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Alegría que perdura: servir a Dios con entusiasmo

23 04 2025

Autor: Simon Heiniger

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¿Servir al Señor con alegría? Sí, ¿cómo? La respuesta es clara: los que sirven a Dios tienen motivos para alegrarse, no en algún momento, sino aquí y ahora.

“Servid a Jehová con alegría” (Salmos 100:2): Este pasaje bíblico fue el punto central del Servicio Divino que el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró en Bogotá, Colombia, el 16 de febrero de 2025.

Ya al comienzo animó a los creyentes: “Sea cual sea la situación en la que te encuentres, las dificultades a las que te enfrentes, lo que pase en tu corazón, estamos orando por ti, por todos y cada uno de vosotros”.  Dios conoce cada necesidad personal, escucha cada oración y “Él responderá”. 

La gente a menudo espera que Dios cambie la situación en la que vive. Pero: “Lo primero que Dios quiere hacer no es cambiar el mundo. Quiere liberarnos de este mundo. […] Para que podamos entrar en este reino, Él tiene que cambiarnos”. Quien se deja cambiar experimenta la salvación y una alegría profunda y duradera.

Elegidos para servir 

El salmo es una invitación al pueblo de Israel y a todos los bautizados de hoy: Dios los ha elegido para servirlo. “No podemos explicar nuestra elección y nuestro llamamiento, pero debemos responder a este llamado y estar dispuestos a servir al Señor”. Esta elección no es un mérito, sino una gracia y, por lo tanto, un motivo de gratitud.

Pero ¿qué significa realmente “servir a Dios”? “La primera manera de servir al Señor es adorándolo”.  No exteriormente, sino en el corazón: “Lo importante es adorarlo en nuestro corazón”. En la adoración, reconocemos la grandeza y el amor de Dios, lo que a su vez llena el corazón de asombro y paz.

Este también es el servicio que prestaremos en la nueva creación: “Cada día encontraremos una razón más para alabar su nombre. […] Incluso después de 10.000 años, encontraremos nuevas razones para decir: ‘Qué grandioso eres’”. 

Oportunidades para servir

Servir significa hacer la voluntad de Dios. “Él es mi Señor, yo hago su voluntad”. Y seguir a Jesús para llegar a ser como Él.

El Apóstol Mayor también mencionó el anuncio del Evangelio como otro aspecto central, no de forma espectacular, sino con los pies en la tierra: “Debemos anunciar el Evangelio en nuestra vida diaria, en la forma en que nos comportamos, en la forma en que tratamos a nuestro prójimo, en la forma en que tomamos nuestras decisiones, en la forma en que reaccionamos cuando algo sucede en nuestra vida. Así es como podemos anunciar el Evangelio”. 

Involucrarse en la práctica en la Iglesia también forma parte de esto y es de gran valor: “También es una hermosa manera de servir al Señor aportando nuestros dones y contribuyendo al funcionamiento de la Iglesia”. La ofrenda, la colaboración, la oración: todo ello ayuda a la Iglesia a cumplir su misión y permite a los seres humanos encontrarse con Dios.

Los que sirven no deben esperar una recompensa. “Aunque lo haya hecho todo, soy un siervo insignificante”. El Apóstol Mayor lo dejó claro: “No debemos servir al Señor para recibir algo. Debemos servir al Señor porque ya hemos recibido mucho”. 

Alegría genuina y profunda

¡El servicio como deber y alegría! ¿Cómo se combina esto? El Apóstol Mayor comenzó describiendo su motivación personal: “Cuanto más conozco a Jesucristo, más experimento su amor y su poder. Eso es puro entusiasmo”. Este entusiasmo no es un estado de ánimo pasajero, sino un reconocimiento provocado por el Espíritu Santo. “Cuanto más somos enseñados por el Espíritu Santo y conducidos a la verdad, más nos entusiasmamos por Dios”. 

El Apóstol Mayor dio muchas razones para alegrarse, cada una con su propia profundidad:

  • Ser amado: “Me ama el Perfecto, a mí el imperfecto”. Esto nos hace libres y nos da una sensación de seguridad.
  • Cristo da libertad: “Somos libres. Podemos decir que no al mal”. El ser humano ya no es esclavo del mal, sino que puede elegir el bien.
  • El sentimiento de saber que se nos necesita: “Dios me quiere, Dios confía en mí”. Cada persona es valiosa y puede contribuir a la salvación.
  • Poder ayudar: “Nos alegramos de poder ayudar al prójimo”. Todo acto de amor al prójimo refleja el amor a Dios.
  • Conocer el futuro: “La gran fiesta será eterna”. La certeza de la comunión eterna con Dios ya nos llena de alegría ahora.

23 04 2025

Autor: Simon Heiniger

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