Color del sitio web:

apostles.today church.today faith.today seasons.today world.today

Con el calendario litúrgico a través del año litúrgico

abril 26, 2017

Autor: Peter Johanning

Imprimir
Escúchalo

Dos grandes ciclos festivos incluye el año litúrgico: Navidad y Pascua. La Iglesia Nueva Apostólica también se orienta por el calendario litúrgico. ¿Qué implica esto?

Ni imaginarse 52 Servicios Divinos dominicales por año sin una línea vinculante a seguir. O: en las principales festividades eclesiásticas como Navidad, Pascua, Ascensión, Pentecostés, ¿no tienen que constituirse en puntos centrales de la prédica los informes bíblicos sobre los acontecimientos de aquella época? En otras palabras, un calendario litúrgico que ofrezca orientación en la Escritura y además, contenidos de los respectivos acontecimientos aludidos en la Escritura, es todo un logro. Ayuda al cristiano a poder entender.

En el Catecismo nuevoapostólico dice en forma breve y concluyente al respecto:«Las festividades religiosas se retrotraen a hechos importantes de la historia de la salvación. Estos hechos son rememorados con profundo respeto y agradecimiento. En la Iglesia Nueva Apostólica se conmemoran las siguientes festividades, cuyo significado es destacado mediante un Servicio Divino especial, teniéndose en cuenta las diferencias regionales: Navidad, Domingo de Ramos, Viernes Santo, Pascua, Ascensión, Pentecostés, Agradecimiento por la cosecha. La liturgia de los Servicios Divinos en las festividades mencionadas, básicamente es la misma que para los Servicios Divinos con festejo de la Santa Cena. Además, puede realizarse la lectura de la Biblia, tomando como tema el respectivo suceso dentro de la historia de la salvación. En el anuncio de la palabra se hace alusión a los hechos históricos mencionados en la Sagrada Escritura, como asimismo al significado que tienen para nuestro tiempo y para la salvación de la humanidad» (Catecismo INA 12.5).

El año litúrgico comienza con hambre

El año litúrgico no comienza con el 1º de enero de cada año –el 1º de enero no es, en absoluto, una festividad religiosa–, sino con el 1º Adviento. Antes, hace mucho, el Adviento daba inicio a un tiempo de ayuno. ¿Por qué ayunar? Los cristianos esperan al Salvador. Uno ayuna y se ocupa en forma contundente, en cuerpo y alma, de la fiesta del nacimiento del Señor. Cuatro semanas de ayuno. El año litúrgico comienza con hambre.

En Navidad viene la alegría

Después del ayuno viene la alegría: llega la Navidad. Nació Jesucristo viniendo a la tierra como verdadero hombre y verdadero Dios. La cristiandad lo celebra feliz, eufórica, en todo el mundo. Dios llegó al mundo. El gran abismo quedó atrás. ¡Está Cristo! Primero lo oyen los pastores en el campo, después Israel, después toda la humanidad, también hoy. Pasó el tiempo de duda y tristeza. El hambre fue saciada. La mesa está puesta.

Según el calendario litúrgico, el ciclo de Navidad dura hasta el 6 de enero. Esto tiene su origen en las historias bíblicas relatadas en los Evangelios sobre Jesucristo: su nacimiento, su encarnación, su venida al mundo y al templo. Epifanía, el nombre latino para el 6 de enero, es la manifestación del Señor. Es un día central para contar en el año litúrgico. Los domingos que le siguen hacen referencia a él: el 1º domingo después de Epifanía, el 2º domingo después de Epifanía, el 3º domingo después de Epifanía y siguiendo así, seis veces.

También Pascua necesita hambre

Septuagésima –70 días antes de Pascua– se llama el domingo que pone término al tiempo de Epifanía. El calendario litúrgico prepara a los creyentes para el tiempo de pasión que está por delante. En el medio de este tiempo de espera previo a Pascua, está el Miércoles de Ceniza. Con él comienza el tiempo de ayuno antes de Pascua, el próximo gran ciclo del año litúrgico. Hay que preparar grandes acontecimientos, como el tiempo de pasión de Cristo. 40 días antes ya llega Pascua a la mesa y al corazón de los cristianos. Recogimiento, purificación, arrepentimiento, recordando los 40 días de Jesús en el desierto.

El Domingo de Ramos introduce en la última semana de la pasión, que también se llama Semana Santa. Primero Jesucristo es recibido eufóricamente frente a los muros de Jerusalén como el Mesías, después los ánimos cambian: el «aleluya» se convierte en «crucifícale». El Viernes Santo es el día más negro del calendario litúrgico. En la Iglesia Nueva Apostólica rige abstenerse de realizar actos. Duelo y consternación hacen su entrada en la Iglesia. ¡Ha muerto el Redentor!

Y luego acontece el milagro, lo incomprensible: la resurrección. Jesucristo pasa de la muerte a la vida. El sepulcro está vacío, cuatro palabras que resumen el enunciado central del alegre mensaje en una frase. Si el sepulcro no hubiese quedado vacío, Jesús no habría resucitado y hoy no habría vida cristiana. Pablo dice: «Mas ahora Cristo ha resucitado».

Entre Pascua y Pentecostés

Sigue el largo tiempo de la alegría pascual. Es interrumpido por la Ascensión de Cristo, pero no finaliza allí. Y, sin embargo, su mensaje también hace sobresaltar a los cristianos: el Señor se va. Se separa de sus discípulos. Parece que el tiempo en común finalizó. Pero bueno, tendrá que venir un Consolador. Un poder con enorme energía. La alegría regresa. Y la espera también. ¿Qué se espera?

Pentecostés, el día 50º después de Pascua, que finaliza el ciclo de Pascua. La espera finalmente termina. El Consolador prometido, el Espíritu Santo, desciende sobre el pueblo de Dios. En Pentecostés la Iglesia celebra su cumpleaños. El Espíritu mantiene vivo y fresco el mensaje de Jesús, anuncia un futuro grandioso, hace clara y llena de esperanza la fe.

Entre Pentecostés y Adviento

Sigue el tiempo de la Trinidad, en el cual es glorificado Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. El domingo 21º después de la Trinidad finaliza este largo tiempo de fe cotidiana, el año litúrgico lentamente va cerrando sus puertas. Aún faltan tres domingos hasta el Domingo de los Muertos. Y en el 1º Adviento vuelve a comenzar el año litúrgico una vez más…

Nueva disposición para el giro del año

Recientemente, la asamblea de Apóstoles de Distrito resolvió un cambio en el calendario litúrgico europeo. En el futuro, tanto el Servicio Divino de fin de año como también el primer Servicio Divino del nuevo año se celebrarán en días domingo. Ya que tanto fin de año como año nuevo no son festividades eclesiásticas, tendrá prioridad el domingo. Esta nueva disposición subraya la internacionalidad de la Iglesia. En Sudáfrica, en partes de Asia y Sudamérica, la «regla de los domingos» hace mucho que se ha acreditado: el último domingo es el Servicio Divino de fin de año y el primer domingo es el Servicio Divino de comienzo de año.

abril 26, 2017

Autor: Peter Johanning

Imprimir