
¿Llamados para ser bendición? ¿Cómo puede funcionar eso en un mundo donde reina el mal y el bien parece tan débil? Un Servicio Divino con el Apóstol Mayor tiene las respuestas.
“No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”. Este fue el texto bíblico para el Servicio Divino del 9 de marzo de 2025 en Bottrop (Alemania).
“Bendición es todo lo que contribuye a nuestra comunión con Dios”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Cuando Dios nos bendice, significa principalmente que nos da lo que necesitamos para fortalecer y promover nuestra relación con Dios”. Porque: “La mayor bendición es tener comunión eterna con Dios”.
“Ahora debemos bendecir”. ¿Y qué significa eso? “Debemos ayudar a otras personas a encontrar el camino hacia Dios y a ser capaces de recorrerlo”. Y “podemos bendecirlos ayudándolos a vencer el mal, aquello que les impide tener comunión con Dios”.
El mal y las palabras de agravio
¿Qué es el mal? El Apóstol Mayor dio algunos ejemplos:
- Falta de amor y sufrimiento: “Las consecuencias del mal comportamiento de las personas, las consecuencias de sus malas decisiones, esto a menudo tiene consecuencias para muchísimas personas. Y muchas personas sufren por ello y no entienden: ¿Qué hace Dios? ¿Por qué permite esto?”.
- Materialismo: “Ese es el gran problema de nuestro tiempo: la gente solo tiene una mentalidad terrenal. Todo gira en torno a su existencia en la tierra. Ya no necesitan a Dios”.
- Devolver el mal con el mal: “La gente reacciona mal porque todo es diferente de lo que quiere. Se vuelven agresivos, se vuelven intolerantes. La gente se vuelve cada vez más violenta, ya sea verbalmente o en los hechos. Esto los aleja de Dios”.
- Falsas expectativas: “Lamentablemente, hoy en día hay muchos creyentes que creen en un Dios que castiga. Están muy alejados de Dios, porque Dios no es así en absoluto”.
- La pecaminosidad de los creyentes: “Se ve una y otra vez que los cristianos, los portadores de ministerio, las Iglesias son todos realmente imperfectos. Ocurren cosas que nunca deberían ocurrir. Por eso la gente se aleja de Dios”.
La bendición y las respuestas
“Ahora, nosotros fuimos llamados, Dios nos necesita: tenéis que ser una bendición para los seres humanos”. Pero: “¿Cómo podemos hacerlo?”. Las respuestas del Apóstol Mayor:
- Asistiendo al Servicio Divino: “De esta manera probamos: Dios está allí. Él está trabajando, puedes encontrarte con Él. Se lo puede oír, Él trabaja por la salvación de la humanidad: en el Servicio Divino, mediante la palabra y los Sacramentos. Nos reunimos cada domingo y celebramos la victoria de Jesucristo sobre el mal”.
- Comunicando la buena nueva: “La vida es algo más que dinero, posesiones y placer, hay otra dimensión. La dimensión del amor, la esperanza, la paz, la plenitud: eso es lo que Dios nos da”.
- Combatiendo el mal con el bien: “No nos dejamos llevar por la espiral de la violencia. No nos refugiamos en el egoísmo. No, queremos hacer el bien. Aunque sea a muy pequeña escala, una persona en medio de otras mil, hacemos el bien”.
- Dando el perdón: “No queremos acusar a la otra persona. El mal que me hace mi prójimo puede ser doloroso, pero no puede impedir que Jesucristo me salve. Por eso también podemos perdonar”.
- Confesando humildemente: “Sí, no todo es perfecto. Somos conscientes de ello, pero nos esforzamos por cambiarlo. Y no olvides lo maravilloso que puede ser en la comunión de los creyentes. Donde actúa de verdad el amor de Jesucristo, allí es hermoso, allí es cálido, allí es agradable”.
La bendición y la herencia
“Si nos esforzamos por bendecir a los demás, entonces somos como Jesucristo y ese es nuestro objetivo”, dejó claro el dirigente de la Iglesia: “Queremos asemejarnos cada vez más al Señor Jesucristo para poder entrar en su reino. Y esa es la bendición heredada: este desarrollo personal”.
“Los resultados de nuestros esfuerzos no siempre son visibles”, reconoció el Apóstol Mayor. Pero: “No nos desanimemos. No se trata del éxito, sino de tu desarrollo. Y todo lo demás se lo dejamos al Señor. Él puede convertirnos en una herramienta para hacer el bien. Ni siquiera nos damos cuenta, pero eso no es malo, porque solo somos una herramienta. El Maestro hace el bien, no nosotros”.