Quien quiere encontrar su equilibrio interior, necesita respuestas a dos preguntas: ¿Quién soy? ¿Y qué debo hacer? El factor decisivo es quién da las respuestas. Consejos de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
“Las personas que no saben realmente quiénes son y para qué están, a menudo tienen problemas en su vida”, dijo el Apóstol Mayor el 12 de mayo de 2024 en la isla de Borkum, Alemania. “Obtienen la respuesta de donde pueden”.
Algunos recurren a la familia, los amigos o las redes sociales. “Entonces se pone difícil, cuando se depende de otras personas para saber quién uno es en realidad”. Es más, a veces “no viene necesariamente de personas que están bien dispuestas hacia nosotros, que son honestas, que son serias”. Y, por último, el deseo de agradar a los demás puede llevar a negarse a uno mismo.
La respuesta de Dios
La alternativa: preguntar a Dios. Porque “Dios es honesto. Dios tiene buenas intenciones. Dios es verdad y amor”. Y Dios dice: “Tú, tú eres mi hijo amado. Te he elegido para tu salvación y para la salvación de los demás”, explicó el dirigente de la Iglesia, refiriéndose al texto bíblico del Servicio Divino extraído de 1 Crónicas 28:20. El llamado de Dios es: “Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo”.
El Apóstol Mayor nombró cuatro tareas que hay que abordar.
Capaces de cumplir las tareas
“En primer lugar, para servir, debemos ser capaces de servir. Depende de nosotros asegurar la salud del cuerpo y del alma”. Algunas personas pueden pensar que carecen de los requisitos y las capacidades necesarias. Pero la respuesta de Dios a esto es: “Te he elegido tal como eres ahora. Y puedes servirme tal como eres. No te preocupes. Yo lo sé todo”.
Cuidar la creación
“El primer servicio es el que Dios ha encomendado a todos los seres humanos”: preservar la creación. “La creación sufre por el mal comportamiento y las malas decisiones de los seres humanos”. Por eso, “hagamos nuestra parte, cada uno en su lugar”, añadió el Apóstol Mayor. “Tratemos a la creación usando la razón y el temor de Dios en nuestra vida cotidiana”. Pero “¡no tengáis miedo del futuro!”. Porque “no estamos esperando la decadencia de la creación. Estamos esperando la redención de la creación”.
Trabajar en nuestra propia salvación
“Dios nos ha elegido para nuestra propia salvación, espera que contribuyamos a ella. Debemos crecer a imagen de Jesucristo”. Muchos piensan ahora: “¡Nunca podré hacerlo!”. La respuesta de Dios también aquí: “¡Detente! No te preocupes, ¡manos a la obra! Yo estoy contigo. Yo no mido el éxito. Mido el esfuerzo, tu anhelo, tu deseo. ¡No te rindas! ¡Esfuérzate! Sigue trabajando”.
Contribuir a la salvación de los demás
“Luego debemos servir a nuestro prójimo, contribuir a la salvación de nuestro prójimo. Ese es el siguiente punto”. Pero “¿cómo podemos hacerlo? No podemos convertir al mundo”. Sin embargo, “Dios tampoco nos pide que hagamos eso. Simplemente nos pide que contribuyamos a seguir proclamando el Evangelio”. Esfuérzate. No temas. Pon manos a la obra allí donde estés. Compórtate como un verdadero cristiano para que tus semejantes puedan experimentar a Cristo de alguna manera”.
Servir en la Iglesia de Cristo
Algunos están llamados a desempeñar un ministerio o una tarea especial en la Iglesia. Pero al menos una tarea incumbe a todos: “Todos estamos llamados, sin excepción, a prestar un servicio: el servicio de la unidad de la Iglesia”. Concretamente, “ayudar a superar las diferencias. Asegúrate de que nadie quede excluido. Asegúrate de que la unidad en la Iglesia sea aún más fuerte, aún más hermosa”. Y cualquiera que encuentre obstáculos debe recordar la promesa de Dios: “No te rindas, esfuérzate, por manos a la obra, no te preocupes. Yo estoy contigo”.