Ambos creían y amaban, y sin embargo eran muy diferentes. En un Servicio Divino no solo para portadores de ministerio, el Apóstol Mayor presentó a dos discípulos para tomarlos como ejemplo.
El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider comenzó el Servicio Divino para portadores de ministerio del viernes 5 de abril de 2024 en Constitución (Argentina) con un agradecimiento especial a los hermanos y hermanas ordenados. Por si alguna vez sintieran que su trabajo es inútil o si son criticados, los animó diciendo: “Eso no es agradable, pero tampoco es importante. Lo que cuenta para nosotros es la opinión de Jesucristo. Y Él bendecirá todo el trabajo que se haga por fe y por amor”.
Una red llena de peces que no se rompe
Juan 21:7 sirvió de texto bíblico: “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar”. El Apóstol Mayor esbozó la historia: “Pedro y otros seis discípulos fueron a pescar y trabajaron en vano toda la noche, sin pescar nada. Por la mañana se presentó Jesús, el Resucitado, y vio que no habían pescado nada. Entonces les dijo: Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis peces. Echaron la red y estaba llena de peces”.
“¿Qué significa eso?”. El Apóstol Mayor trajo el hecho de hace 2.000 años a la actualidad: “Este encuentro es una imagen de la misión que recibieron los discípulos y, por lo tanto, también de nuestra misión”. Se refiere a la imagen de Mateo 4:19, en la que los discípulos son llamados a ser “pescadores de hombres”. “Los Apóstoles fueron enviados a predicar el Evangelio y anunciar la salvación, a conducir a los seres humanos a Jesucristo”. ¿Y la red? “Es la imagen del Evangelio. Los Apóstoles echaban la red, es decir, anunciaban el Evangelio, y este Evangelio es lo que atrae a los seres humanos, los conduce a Jesucristo”.
Había un número increíble de peces en la red, pero aun así no se rompió. “El Evangelio es para todos los tiempos, para todos, para todas las personas sin excepción. Y en este Evangelio todos –aunque sean muy diferentes– pueden llegar a ser uno en Cristo”.
La gran pesca recién llegó cuando Jesús hizo su llamado. “Jesús quería mostrarles que la pesca la da Dios”, explicó el Apóstol Mayor. “Dios no depende de los seres humanos. Todo lo que tenemos que hacer es cumplir nuestra misión. El resultado lo determina Dios”.
Dos ejemplos de fe
Según la tradición, Pedro representa la fe y Juan el amor, pero hay algo más. “Pedro ciertamente tenía fe, le dijo a Jesucristo: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente’”. Pero Juan también demostró su fe cuando estuvo ante el sepulcro vacío de Jesús. “Juan era el hombre del amor, se quedó con Jesús hasta la cruz porque amaba a Jesús”. Pedro también confirmó su amor cuando Jesús le preguntó por él. “La fe y el amor van juntos”, dijo el Apóstol Mayor: “El verdadero amor resulta de la fe”. Y “amamos porque creemos en el amor de Dios”.
A los distintos hombres se les asignaron tareas diferentes. Pedro debía conducir la Iglesia y Juan cuidar de María, la madre de Jesús. Cristo les dio a ambos esa responsabilidad en una situación en la que demostraron su amor por Él. Jesús les demostró: “Para servirme, tenéis que amar. Sin amor a Dios y al prójimo, no podréis cumplir vuestra tarea”.
Llamamiento a pesar de las debilidades
Incluso hoy en día, Dios ha asignado a los creyentes diferentes tareas. Nadie puede explicar por qué. Dios solo quiere que se acepte el llamamiento y se crea en Él.
Los diferentes hombres también tuvieron “vidas completamente diferentes”. Pedro fue matado a causa de su fe, mientras que Juan fue preservado y murió a una edad muy avanzada. El Apóstol Mayor subrayó: “Esto no es un castigo ni una recompensa”. Hay que confiar en Dios: “Él nos pide: ‘Sean cuales sean las condiciones en las que vives, sé fiel hasta el final y confía en mí’”.
Pedro y Juan tenían algo en común: ambos tuvieron momentos en los que fueron débiles:
- “Pedro se creía mejor que los demás. Le dijo a Jesús: ‘Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré’”. Juan pidió a Jesús por medio de su madre: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
- Juan experimentó cómo algunas personas no aceptaban a Jesús, “así que se acercó a Jesús y quiso que descienda fuego del cielo para que los consuma”. Del mismo modo, cuando los romanos arrestaron a Jesús, “Pedro tomó su espada y le cortó la oreja al soldado”.
- Ambos pensaban que tenían derecho a una recompensa: “Juntos fueron a Jesús y le dijeron: ‘He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?’”.
“Cada vez Jesús tenía que enseñarles”, mencionó el Apóstol Mayor. “Pero ellos se dejaron enseñar y modificaron su forma de pensar”.
Juntos somos más fuertes
Juan y Pedro son ejemplos para los portadores de ministerio. “Ambos eran fuertes y débiles, se complementaban. Y se necesitaban mutuamente”. El Apóstol Mayor hizo recordar:
- “La forma de expresar nuestra fe y nuestro amor puede ser diferente de uno a otro”.
- “Todos tenemos momentos en los que somos débiles”.
- “Y a veces solo necesitamos a un hermano o hermana que nos diga: ‘No te preocupes, ¡es el Señor!’”.