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Como deportistas en el camino de los vencedores

enero 9, 2019

Autor: Andreas Rother

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Se necesita esfuerzo, constancia y fuerza de voluntad en esta competencia. Pero no se trata de vencer a otros. El programa de entrenamiento de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.

Todo giró en torno a una corona el 18 noviembre de 2018 en Manila (Filipinas). El motivo fue tomado de Santiago 1:12: «Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman».

La imagen de la corona aparece muchas veces en el Nuevo Testamento, explicó el Apóstol Mayor Jean Luc Schneider: a veces como la corona de vida, otras como la corona de gloria o también como la corona de justicia. Siempre hace referencia a lo mismo: la vida eterna, la eterna comunión con Dios.

Como un atleta en una competencia

Cuando ante todo Pablo, pero también Santiago utilizaron esta imagen, no tuvieron presente una corona de un material precioso, sino más bien una corona enroscada hecha de hojas. Con ella se premiaba en aquella época a los vencedores de las competencias.

Con esta comparación, los Apóstoles querían decir algo: «Para alcanzar la vida eterna, para entrar en el reino de Dios, hay que comportarse como un atleta en una competencia», explicó el Apóstol Mayor.

  • Los competidores deben desplegar fuerza de voluntad, renunciar a algunas cosas y demostrar constancia: «Uno no va a parar así nomás al reino de Dios. Es un desafío de cada día. Cotidianamente debemos trabajar duro en nosotros mismos. Tenemos que sacrificar mucho. Debemos trabajar duro para ajustar nuestros pensamientos y nuestras obras a la voluntad de Dios».
  • Todos los atletas tienen que cumplir reglas: «Todo lo que hagáis, hacedlo por amor a Jesús, por amor a vuestro prójimo. Lo que no se hace por amor, es absolutamente inútil para la redención. Esta es la regla. No fue inventada por la Iglesia Nueva Apostólica. Esta regla fue dada por Jesucristo mismo».
  • En esta competencia, las demás personas no son los adversarios: «No debemos luchar contra otros. Nuestro único adversario, nuestro único competidor es el maligno. No debemos ganarle a nuestro prójimo. Dios tiene preparadas tantas coronas como competidores hay».
  • En cada competencia hay jueces que hacen de árbitros, que garantizan el cumplimiento de las reglas y determinan quién es el vencedor: «Este juez es Jesucristo mismo. Él me juzgará de acuerdo con mis obras y mis pensamientos, independientemente de lo que hayan hecho los demás. No podemos usar a los demás para discuparnos por nuestra propia conducta».
  • El deportista no puede decidir en qué momento se realiza la competencia: «La competencia tiene lugar precisamente ahora, en tu vida de hoy. Usemos toda nuestra energía para ser vencedores. Con la ayuda de Jesucristo podemos ganar la carrera. Entonces podremos llegar a la redención, recibir esta corona».

La corona aún tiene un significado especial, enfatiza el Apóstol Mayor: El Apocalipsis habla del sacerdocio real que reinará junto a Jesús en el reino de paz. Pero allí Cristo mismo no ejercerá un poder mundano, sino únicamente un poder espiritual. Nada entonces le podrá impedir que lleve su Obra Redentora a la consumación.

Y aquellos que reinarán con Él, no gobernarán sobre los hombres, sino que estarán al servicio de Dios para anunciar la salvación a todos los seres humanos. La tarea que el Señor les confiará podrá ser diferente según la capacidad de cada uno. Pero «la corona será la misma. Estarán con Jesús por toda la eternidad».

enero 9, 2019

Autor: Andreas Rother

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