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Arraigados en Cristo profunda y directamente

agosto 29, 2017

Autor: Andreas Rother

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¿Cómo puede desarrollarse la delicada planta «alma»? Echar raíces, adquirir una posición segura, absorber nutrientes, y después crecer. Lo decisivo es el suelo: una guía para cómo cuidar esta planta tomada de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.

«Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en Él; arraigados y sobreeedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias». Así decía el texto bíblico de Colosenses 2:6-7 que sirvió de base al Servicio Divino del 11 de junio de 2017 en Chicago (EE.UU.).

«Estamos arraigados en Jesús. Todo viene de Él», dejó claro el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en seguida al comienzo. «Él nos concedió la gracia de ser hijos de Dios: Él nos llamó. Él nos hizo posible reconocer en Él al Hijo del Dios viviente».

«Esto nos vuelve humildes, pero también nos brinda seguridad«. Pues, «sabemos que Jesús no comete errores. Es decir, que podemos estar absolutamente seguros de que lo podremos lograr porque Él nos llamó».

De nutriente a fruto

Las raíces permiten a una planta absorber el alimento. «Necesitamos la palabra de Dios. Necesitamos la Santa Cena». Pero la planta debe transformar los nutrientes para poder crecer. La palabra y el Sacramento no son «productos terminados», dijo el Apóstol Mayor. «Tenemos que trabajar con ellos. Tenemos que asimilarlos. Tenemos que reflexionar sobre ellos. Y esto es una tarea nuestra».

Para incorporar el alimento es importante estar arraigados directa e inmediatamente en Jesús: «Es muy importante que nuestra vinculación con Jesús no dependa de la calidad de nuestra relación con sus servidores. Aunque en nuestra vinculación con el Pastor, el Obispo o el Apóstol haya algo que no esté bien, la relación con Jesús debe quedar preservada».

El sabor de los frutos de una planta depende de la condición del suelo en el que está arraigada, explicó el Apóstol Mayor con el ejemplo de la viticultura: si la obediencia y la disposición al sacrificio proviniesen de una obligación o del miedo, tendrían un sabor amargo. «Estemos arraigados en Jesucristo. Entonces podremos llevar frutos y estos frutos tendrán un sabor maravilloso, el sabor del amor».

En toda profundidad

Las raíces le permiten a la planta tener una posición segura. «Seguro, en nuestra vida pasamos por tormentas». Mas el que está firmemente arraigado en Cristo, no pierde el sostén. Como raíces que llegan profundo, el Director de la Iglesia mencionó: la confianza en Jesús y la esperanza en la eterna comunión con Él. «Él es fiel. Él cumplirá su promesa. E incluso cuando tengamos que sufrir, sabemos que vale la pena, porque lo que recibiremos de Jesús es tanto más grande que lo que hoy tenemos que soportar.

«Estemos profundamente arraigados en lo que realmente es nuestra fe«, dijo el Director de la Iglesia. Pese a todo lo que cambió con el tiempo, el núcleo de la Confesión de fe quedó intacto: «Los Apóstoles fueron enviados al tiempo final para preparar la novia de Cristo».

«Y luego también es muy importante que estemos firmemente arraigados en nuestra comunidad«. Pues esta comunión es más que un club. «Estamos unidos por el amor de Jesucristo». Y esto «es más fuerte que todos los errores que se cometen».

El que está arraigado de esta manera, ya hoy se puede desarrollar como un árbol de la vida, dijo el Apóstol Mayor Schneider refiriéndose a Apocalipsis 22, «para ser una bendición para nuestro prójimo, para aquellos que viven con nosotros y alrededor de nosotros». Pues «entonces les podremos ayudar a encontrar a Jesús y recibir el don del Espíritu Santo, el mismo regalo que hemos recibido nosotros».

agosto 29, 2017

Autor: Andreas Rother

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