Asistencia espiritual (17): La evolución en la doctrina, ¿un área problemática de la asistencia espiritual?
¡Siempre estos cambios! Difícilmente haya una Iglesia que se ha desarrollado tanto en tan poco tiempo. Para algunos, la reacción es: Ya no reconozco a mi Iglesia. A otros les produce alegría. ¿Cómo afrontarlo?
De hecho, hay mundos de desarrollo entre el antiguo libro de texto “Preguntas y respuestas sobre la fe nuevoapostólica” y el actual “Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica en preguntas y respuestas”. En el pasado, la Iglesia Nueva Apostólica se describía a sí misma como la Iglesia de Cristo, hoy como parte de ella. En el pasado, faltar voluntariamente al Servicio Divino era un pecado grave; hoy en día, se recomienda encarecidamente la asistencia regular al Servicio Divino, ya que es beneficiosa para el cristiano. Se pueden enumerar muchos pares de opuestos de este tipo. La interpretación de Iglesia, de ministerio y de Sacramentos ha evolucionado, y todo ello cada vez con mayor rapidez en los últimos 30 años.
No a todos los hermanos y hermanas en la fe esto les parece bien. Los asistentes espirituales se encuentran con dudas y falta de comprensión en los hermanos cuando conversan con ellos y luchan por dar una buena respuesta adaptada a cada uno.
Solo hay una verdad
Ocasionalmente escuchan que hermanos y hermanas en la fe no quieren apoyar plenamente tales desarrollos doctrinarios y en casos individuales llegan a cuestionar la autoridad magisterial del apostolado. Lo expresan diciendo, por ejemplo: ¡Esta ya no es mi Iglesia! La tensión entre los enunciados doctrinarios anteriores y los actuales y el contenido de la prédica es demasiado grande para ellos. La antigua verdad divina del pasado no puede ser sustituida por la verdad que hoy se reconoce como correcta. ¿Puede haber una verdad que se contradiga a sí misma? ¿Predicaron los Apóstoles una doctrina falsa en el pasado? Habíamos aprendido y estábamos convencidos de que la prédica era la palabra de Dios, era la voluntad de Dios que nos era revelada y, por lo tanto, la verdad. Sencillamente, no puede haber dos verdades. Dios no cambia. La verdad es la verdad, y no puede ser diferente hoy que en el pasado.
Estas afirmaciones no tienen nada que ver con una cierta incomodidad hacia lo nuevo. Se trata de un profundo conflicto interior que tiene su origen en un concepto dogmático de la verdad en relación con el contenido doctrinario.
Nuestros conocimientos son fragmentarios
Entonces, ¿cómo debe entenderse el término “verdad” en relación con el obrar de Dios a través del Espíritu Santo? Una mirada a las Sagradas Escrituras brinda claridad:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-14).
Con esto, el Señor les dice claramente a sus Apóstoles que todavía no conocen toda la verdad. Solo se les revelaría poco a poco, ya que no podrían soportarla “ahora”. Por lo tanto, en el futuro se añadirían nuevos aspectos de la única verdad, transmitidos por el Espíritu Santo. Él los guiaría gradualmente hacia la verdad completa.
Esto nos recuerda al Apóstol Pablo cuando habla del carácter fragmentario del conocimiento humano:
“Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:10-12).
El conocimiento humano es y sigue siendo “en parte” hasta el final. Los creyentes están en el camino de niño a adulto, del simple conocimiento al conocimiento completo de Dios. Solo cuando el Señor haya venido nuevamente terminará ese conocimiento fragmentario.
De acuerdo con estas afirmaciones de la Sagrada Escritura, la doctrina no puede ser estática ni dogmática, sino que requiere seguir desarrollándose a través de la guía del Espíritu Santo. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider encuentra palabras claras con respecto a este tema en su prédica del 16 de mayo de 2021 en Wiesbaden/Alemania: Los creyentes deben aprender a separar lo esencial de las actitudes personales. Lo esencial es Jesucristo y su Evangelio. Las propias opiniones no son relevantes para la salvación.
En nuestro próximo episodio de la serie sobre la asistencia espiritual, trataremos un término que a menudo se malinterpreta: “Responsabilidad personal: un concepto y muchas malinterpretaciones”.
Foto: Romolo Tavani