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Autorrealización del modo divino

febrero 27, 2020

Autor: Andreas Rother

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Tres ideas de libertad, pero solo una de ellas lleva a la meta. ¿Cuál y cómo? Lo explicó el Apóstol Mayor en un Servicio Divino para la juventud. Y se trató muy poco de teoría teológica y mucho de la vida cotidiana concreta.

Unos 2630 participantes tuvo el Servicio Divino con transmisión dirigido a los jóvenes de la Iglesia regional Alemania del Oeste el 19 de enero de 2019. Sirvió de base Juan 1:12: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».

La libertad

«¿Qué significa ser verdaderamente libres?», preguntó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider y dio tres respuestas:

  • Poder hacer todo aquello que se quiere: «Una sociedad sin reglas no funciona. Pronto reinaría el caos, desorden, opresión de los débiles, abuso de poder, y, y, y…».
  • Estar sin ataduras ni obligaciones: «Totalmente libres, pero terriblemente solos. Al final resulta que su vida es triste, una vida sin amor».
  • Llegar a ser aquello que se quiere: «Tengo que decir que esto me gusta». Precisamente esta libertad es la que ofrece Jesucristo.

La decisión

«Tomamos la decisión: queremos ser hijos de Dios», dijo el Director de la Iglesia. Y con ello también están claros los objetivos: «Quiero ser un vencedor. Quiero ser la imagen de Cristo. Quiero ser digno de poder entrar en el reino de Dios. Quiero ser una bendición y también quiero ser feliz en esta vida.

Las condiciones

«Cristo nos hace libres», enfatizó el Apóstol Mayor. Después de la caída en el pecado, los hombres ya no tuvieron oportunidad de elegir libremente, de volver a la comunión con Dios. Con su muerte en sacrificio, Jesús creó las condiciones para volver a Dios.

A través del renacimiento de agua y Espíritu, Dios hizo que los creyentes fuesen sus hijos. Y ellos recibieron el derecho de entrar en su reino y heredar su gloria.

Las posibilidades

El que recibe a Cristo y pone por obra su palabra tiene la posibilidad de alcanzar los objetivos que se propuso:

  • Vencer el mal: «El Señor Jesús dio una palabra muy sencilla: ‘Como quieres que hagan los hombres contigo, así también haz tú con ellos’. Si uno deja obrar esto en su interior, comienza a reflexionar: ¿Qué me lastima, en realidad? Esto de ningún modo se lo quiero hacer a mi prójimo».
  • Llegar a ser la imagen de Cristo: «Quisiera poder amar, así como Jesucristo». Pero, «las personas son tan distintas, tan diferentes; es un desafío poder amarlas». En su lugar, «si en la comunidad, en el círculo de los jóvenes, Jesucristo es cada vez más importante, siempre será mas fácil aceptar que el otro es diferente y amarlo realmente».
  • Llegar a ser dignos: «El que quiere entrar en el reino de Dios, debe ser santo, debe ser perfecto, totalmente puro. Solo uno lo logró: Jesucristo». Y Él enseña: «Si eres humilde ante Dios, te concedo gracia».
  • Ser una bendición: «El bienestar de cada uno determina el bienestar de todos. El que ve así a la Iglesia de Cristo, el que ve así a nuestra comunidad, sabe que puede contribuir a que les vaya bien a todos. Y se les va bien a todos, también a mí me va bien. Entonces el servir no es una obligación, sino una necesidad».

La vida

«El que recibe a Jesucristo, también notará las repercusiones que esto tiene en su vida cotidiana», explica el Apóstol Mayor:

  • «Cuando alguien verdaderamente combate el mal con el bien, cuando alguien verdaderamente ama, de todo corazón, cuando alguien verdaderamente es humilde, cuando alguien verdaderamente está dispuesto a ayudar al prójimo, entonces tiene una irradiación especial. No queda solo, ejerce una atracción».
  • «El que recibe a Jesucristo, cree en Él y vive conforme a su doctrina, también obtendrá una bendición especial: Dios le concede un corazón lleno de paz, tiene equilibrio espiritual, es feliz y está satisfecho en toda situación».
  • «El que lleva al Señor Jesucristo en su corazón, a su debido tiempo también tendrá el valor de emprender un compromiso y realizarse en él». Y si los cónyuges «edifican su relación en el Evangelio, Dios puede bendecirlos, y son felices, tienen paz en su corazón, ya no sienten temor.

La conclusión del Apóstol Mayor Schneider: «Jesucristo libera a los que lo reciben y creen en Él». Como hijos de Dios «les da la posibilidad y la capacidad para llegar a ser aquello que quieren».

febrero 27, 2020

Autor: Andreas Rother

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