¿Ayudar? ¡Me gustaría! ¿Pero cómo? Preguntas como estas se levantan una y otra vez en las comunidades nuevoapostólicas considerando la gran afluencia de refugiados a Europa. La Dirección de las diferentes Iglesias regionales no se queda sólo con la convocatoria, sino que ofrece ayuda para los que ayudan.
Distintos Apóstoles de Distrito se han dirigido con circulares a las comunidades y distritos. Las cartas contienen sugerencias concretas sobre cómo pueden colaborar aquellos que están interesados y qué deben tener en cuenta. Los lineamientos más extensos están disponibles en Alemania del Sur. Las «Indicaciones básicas para acompañar como voluntario a refugiados» están referidas a la colaboración de los siete «encargados para ayuda humanitaria» regionales, que en su mayoría provienen de profesiones sociales o médicas.
Independiente de la religión y la procedencia
La «dedicación a los seres humanos, sin prejuicios» es la máxima que tienen en común todas las cartas. Al fin y al cabo, el Catecismo dice: «La Iglesia Nueva Apostólica
está comprometida con el Evangelio y los mandamientos de la ética cristiana. Por lo tanto, ve
entre sus funciones «la práctica del amor al prójimo» en bien de los seres humanos sin consideración
de sexo, edad, color de piel, nacionalidad ni religión» (capítulo 13.5.3).
La ayuda que brindan los hermanos y hermanas debe hacer vivir a los refugiados que son bienvenidos independientemente de su procedencia y religión. Este es el tenor unánime de las circulares. Después de todo, esas personas vienen a Alemania desde regiones en crisis y en guerra para poder sobrevivir.
Colaborar en una estructura acreditada
Para el que se quiera comprometer, lo mejor es dirigirse a organizaciones de ayuda comunales o confesionales como Caritas y Diakonie o a iniciativas como círculos de trabajo locales, recomiendan los Apóstoles de Dsitrito Rainer Storck (Renania del Norte-Westfalia) y Michael Ehrich (Alemania del Sur) de modo similar a sus colegas en el ministerio. También es aconsejable ponerse en contacto con las autoridades comunales para poder apreciar las posibilidades de brindar apoyo.
Esta forma de proceder tiene buenos motivos: estos lugares tienen mucha experiencia con la coordinación, conocen las necesidades concretas y pueden emplear a los que quieren ayudar de acuerdo con sus fortalezas. Además poseen instrucción y seguimiento profesional, así como apoyo y asistencia ante eventuales problemas.
Los contactos producen intercambio
Más allá de las donaciones y la colaboración en la práctica, hay que cultivar en las comunidades una «cultura de la bienvenida», acentúa por ejemplo el Apóstol de Distrito Rüdiger Krause. Algunas de las posibilidades que se ofrecen para ello son las invitaciones a reuniones distendidas o actividades al aire libre, ofrecimientos como ayuda para las tareas de la casa o círculos de juego, así como el acompañamiento por ejemplo a visitas a los médicos o a hacer compras, enumeran los lineamientos de Alemania del Sur.
Estos contactos hacen posible conocerse e intercambiar pensamientos conversando. Aquellos que ayudan deberían ser conscientes de las diferencias culturales. Aquí se busca tanto una postura respetuosa frente al desconocido, como el conocer sus propios valores, pero ante todo serenidad y curiosidad.
Comprometerse con límites
El compromiso personal, sin embargo, tiene sus límites, como aclaran los «encargados de ayuda humanitaria»: muchos refugiados provienen de zonas de guerra y están traumatizados. Para las tareas de edificación, lo correcto es dirigirse a profesionales que aplicarán las terapias adecuadas. El proceso de reconocimiento está en manos de las autoridades y no debe ejercerse influencia sobre el mismo. Los colaboradores también deben tener en cuenta su propia capacidad de porte.
Y finalmente: la asistencia no es una actividad misionera, sino un servicio que se presta por amor al prójimo. Así, los Apóstoles de Distrito Wolfgang Nadolny (Berlin-Brandeburgo) y Wilfried Klinger (Alemania Central) aluden en sus cartas al mismo texto bíblico (Mateo 25:35-40): «Fui forastero, y me recogisteis». Y: «Cuanto lo hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis».
Foto: Hannibal Hanschke / Reuters