Orar funciona. Los niños lo experimentan tanto como los adultos. Incluso si es la otra persona la que tiene un problema en el que Dios puede ayudar. Una guía no solo para niños.
Hemos aprendido que podemos pedir a Dios cualquier cosa. Y hemos aprendido que en la oración no solo debemos pedir por nosotros mismos, sino también interceder por los demás. Esto no quiere decir que sea un ejercicio obligatorio que debemos cumplir pidiéndole a Dios que haga que todos estén sanos. Si no solo oramos por nosotros, sino también por los demás, esto no significa que traslademos a Dios toda la responsabilidad por nuestros semejantes y luego sigamos nuestro camino. Al contrario, quien intercede en la oración quiere asumir activa y conscientemente la responsabilidad por otra persona y por el mundo que le ha sido confiado a esa persona. Aparta la mirada de sí mismo y la dirige hacia el otro. Si vemos que alguien necesita algo que nosotros mismos no podemos ofrecerle, pedimos ayuda a Dios. Al mismo tiempo, somos convocados a dar lo mejor de nosotros mismos. No nos cruzamos de brazos y esperamos que Dios lo solucione todo. Pedimos a Dios que nos apoye para ayudar a otra persona. Esto es intercesión honesta y practicar el amor al prójimo. Hay personas que no pueden orar por sí mismas, por ejemplo, porque todavía no conocen a Dios o porque acaban de ser decepcionadas por Dios y, por lo tanto, les resulta difícil orar. Necesitan nuestra intercesión de manera especial. Podemos hablar en nombre de estas personas en la oración ante Dios. Jesús mismo nos mostró cómo hacerlo intercediendo por nosotros ante Dios. Los niños también pueden aprender a interceder por los demás ante Dios.
Ejemplos de oración
Hasta los niños más pequeños se fijan en cómo oran los adultos e imitan a su ejemplo. Los niños se orientan mucho hacia sus respectivos modelos de conducta y se desarrollan en consecuencia. Por eso, para ellos cuenta más lo que hacemos que lo que decimos. Un niño también reconoce la prioridad que damos a la oración por el tiempo que dedicamos a nuestra oración personal. Si se dedica muy poco tiempo a la oración, los niños no experimentan todo lo que puede contener una oración. La oración puede ser más valiosa para los niños simplemente planificando suficiente tiempo para ella y organizándola conscientemente juntos. Los propios niños deben poder participar. Si todavía no son capaces o no les gusta orar solos, los adultos pueden hablar antes con los niños de sus preocupaciones personales y mencionarlas en la oración conjunta.
Hablar de la oración
Como los niños en edad escolar primaria tienen una gran sed de conocimiento y se preguntan muchas cosas para reconocer las conexiones, éste es el mejor momento para explicarles la oración con más detalle. Mientras los educadores ponen el ejemplo de la oración en la vida cotidiana y la “practican” junto con los niños, pueden introducir repetidamente lo que realmente significa orar. Basta con una frase explicativa antes de la oración: “Ahora vamos a orar juntos, lo que significa que estamos hablando con Dios y sabemos que Él nos escucha, aunque no podamos verlo”.
Los niños interceden por los demás
Los niños de primaria desarrollan el sentido de igualdad y justicia en sus interacciones con los demás. En esta etapa, son especialmente receptivos a las conversaciones sobre cómo actuar con justicia frente a todas las personas y que la justicia no significa que todas las personas reciban el mismo trato. Los niños asumen que Dios hace lo que es mejor, aunque no lo entendamos. En las conversaciones, ahora surge con más frecuencia la pregunta de por qué Dios no ayuda, aunque podría hacerlo. Si un niño pregunta por qué Dios no ayudó a otra persona, a pesar de que el niño se lo había pedido, es importante que los padres respondan con sinceridad y también admitan que no lo saben.
Los niños ahora empiezan a responsabilizarse de sí mismos y a ponerse en el lugar de los demás. Se esfuerzan por ser aceptados por sus compañeros y cultivan amistades profundas. Ya no esperan que un amigo les corresponda inmediatamente por algo bueno que hagan por él. La reciprocidad puede tener lugar cuando el niño necesita ayuda. Por consiguiente, las intercesiones de los niños están relacionadas con la necesidad real que los niños descubren en su entorno.
Los adultos deben considerar cómo dicen algo en la oración y cómo podrían entenderlo los niños. Si a un niño se le da la oportunidad de presentar sus preocupaciones personales a Dios en la oración sin sentir que se lo está poniendo en evidencia, los adultos pueden averiguar qué relación tiene el niño con Dios y cuál es su comprensión de la oración.
Practicar la intercesión: 3 consejos
- Oración con el periódico: Los padres pueden leer el periódico junto con su hijo y pensar en cada página por quién pueden orar (y luego hacerlo juntos): por ejemplo, en las necrológicas, por el consuelo de los deudos; en las noticias sobre catástrofes naturales, por ayuda para los heridos y un hogar para los desamparados; en las noticias sobre política, por decisiones sabias de los gobernantes; en las noticias sobre accidentes de tránsito, por atención y concentración para todos los que viajan por las carreteras, etc.
- Un álbum de fotos también puede servir para ello. Los padres pueden mirar un álbum de fotos junto con su hijo, elegir a familiares, amigos, etc. y conversar sobre qué quieren orar exactamente por esa persona.
- Durante un paseo por su ciudad, los niños pueden mirar a su alrededor y pensar por qué pueden orar (para que la anciana de la pequeña casa no se sienta sola, para que el vecino que se queja encuentre algo que lo alegre, para que el niño de la esquina vuelva a estar bien, etc.).
Sobre la autora: Maraike Finnern estudió educación especial, perfeccionándose en matemáticas, música y religión. Trabaja como profesora y orientadora escolar en una escuela primaria de Hamburgo. En el área del Apóstol de Distrito Krause es responsable de los niños y la enseñanza.
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