Seguro que el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider hubiese podido encontrar solo el camino al Servicio Divino, pero así fue mucho más lindo.
Son poco más de las 9 horas de la mañana de Pascua. 30 niños de 4 a 14 años están parados en el hall del hotel delante del ascensor. Dentro de una hora comienza el Servicio Divino en el cercano salón municipal de Marburgo (Alemania). Muy concentrados y en completo silencio miran hacia la puerta del ascensor … quieren sorprender a alguien.
«Buen día» dicen bien fuerte cuando se abre la puerta. «Buen día» responde el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider contento, sale del ascensor y de pronto, se encuentra ante una gran cantidad de niños. No todos encuentran las palabras apropiadas. Algunos se quedan mudos, parados con los ojos bien abiertos. David, 11 años, explica más tarde en casa conmovido y al mismo tiempo asombrado: «¡El Apóstol Mayor es una persona amorosa!».
¡Una persona que se puede tocar! El Apóstol de Distrito Bernd Koberstein pregunta a los niños si alguien le quiere dar la mano al Apóstol Mayor. De inmediato se presenta Feline-Jolie, 5 años, y poco después su hermana Lilly-Melodie, 7 años. Orgullosas marchan las dos jóvenes cristianas de la mano del Apóstol Mayor a la salida del hall del hotel. Y con ellas los demás niños y el Apóstol de Distrito Koberstein.
Diez minutos dura el camino hacia el salón donde se celebrará conjuntamente el Servicio Divino. Tiempo que los niños y el Apóstol Mayor aprovechan para un breve diálogo: sobre la escuela, las vacaciones y la fiesta de Pascua. «Esto no lo olvidaremos en toda nuestra vida. Conocíamos al Apóstol Mayor de verlo siempre por televisión», informan los niños.