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Antes y después: cómo nos cambia la Santa Cena

septiembre 26, 2018

Autor: Peter Johanning

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El Servicio Divino de Dar es-Salam (Tanzania) del domingo 12 de agosto fue transmitido por la television nacional. El Apóstol Mayor predicó ante varios miles de espectadores sobre el significado de la Santa Cena.

«Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:26) son palabras conocidas de la Sagrada Escritura que se pronuncian en la liturgia nuevoapostólica de la Santa Cena en cada Servicio Divino. El mensaje que nos dejan, dijo el Apóstol Mayor, es: «A través del festejo de la Santa Cena confesamos a Cristo». Es el acontecimiento central del Servicio Divino. Comemos su carne y bebemos su sangre para tener la vida eterna. Ya en aquella época Jesús le explicó a la comunidad qué indispensable es esto. «Él instituyó la Santa Cena en el círculo de sus Apóstoles y les confió la autoridad y el encargo para celebrarla». Como consecuencia de esto, allí donde están activos los Apóstoles, los creyentes pueden recibir el cuerpo y la sangre de Jesús. Es un festejo en memoria de Jesús. «Con esta finalidad, el Espíritu Santo nos recuerda en la prédica la doctrina de Jesús, su vida, su sacrificio, su resurrección y la promesa de su retorno. Después Dios nos perdona los pecados para que podamos participar dignamente de la Santa Cena».

Mediante la Santa Cena, Jesucristo nos expresa su amor y nos transmite su naturaleza y sus fuerzas. «Os fortalezco, os doy mi naturaleza», esto es lo que Jesús hace por nosotros hoy cuando celebramos la Santa Cena, manifestó el dirigente de la Iglesia.

Pero también el receptor debe hacer algo: «Para el creyente, así como para la comunidad, el festejo de la Santa Cena es una confesión de fe». Al recibir la hostia consagrada, confesamos públicamente:

  • nuestra fe en Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, en su doctrina, su vida, su sacrificio, su resurrección, su retorno y en el apostolado que Él ha encomendado. El que le dice amén, confiesa públicamente que cree en todo esto.
  • nuestro agradecimiento y amor a Cristo. Agradecemos al Hijo de Dios por haberse dispuesto a ser hombre y entregar su vida por nosotros. El que le dice amén, renueva su promesa de seguirlo fielmente y servirlo.
  • nuestra espera y nuestro entrañable deseo de estar con Él. Jesús anhela compartir su Santa Cena con los suyos en su reino. «Yo creo en esta promesa y espero su retorno y me preparo para ese instante». El amén que pronunciamos al recibir la hostia también significa: ¡Maran-ata, el Señor viene!
  • nuestro amor a nuestro prójimo. Al instituir la Santa Cena, Jesús pidió a sus discípulos que se pasen el cáliz unos a otros para mostrarles que su perdón estaba dirigido a cada uno de ellos. «Nosotros celebramos la Santa Cena conjuntamente». El que le dice amén, toma conocimiento del amor que Jesús brinda al prójimo y del perdón que le concede.
  • nuestra comunión. Nosotros, que somos muchos, conformamos un solo cuerpo porque todos participamos de un pan. Somos un cuerpo, pertenecemos al otro, vamos juntos».

«La Santa Cena debe tener repercusiones visibles en los creyentes y en la comunidad», dijo el Apóstol Mayor y explicó:

  • Nuestra fe en Jesucristo se evidencia en coraje y seguridad. «El que cree en la victoria de Cristo, no tiene razón para sentir temor del futuro».
  • Nuestro agradecimiento y amor se evidencia en que seguimos a Cristo y lo servimos sin exigir una contraprestación.
  • Nuestro ardiente deseo de estar en comunión con Jesús se evidencia en que avanzamos un paso más hacia Él «por ejemplo, dejando de lado algo que le desagrada».
  • Nuestra entera dependencia de la gracia se evidencia en nuestra humildad hacia el prójimo y ya no acentuando los errores que comete.
  • Nuestra comunión como miembros del cuerpo de Cristo se evidencia sirviéndonos unos a otros.

En virtud de la imperfección humana, lamentablemente no nos es posible celebrar la Santa Cena con la misma intensidad en todos los Servicios Divinos, explicó el Apóstol Mayor. «Pero nunca olvidemos que participar dignamente de la Santa Cena es indispensable para nuestra salvación. No escatimemos esfuerzos, ya sea personalmente o en la comunidad, para que la Santa Cena sea una verdadera fiesta del alma, ¡un anticipo de la Santa Cena que vivirá la novia con el Novio!».

septiembre 26, 2018

Autor: Peter Johanning

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