas comienzan con sus tiroteos.
Un puerto seguro
Drogadicción, violaciones, asesinatos, un entorno extremo para los asistentes espirituales. «Sé lo que habéis visto», dice el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider a fines de 2016 en una iglesia llena de dirigentes de comunidad. Esos hombres tenían los ojos llenos de lágrimas. La iglesia «Leiden Central» está ubicada en el distrito segregado de Delft, un bastión de la criminalidad.
Una casa de Dios que se utiliza en la semana como gimnasio. Un puerto seguro, por ejemplo para los 300 niños que vienen cada día para comer y recibir ayuda en sus tareas del colegio. «Un lugar, donde los niños conocen un camino mejor y donde se les ponen en sus manos los medios para manejarse con su trauma de cada día», dice Ursula Poggenpoel-Smith de la obra caritativa nuevoapostólica «Masakhe».
El Apóstol de Distrito sudafricano, John L. Kriel, ve en esa iglesia un ejemplo para todas las comunidades: sería deseable que cada edificio de iglesia pudiese ofrecer un espacio así donde sea posible retirarse, escribe en su colaboración para el nuevo «Calendario Nuestra Familia» 2018 que se publica sólo en idioma alemán“. Pero la realidad de los recursos limitados lo hace imposible. No obstante, cada comunidad, sin excepción, puede ser un refugio para personas con necesidades espirituales.