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Bendecida Navidad en todas partes

diciembre 24, 2017

Autor: Peter Johanning

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La fiesta de Navidad no deja frío a nadie, ni en los países en los que Navidad es sinónimo de invierno y nieve. Pero para que el verdadero mensaje de esta fiesta cristiana produzca la calidez necesaria en todos, hace falta algo más que cantos, árbol de Navidad y regalos. ¡También se necesita la fe!

Navidad es, por cierto, la principal y más conocida fiesta cristiana. La mayoría de las personas, y no sólo de la población cristiana mundial, sabe que Jesús nació como verdadero hombre, que Dios envió a su Hijo a este mundo, en una noche en Belén, afuera en el campo, en el pesebre de una posada. En los alrededores no había gente, sólo los pastores. Ellos fueron los testigos directos del acontecimiento. Es cierto que este hecho ya había sido anunciado mucho antes. Ya lo mencionaban las antiguas escrituras. Incluso nombraban a Belén, la ciudad de David.

En el Evangelio de Lucas leemos que debía llamarse Jesús. Jesús significa: ¡Dios salva! En el Evangelio de Mateo se cita un pasaje del libro de Isaías y un segundo nombre del niño: Emanuel, que significa: ¡Dios con nosotros!

Sólo pocos estaban esperando

En realidad, todo claro, ¿o no? No tanto, pues nadie, por cierto, había contado con esta forma de presentarse. Un Mesías que nace en la pobreza, de noche, en medio de la oscuridad y sin bombos ni platillos, suena improbable. Aunque la nostalgia por el Mesías estaba muy difundida, de alguna forma había quedado reducida sólo a la historia. Los viejos la contaban. Más no.

Leer y oír antiguas profecías es una cosa, esperar su cumplimiento, otra. La realidad es que sólo había unos pocos cuando el bebé vino al mundo. La madre, José, algunos pastores, tres intérpretes de estrellas del norte de África, una profetiza y un viejo sacerdote. Así era, más o menos. Pero ellos vivieron cosas maravillosas:

  • Los sabios vieron una nueva estrella.
  • Los pastores oyeron cantar a los ángeles.
  • La madre fue la que más entendió el significado de todo lo que sucedía.
  • Ana, la profetiza, vio cumplido su deseo. Asimismo Simeón, el sacerdote.

Se busca una nueva estrella

¿Y hoy? ¿Qué le da Jesucristo al hombre hoy? Una nueva estrella no estaría mal. Un poco más de orientación haría bien. Muchas voces dicen muchas palabras, cada uno a su manera. ¿Quién muestra una dirección a seguir que sea buena para la humanidad? ¿Quién se ocupa de la justicia? ¿Quién protege a los más débiles, quién declara la paz como el parámetro de la humanidad? ¿Quién pone el hombro cuando al prójimo le es jugada una mala pasada? ¿Quién vuelve a reparar el daño que se produce?

Tarea para todos

Y esta no sólo es la tarea de unos pocos políticos ‘allá arriba’, sino que nos toca a todos. Hasta las Iglesias sólo pueden brindar su apoyo en forma condicionada. En ellas, aunque se predica sobre Jesucristo y sus parámetos de valor, la que tiene que ponerlo por obra es la comunidad que escucha. «Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, la guardan y obran como corresponde», es uno de los desafíos determinantes para todos los hombres, sea Navidad o no. Navidad es sólo un buen punto de apoyo para el eje del bien, tal vez para un nuevo comienzo de paz y justicia.

«¿Qué deseas recibir?», se le preguntó a la pequeña Olga. «Un verdadero hogar», respondió con espontaneidad. Lo viví yo mismo, en un hogar para niños huérfanos sociales. ¡Navidad es como estar en casa!

Foto: kevron2001 / fotolioa

diciembre 24, 2017

Autor: Peter Johanning

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