Como tomarse en serio el amor al enemigo
¿Amar al enemigo? ¿Parece imposible, o nos equivocamos? Por otra parte, ¿quién no tiene enemigos? El Apóstol Mayor explica que todos los tenemos y cómo es posible amarlos. Un Servicio Divino que no sólo tiene un efecto sorpresa.
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por lo que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. El pasaje bíblico proviene de Mateo 5:44 y 45, alrededor del cual giró el Servicio Divino del 24 de junio de 2018 en la ciudad de Passau, Alemania.
Tres motivos para la enemistad
“Un primer hecho que citaré es que para el Señor Jesús, evidentemente, es muy normal que tengamos enemigos”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider.
- Es verdad que rige la exhortación del Apóstol Pablo en el sentido de estar en paz con todas las personas, que a decir verdad debería decir: “Debes poner todo de tu parte, pero no puedes forzar a las personas a estar bien predispuestas contigo”.
- “Somos conscientes de que no somos perfectos. Uno que otro incluso tiene un buen motivo para no ser tan agradable con nosotros”. Si el mismo Jesús, que era perfecto, tenía enemigos, ¿por qué esperar de nosotros, “pobres pecadores” que todos nos aprecien?
- Jesús dijo con claridad que sus discípulos están expuestos a las persecuciones (Juan 15:20).
Tres motivos para amar al enemigo
- Jesús exhorta a las personas a amar a sus enemigos, a orar por ellos, bendecirlos y hacerles bien (Lucas 6:27-35). Esto no debiera considerarse una exageración retórica para que el mensaje tenga impacto general. “Es decir que tenemos que tomarnos muy en serio esta cita”, comentó el Apóstol Mayor:
- “Dios puede pedir de nosotros lo imposible, porque Él nos da lo imposible”, específicamente, “Aquello que nos ofrece Dios, el Reino de Dios, es tan sublime, tan santo, tan grande que excede cualquier límite de lo humano”.
- “No pide de nosotros que seamos víctimas sin voluntad del mal. El Señor Jesús tampoco lo hizo. Nosotros nos podemos defender y podemos hacer valer nuestros derechos. Pero debemos amar a nuestro prójimo, cuando se trata de la salvación del hombre”.
- “En este caso no se trata de simpatía o de antipatía. Se trata de amor divino. Debo amar a mi prójimo o a mi enemigo, del mismo modo que Jesús me ama”.
Del modo que amaba Cristo
- “¡Y ahora se pone interesante! ¿Cómo nos ama Jesús?”, preguntó el Apóstol Mayor Schneider. Su respuesta fue:
- “Jesús me ama de modo absoluto, sin condiciones ni motivos: yo ni siquiera existía y él ya me amaba y murió por mí. No esperaba nada a cambio”.
- “Para Jesús, los hombres no son enemigos. Son víctimas del mal y Él los quiere liberar”.
- Ni las humillaciones ni las acciones violentas que sufrió Jesús lo detuvieron de andar su camino. “Siguió siendo fuerte en su voluntad”, concluyó el Apóstol Mayor.
¿Cómo pueden amar los cristianos?
“¿Qué significa esto concretamente para nosotros?”, versó la siguiente pregunta de la máxima autoridad espiritual, y sus respuestas fueron:
- “¡Nos hemos decidido por el bien! Seguimos a Jesús y no nos dejamos apresar por el mal”.
- “Perdonamos a nuestro prójimo, porque la paz de nuestra alma, nuestra relación con Dios es mucho más importante para nosotros que el daño que hemos sufrido”.
- “Debemos amar a nuestros enemigos del mismo modo que nos ama Jesús. Los vemos simplemente como víctimas, porque fueron atrapados por el espíritu del mal. Oremos por ellos: Permite que sean libres”.
- “También contribuyamos a que obtengan su libertad. Por eso hagámosles el bien, simplemente para que puedan experimentar a Jesucristo.”
¿Qué nos ayuda a amar de este modo?
“Claro es, por supuesto, que amar de este modo no es tan sencillo”, admitió el Apóstol Mayor. “El Señor Jesús también sufrió debido a la enemistad. Pero siempre buscó consuelo en la comunión con su Padre. Por eso vamos una y otra vez con nuestro Padre. Y de esta relación con Dios obtenemos consuelo y fuerza”.
También hay situaciones dramáticas, en las que una persona no puede perdonar por más buena voluntad que tenga. “Pero lo importante es estar dispuesto a perdonar.” Porque, concluyó la cabeza de la Iglesia: “Dios bendice la voluntad y el esfuerzo, no así el éxito.” y por eso “¡Por favor, no abandones! Dios te dará gracia y, en algún momento, tendrás la fuerza necesaria para perdonar.”