En realidad, el 13 de septiembre de 2020 el máximo dirigente de la Iglesia internacional quería celebrar un Servicio Divino en los EE. UU., pero debido al coronavirus esto no fue posible. Así que lo cambió por la iglesia de Thann (Francia). Los 26 participantes del Servicio Divino se alegraron cuando el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider caminó por el pasillo central hacia el altar.
¿Cómo se ora correctamente? ¿Qué efectos tiene conversar con Dios? La prédica brindó información sobre estas y otras preguntas. El texto bíblico fue: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).
Orar es importante
La oración conjunta es una parte muy importante del Servicio Divino, enfatizó el dirigente de la Iglesia al comenzar sus explicaciones. El Señor prometió estar en medio de los suyos cuando se congreguen en su nombre. “Así que cuando nos reunimos en comunión para pronunciar una oración, podemos estar seguros de que el Señor está presente y ora con nosotros”. Comparte el dolor y la alegría de la comunidad que ora, “se une a lo que expresamos en la oración”. Esta es una experiencia especial.
Dios responderá
Por supuesto, Dios no necesariamente dará todo lo que le pidamos, “pero tenemos la certeza de que cuando la comunidad se une en la oración, Dios responderá” y lo hará de una manera u otra. Esto no exime a cada individuo de orar en casa; la oración individual es igual de importante. Hoy en día, en los tiempos de la pandemia del coronavirus, un cristiano nuevoapostólico tiene mucho más tiempo a su disposición. “Y me pregunto a mí mismo: ¿Estamos orando más que antes? No hay reuniones de la comunidad, ni ensayos del coro, y entonces ¿nos tomamos más tiempo para orar?”. Recordó a la comunidad el dicho: No deberíamos orar cuando tenemos tiempo, sino que deberíamos tomarnos tiempo para orar.
Dios también ora por nosotros
Otro pensamiento interesante del Apóstol Mayor: “Tanto si se trata de la oración en la comunidad como de la oración individual, debemos ser conscientes de que Dios está orando por nosotros. Esto suena extraño, pero es una promesa que está escrita en la Biblia, donde dice que Jesús intercede por nosotros”. Significa que Jesús siempre está dispuesto a perdonar. Él dio su vida por la humanidad y está dispuesto a perdonar. Además, es su voluntad declarada que los que creen en Él sean salvos. Si Jesús intercede, significa que quiere salvar a los que creen en Él.
La ayuda del Espíritu Santo
Para sus oraciones, el hombre necesita la asistencia del Espíritu Santo, porque la diferencia entre la debilidad del hombre y la omnipotencia de Dios es demasiado grande. “Aun cuando no podemos orar porque estamos débiles”, el Espíritu Santo nos ayuda, enfatizó el Apóstol Mayor. “Existen esos momentos de extrema debilidad, de extrema tristeza, en los que uno simplemente suspira porque ya no tiene la fuerza, el deseo o la energía para pronunciar una oración. Y entonces tenemos la garantía: incluso esos gemidos, esos gritos de ayuda, incluso esa ‘no oración’ es magnificada por el Espíritu Santo y transformada para que llegue a Dios”. Esto es un gran consuelo: “Cuando estoy física, moral o psicológicamente en un estado en el que ya no puedo orar, pero siento la necesidad de dirigirme a Dios, el Espíritu Santo se ocupa de que mis gritos de ayuda, mis gemidos, lleguen al trono de Dios”.
Deja que tu oración sea inspirada
Por lo tanto, es importante dejar que nuestras propias oraciones sean inspiradas por el Espíritu Santo: El hombre no sabe qué debe orar, dice el texto bíblico. El Apóstol Mayor lo explicó así: “¿Qué significa esto? Si permitimos que el Espíritu de Dios esté activo en nosotros antes de orar, el Espíritu nos recordará con quién estamos hablando, con Dios, el Todopoderoso, el que no comete errores, el Perfecto, el que lo sabe todo”. Visto de esta manera, el texto bíblico es también una advertencia para dejar que el Espíritu Santo nos guíe en nuestras oraciones.
El Espíritu Santo, que también es un Espíritu de sabiduría, revela la voluntad de Dios: “Nos hace descubrir lo que Dios realmente quiere. Y sabemos lo que quiere: quiere nuestra salvación. Quiere librarnos del mal. Quiere llevarnos a la comunión con Él”.
Y el Apóstol Mayor enumeró otro punto: El Espíritu Santo es también un Espíritu de perseverancia: “¡No te rindas! Ora sin cesar, persevera hasta el final”. La perseverancia en la oración es una cuestión de tiempo, no de la frecuencia de la oración o de la duración o formulación de la misma, se trata de la necesidad de orar. “Y la perseverancia en la oración significa que nuestras acciones están en armonía con nuestras oraciones”. ¿De qué sirve orar por la propia salvación si nos oponemos a ella?
En resumen, el mensaje dominical del Apóstol Mayor fue el siguiente:
- El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad, porque no siempre sabemos cómo debemos pedir.
- El Espíritu Santo nos enseña y nos dice qué debemos hacer.
- Cuanto más inspiradas estén nuestras oraciones por el Espíritu Santo, más seguros estaremos de que serán respondidas.