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Agradecer a Dios día y noche

enero 13, 2021

Autor: Peter Johanning

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Bühl es una ciudad en el oeste de Alemania, cerca de la frontera con Francia. Aunque el 6 de diciembre de 2020 el Apóstol Mayor celebró el Servicio Divino en la iglesia local, dirigió su palabra a otras comunidades.

El coronavirus pide soluciones creativas. Y como el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en este momento no puede viajar, las comunidades se acercan a él a través de Internet y la televisión. Esta vez también fue así. El dirigente de la Iglesia predicó en inglés para las comunidades de Asia del Sudeste y Sudáfrica que estaban conectadas en línea. Expresó su entusiasmo por la idea de transmitir un Servicio Divino al sur de Asia y África desde una comunidad que le fuera accesible. “Sabéis que no puedo viajar en esta situación de pandemia, pero siempre estoy interesado en lo que sucede en los diferentes países, en lo que sucede en África, en el sudeste de Asia, y gracias a Dios recibo los informes de los Apóstoles de Distrito, puedo leer en Internet, y así estoy bien informado de lo que sucede en los diferentes países, en las diferentes comunidades de todo el mundo”.

Gracias a Dios: la salvación

El texto bíblico sobre el que predicó el Apóstol Mayor, al principio no fue fácil de entender: “Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:68 y 74-75). Pero pronto quedó claro de qué se trataba. Los pensamientos pre-navideños jugaron un papel importante en el anuncio: “Agradecemos a Dios que haya enviado un Salvador al mundo. Y no solo es el Salvador del mundo, sino mi Redentor, tu Redentor”, comenzó sus pensamientos espirituales. “Sea cual sea tu pasado, sea cual sea tu presente, quienquiera que seas y lo que hayas hecho, tienes un Dios que se ha convertido en tu Redentor”.

En el camino hacia el nuevo mundo

El Apóstol Mayor quiso saber en qué consiste la redención específicamente. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, lo sabía muy bien y cantó sus alabanzas al Redentor. Esto está escrito en detalle en el Evangelio de Lucas (ver Lucas 1:67-79). “El Salvador vino a liberar a los hombres del pecado, del poder del mal, y a llevarlos a la comunión eterna con Dios”. Y en este nuevo mundo de comunión con Dios, no hay más sufrimiento, ni más muerte, ni más injusticia, ni más enfermedad, ni más hambre, todo es perfecto. Los redimidos podrán agradecer a Dios día y noche: “¡Cada día encontraremos una nueva razón para agradecer y alabar a Dios!”.

El director de la Iglesia también dejó claro que la redención de la humanidad por parte de Dios está en marcha. No acaba de empezar ni está ya en el final: “No estamos en el principio, estamos en medio del proceso. El plan divino de redención es un proceso continuo”. Jesús nació hace siglos para iniciar esta salvación, dijo. “Sé que muchos de vosotros estáis luchando y pasando por tiempos difíciles. Pero, por favor, no olvidemos este gran acto de salvación que Jesús nos ofreció. Nos ha liberado de la prisión del pecado. Y tenemos buenas razones para agradecérselo a diario”.

Asumir uno mismo la responsabilidad

Pero dar gracias a Dios también significa cumplir sus mandamientos, obedecerle. “No estamos forzados a hacer lo que el diablo nos dice, ¡tenemos el poder de decir que no!”. Seguir los mandamientos de Dios es una elección libre del hombre. Puede afirmarlos sin miedo y así ser un servidor de Dios. “No tengas miedo. ¡Puedes estar seguro de que mientras hagas la voluntad de Dios, estás en el camino correcto!”. Solo de esa manera podemos hacer el bien a nuestro prójimo, dijo el Apóstol Mayor. “Como pecadores no podríamos”. Solo porque Jesucristo nos ha santificado podemos actuar en su nombre. Él siempre bendecirá a los que hacen sus obras. Esta es una palabra especial para los portadores de ministerio y todos los que han asumido la responsabilidad. “¡Vuestro trabajo no es en vano!”.

enero 13, 2021

Autor: Peter Johanning

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