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Adoramos a Dios, ¡si no a quién!

septiembre 25, 2019

Autor: Oliver Rütten

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¿Existen similitudes entre los israelitas que salieron hace 3000 años de Egipto y los cristianos del siglo XXI? El Apóstol Mayor Schneider explica los paralelismos y encuentra palabras claras en contra de las brujerías, el capitalismo y el egocentrismo.

En su viaje a la República Democrática del Congo, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró dos Servicios Divinos y se reunió con Apóstoles y Obispos en una asamblea nacional. El sábado 6 de julio de 2019 predicó ante los creyentes en Inkisi. Para su exposición tomó como base la palabra de Éxodo 15:2: «Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré».

Agradecemos a Dios

Después de que Moisés y el pueblo cruzaron el Mar Rojo, entonaron el cántico: «El Señor es mi fortaleza». Con él agradecieron a Dios por su ayuda. «Eran conscientes», expresó el Director de la Iglesia, «de que Dios los había librado del yugo de los egipcios; solo Él podía salvarlos». Dios los hizo su pueblo y finalmente Dios quedó fiel a su promesa dada a Abraham, Isaac y Jacob llevando al pueblo a la tierra prometida.

El Apóstol Mayor Schneider mostró un paralelismo con el presente: También las personas en la actualidad están cautivas; se dedican al pecado y están alejadas de Dios. Por medio de su vida y su muerte, Cristo hizo posible la salvación. Y aún hay otras dos similitudes: «Dios nos eligió para ser sus hijos». Y Dios brinda la oportunidad de heredar su reino, manifestó el dirigente de la Iglesia: «Jesús dijo que vendrá otra vez y te llevará con Él para que estés donde Él está. Este es el motivo por el que adoramos y alabamos a Dios».

Adoramos a Dios

Al conocimiento y al agradecimiento les siguen las obras, resumió el Apóstol Mayor Schneider.

  • Agradecer juntos: «Oramos y alabamos a Dios encontrándonos regularmente en el Servicio Divino para adorar y alabar juntos a Dios».
  • Traer ofrendas: «No podemos pagar por nuestra redención. Pero siempre tenemos un motivo para traer nuestra ofrenda y agradecer a Dios por la redención que nos ofrece».
  • Hacer el bien: «Jesús murió para librarnos del pecado y nosotros luchamos para no volver a caer en el pecado. ¿De qué sirve si Jesús muere por nosotros, pero nosotros seguimos haciendo el mal y no usamos su fuerza para vencer el mal?».

Aceptamos nuestra elección

«Como pueblo elegido, Israel debía temer a Dios obedeciendo todos sus mandamientos, dejar de adorar a ídolos y amar a Dios de todo corazón, de toda toda el alma y con todas las fuerzas», explicó el Apóstol Mayor. Y también aquí existe un paralelismo con el presente:

  • Guardar los mandamientos: «Dios nos pide que guardemos todos los mandamientos. En la epístola a Santiago dice: ‘Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos’. No hay ningún mandamiento que sea más importante que los demás».
  • No adorar a ídolos: «A veces no estamos seguros de si Dios nos ayudará o si lo hará con la rapidez suficiente». Y entonces se consulta a fetichistas o hechiceros. «¡Pero además existe otro ídolo que es mucho más peligroso! Es el dinero». Concretamente: «Para tener dinero, demasiados hermanos y hermanas todavía están dispuestos a mentir, escribir cosas falsas u olvidar la regla del amor al prójimo».
  • Amar a Dios de todo corazón: «Esto es el amor a Dios: renunciamos a nuestras propias convicciones, a nuestros propios pensamientos para coincidir con Jesucristo. Él es nuestro Dios. Le tememos, tomamos en serio su palabra. No tengamos otros dioses además de Él y estemos dispuestos a renunciar a muchas cosas para estar con Dios.

Anunciamos la gloria de Dios

«Como el pueblo de Israel, también nosotros hemos sido llamados a enaltecer a Dios anunciando su gloria», expresó el Apóstol Mayor Schneider.

  • Dios nos hace posible hacer el bien: «Hacemos el bien y decimos quién nos hizo posible hacer el bien: Gracias a Jesús lo podemos hacer. No es mérito nuestro, ¡es mérito suyo!».
  • Perdonamos, así como perdona Dios: «El perdón de Jesús es tan grande para mí, estoy tan feliz, que perdono a mi prójimo. Así glorificamos a Dios y compartimos su riqueza con nuestro prójimo».
  • Contribuimos a la salvación de nuestro prójimo: «Queremos que otras almas sean salvas, ya sea aquí sobre la tierra o los muertos en el mundo del más allá. Les decimos: ‘¡Ven a Jesús, toma este tesoro!’. No tememos miedo a tener menos. Somos tan ricos en Cristo que podemos compartir nuestra riqueza, esta no disminuirá».

Trasfondo:

Al comienzo del Servicio Divino, el Apóstol Mayor Schneider hizo referencia a su llegada a Inkisi: «Cuando llegué, vi esa muy hermosa catedral y quiero aprovechar la oportunidad para recordar a todos los misioneros y agradecer a aquellos que hace muchísimo tiempo vinieron a África para traer la fe cristiana. Nunca olvidemos que se lo debemos a aquellos hombres y mujeres que hace mucho, mucho tiempo vinieron por amor al Señor a traer la fe cristiana a África. Mucho antes de que viniesen los Apóstoles nuevoapostólicos vinieron esos hombres y mujeres para traer a vuestro país el buen mensaje de Jesucristo y les debemos mucho. Les agradecemos. Los honramos y también oramos por esos misioneros tempranos para que Dios también en el más allá les conceda su paz y bendición». En las fotos se ve como fondo la catedral de «Nuestra Señora de los Siete Dolores», construida en 1926 por jesuitas belgas en Kisantu.

septiembre 25, 2019

Autor: Oliver Rütten

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