Tener éxito, es fantástico. Pero qué pasa cuando alguna vez no se logra. Hay mejores motivos para alegrarse: el «top five» de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
Los discípulos estaban entusiasmados: Jesús los había enviado. En su nombre lograron cosas increíbles. Sin embargo, la euforia de los que regresaban fue recibida con un balde de agua fría: «Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Este texto bíblico de Lucas 10:20 fue la base para el Servicio Divino del 7 de abril de 2019 en Ámsterdam (Países Bajos).
La fuente de la alegría pasajera
¿Por qué el balde de agua fría? El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider lo explicó. Jesús sabía exactamente que si los discípulos en ese momento se alegraban por los éxitos que habían alcanzado, en el día de mañana se pondrían tristes cuando llegara el tiempo de los fracasos. Que ese tiempo llegaría, estaba bien claro: Los hombres no aceptaron a Jesús, tampoco aceptarían a los discípulos.
«Nosotros también hemos sido elegidos por Dios y Dios nos ha dado una misión», explicó el Director de la Iglesia. Pero, «hoy no tenemos más tanto éxito. El mensaje del Evangelio, por un lado, y el mensaje de los Apóstoles hoy activos, de que el Señor vendrá pronto, ya no son tan aceptados».
«Aunque el mensaje hoy no sea aceptado, de lejos no significa que Dios no está con nosotros», enfatizó. Al igual que Jesús, que fue enviado por el Padre, y que no fue aceptado por los hombres: «Pero esto no tuvo nada que ver con que Dios no estaba con Él».
La fuente de la alegría eterna
«Regocíjate por la salvación que has recibido». Así tradujo el Apóstol Mayor el texto bíblico. «El Evangelio es válido primero para ti. Regocíjate por el alegre mensaje».
- La alegría por reconocer al Salvador: «Jesús es el Hijo de Dios. No es algo automático que, cuando el mensaje es anunciado, sea aceptado por los hombres. Dios nos ha concedido la gracia de reconocer el Evangelio, de reconocer a Jesucristo, de reconocer a los Apóstoles».
- La alegría por el obrar de Dios en nosotros: «Cuando pienso que el amado Dios hace de mí un alma que podrá entrar en la perfección, en la santidad de su reino, ¡me parece simplemente fantástico! ¡Dios hace grandes cosas en nosotros!».
- La alegría por nuestro obrar con Dios: «Jesús no nos dio la potestad de erradicar el mal de este mundo. Nos dio la potestad de poder vencer el mal en nuestro corazón.
- La alegría por ayudar a otros: «A pesar de todo rechazo de los hombres, que no quieren oír nada más de Dios, Él los sigue amando. La señal de su amor somos nosotros. Él nos sigue enviando y dice: ‘¡No nos rindamos frente a los hombres, seguid adelante!'».
- La alegría por conocer el final: «Dios se ocupa de que todos los hombres puedan oír el mensaje, aquí sobre la tierra, en el más allá o en el reino de paz. Esta es nuestra alegría, que todos los hombres que quieran acercarse a Dios lo puedan hacer. Dios quiere llevar su Obra a la consumación».
«Soy absolutamente consciente de que no es fácil ser hoy un cristiano, un cristiano nuevoapostólico», sacó el Apóstol Mayor su conclusión, «sin embargo, seamos conscientes de que ¡somos ricos en Cristo!».