Pedro se animó y sólo fracasó aparentemente: aunque en el camino se hundió en la duda, al final llegó con su Salvador. La guía sobre «andar sobre las aguas» de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
Más de 36.000 participantes contó la comunidad que el domingo 18 de febrero de 2018 participó del Servicio Divino en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Para la «Young People Convention» (YPC, Convención de Gente Joven) se habían reunido jóvenes y siervos en el estadio de Ciudad del Cabo. Escucharon una prédica sobre Mateo 14:29: «Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús».
El texto bíblico proviene de un hecho en el que los discípulos cruzaron el mar de Genezaret en una barca y Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Ante el llamado de Jesús, Pedro intentó hacer lo mismo y casi de ahoga…
«Dios llama a los seres humanos«, aclaró el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider: no es una invitación de una organización o de personas, sino de Jesús mismo. El llamado está dirigido a todas las personas, y no a las personas en general, sino a cada individuo personalmente. Él llama a la comunión consigo mismo, a su servicio y finalmente a la gloria eterna.
«El que quiere ir a Jesús, debe seguir fielmente su ejemplo«. Pedro siguió al llamado de Jesús, animándose él mismo a lo imposible, a caminar sobre las aguas. Para acercarse a Jesús no alcanza con ir a la Iglesia, orar y hacer buenas obras. «Lo realmente importante es hacer lo que Él hizo», explicó el dirigente de la Iglesia:
- darle absoluta prioridad a la comunión con Dios,
- obrar conforme a la voluntad de Dios en todas las circunstancias,
- aspirar a amar y perdonar como Jesús.
«Arriesguémonos a seguir a Jesús«. Aunque Pedro era un buen nadador, arriesgó su vida bajándose de la barca a pesar del viento y las condiciones climáticas adversas. Hacer lo mismo que Jesús podría significar un riesgo: el que está dispuesto a perdonar muy pronto es considerado débil. Y el que obedece siempre a los mandamientos de Dios, corre el peligro de tener que renunciar a riquezas, reconocimiento o satisfacciones. Sin embargo, «vale la pena ser fieles a Jesús. Pues Él nos es fiel. Él nos ayudará».
«Sólo porque amamos a Jesús hacemos lo que Él espera«. Pedro, por cierto, con su paso sobre las aguas no quiso impresionar a los demás discípulos sino únicamente ir con Jesús. Hoy tampoco se trata de ser mejores cristianos que los demás. «Pero si nuestra motivación es clara, por puro deseo de ir con Jesús y tener comunión con Él, Dios nos ayudará».
«El peligro no viene de afuera, el peligro viene de adentro«. Cuando Pedro se hundió en las olas, no dependió de la tempestad, sino de su «poca fe», como Jesús lo reprendió. Cada creyente tiene que pasar por aflicciones y tentaciones. Pero esto solo no puede privar a nadie de entrar en el reino de Dios. Cuando la fe se debilita y la confianza en Jesucristo disminuye, recién entonces se vuelve peligroso.
«Simplemente pídele a Jesús: ‘Yo quiero, por favor ayúdame’«. Ahogándose en la duda, Pedro clamó a Jesús quien lo asió y lo levantó. Cuando la fe se debilita, no debemos vacilar en pedir ayuda a Dios. Pues el Señor no abandona a quienes lo aman.
La conclusión del Apóstol Mayor: «Confía en Jesús. Oye su llamado. Él mismo te llama: ‘Ven’. Responde a ese llamado y actúa como Jesús. Hasta cuando parece imposible, lo podrás lograr. Ya que si tu motivación es el amor a Jesucristo, Él te dará la fortaleza que necesitas».