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Congo, mon amour

julio 11, 2015

Autor: Andreas Rother

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«Holaaa, estás aquí». Mi esposa agita su mano frente a mi rostro. «Acá, de nuevo en Alemania». Es así, es correcto, en el cuerpo sí, pero en el espíritu no. Hace tres días regresé del Congo. Fue sólo una visita relámpago, pero el país me atrapó.

Con un jeep nos pasan a buscar en enero 2014 por el aeropuerto, las calles no tienen el sentido contrario. Se va por tres huellas y media a cuatro y media; esto puede cambiar cada metro. Hay minibuses que pasan como rayos por el laberinto de chapa, abollado todo alrededor; transeúntes que saltan para entrar por la puerta corrediza abierta, se agarran del techo, sacan el brazo hacia afuera y alcanzan dinero hacia adentro. La gente cruza la ancha calle corriendo, siempre que pueden. Nuestro conductor necesita alta concentración. Atravesando este tumulto vamos kilómetros y kilómetros. ¡Tanta gente!

Tres Congos nuevoapostólicos

Llegamos a la administración de la Iglesia en Kinshasa con su alto alambrado metálico: testigo de un pasado movido, protección de disturbios políticos. En el Congo, antes Zaire, la Iglesia Nueva Apostólica (INA) está activa desde mediados del siglo XX. En 1978 obtuvo el reconocimiento oficial.

Hoy existen tres Congos nuevoapostólicos: en la República del Congo bajo conducción canadiense, así como en el gran vecino, la República Democrática del Congo, las áreas de actividad del Apóstol de Distrito Tshitshi Tshisekedi (Sudeste) y Michael Deppner (Oeste).

El grupo de trabajo África trabajando

En el edificio de la administración sesiona el grupo de trabajo África. El orden del día es un alto pilón de papeles, pero se trabaja con notebooks y proyector. Sólo que con la electricidad hay tropezones. Una y otra vez se interrumpe la red pública, entonces comienza a funcionar el generador propio de la Iglesia. Frase por frase el grupo recorre en su trabajo las «preguntas y respuestas» del Catecismo, y se queda colgado del tema «matrimonio».

La condición previa para recibir la bendición en la Iglesia, es el casamiento civil. En partes de África este está ligado a un casamiento en la forma tradicional. A tal efecto, el hombre muchas veces tiene que pagar a los padres de su prometida. Las sumas hace mucho que se han disparado. La pareja se tiene que endeudar con grandes sumas o bien convivir sin un casamiento en la Iglesia. «¿Qué pueden hacer?», pregunta un miembro del grupo de trabajo: «Ellos quieren casarse».

Rico en gente, pobre en dinero

De vuelta en el hotel observo por la ventana el hervidero de la ciudad. Una mujer vieja está sentada sobre un cajón de fruta frente a un stand armado en madera cruda vendiendo algo. Se pueden considerar trastos viejos. No veo ningún cliente. Un muchacho, quizás de 14 o 15 años, lleva sobre su cabeza una bolsa de plástico pesadísima llena de botellas de agua. Con una mano hace sonar dos palos golpeándolos uno contra otro, con la otra atiende a sus compradores.

Hay incontables escenas como esa, que hacen sentir impresión observando la lucha cotidiana por sobrevivir. ¡Tanta gente! «Así de alta como es para ustedes la tasa de desempleo, así de alta tenemos aquí la tasa de empleo», acababa de decir el Apóstol de Distrito Deppner.

El Congo es uno de los países más pobres del mundo. El ingreso, según el Banco Mundial ajustado a la paridad en el poder adquisitivo, es de 2 dólares por cabeza por día, sólo un veinteavo del promedio global. Por otro lado, este país no es pobre en recursos minerales. Pero las guerras civiles han deteriorado la economía.

Casi un tercio de todos los miembros de la Iglesia

Servicio Divino en Kinshasa, la ciudad, donde sólo allí hay ocho distritos de Apóstol: cientos de hermanos esperan en la iglesia, todos de blanco y negro. Holgadamente la misma cantidad se apretujan delante de los altoparlantes que rodean el edificio. El Congo es el país con más miembros de la Iglesia. Unos tres millones cuentan las Iglesias regionales, casi un tercio de los hermanos en la fe nuevoapostólicos de todo el mundo.

Conmovido entra el Apóstol de Distrito Deppner en la nave de la iglesia: detrás del altar hay colgada por primera vez una alfombra de pared. La ha hecho la juventud y ellos mismos la han puesto, por sus propios medios. El Apóstol de Distrito Tshisekedi colabora en la prédica: «Estoy desilusionado. No veo rostros alegres». Ui, qué anuncio tan claro. «También sé por qué. Ustedes tienen necesidades. Esperan mejores condiciones. Pero de eso no se trata aquí. Aquí se trata de vuestra alma». Ahora brillan los rostros en la comunidad, banco tras banco.

Así también suena la alegría en Cristo

Después del Servicio Divino el coro entona un canto. Y otro más. Y otro más. Después del cuarto canto, el Apóstol de Distrito Deppner se despide. «Si no nos hubiésemos ido, el coro hubiese seguido cantando por dos horas», dice mientras sale. Los cantos no están en ninguna carpeta. La letra y la música fueron compuestas por los mismos hermanos. Hablan del Evangelio de Jesús.

En la obra en construcción de una casa hay puestas mesas, está preparado un bufet. De un reproductor de CD sale música pop. La composición y la letra la hicieron jóvenes desempleados, producida por sus propios medios. Así también puede sonar la alegría en Cristo.

Es hora de partir. Tengo que posar para la foto grupal. Algunas docenas de fotos más tarde estamos sentados en el auto. Totalmente en silencio los miramos, cómo nos saludan agitando las manos.

Sí, estoy de nuevo en casa. Pero en mi cabeza sigo estando en el Congo.

El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider llegó esta semana a la República Democrática del Congo. Allí visita a los hermanos en la fe de las ciudades de Goma, Bukavu y Bandudu Ville. La última estación de esta gira es el 19 de julio de 2015 en la capital Kinshasa.

julio 11, 2015

Autor: Andreas Rother

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