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Correr por amor al prójimo

septiembre 8, 2018

Autor: Danièle Idler

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Se llaman Max y Olga, tienen 11 y 87 años de edad y los une más que algo en común:
junto con otros miembros de su comunidad nuevoapostólica participan cada año de una campaña que salva vidas humanas. Pero no sólo eso.

Todo comenzó en 2006, cuando la comunidad de Weingarten (Alemania del Sur) celebró sus 75 años de existencia. En esa ocasión especial, los organizadores habían preparado un programa con numerosas actividades, entre ellas un concierto a beneficio de blut.eV, la asociación «Bürger für Leukämie und Tumorerkrankte» (Ciudadanos por la leucemia y los enfermos de tumores). En 2007 los hermanos de la comunidad Weingarten participaron por primera vez de la «carrera de la vida» organizada por blut.eV. Y desde ese momento lo hicieron todos los años.

La carrera de la vida

Cada vez que alguien se enferma de leucemia, blut.eV dispone acciones de tipificación para encontrar nuevos donantes de células madre. Los costos de estas tipificaciones pueden ser solventados en parte con la «carrera de la vida».

Cada corredor que participa tiene un espónsor, que por vuelta (1,3 kilómetros) le ha prometido una determinada suma de dinero. Cuanto más grande sea la cantidad de participantes y cuantas más vueltas recorran, tanto mayor será la donación a blut.eV.

Compromiso con incorporaciones

«Al principio eran sólo pocos hermanos y hermanas de la comunidad Weingarten, los que corrían», informa el Evangelista Gerhard Schmitt, dirigente de la comunidad. «Pero por los informes de Internet se inscribieron cada vez más hermanos del distrito de la Iglesia Bruchsal y de comunidades aledañas. Participaron niños, jóvenes y adultos de cada grupo etario, incluso algunos octogenarios».

Uno de los que estuvieron presentes desde el comienzo es el Pastor Frank Rottach. «Desde 2007 participo junto con mi familia de la ‘carrera de la vida'», informa el Pastor que ahora tiene 53 años. «Tomamos conciencia de la importancia de esta acción de blut.eV cuando un hermano de la comunidad vecina se enfermó de leucemia».

Luisa, su hija, también participa regularmente de la carrera. «En mi profesión estoy en contacto con niños», menciona la joven de 22 años, «sé que los pequeños tampoco están eximidos de contraer leucemia. Dar una luz de esperanza por mi participación en la ‘carrera de la vida’ a los niños que sufren y a sus padres es para mí una experiencia de amor al prójimo».

Una remera despierta el interés

«Para la ‘carrera de la vida’ que tiene lugar cada año hemos hecho hacer remeras con la impresión ‘la INA corre'», nos explica el Evangelista Schmitt. «Varias veces ‘la INA corre’ fuimos el grupo de corredores más grande y gracias a sus incansables participantes muchas veces fuimos el grupo que dio la mayor cantidad de vueltas». El lema «la INA corre…» despertó la curiosidad de muchas personas y sirvió de impulso para más de una conversación.

«En todos estos años, por el apoyo de la Obra Misionera de la INA Alemania del Sur –hoy llamada «human aktiv»– hemos podido entregar considerables donaciones de dinero a blut.eV». Para los hermanos y hermanas de Weingarten, la ‘carrera de la vida’ se ha convertido en un asunto del corazón. El ser conscientes de que están haciendo algo bueno para el prójimo, el vecino, el conciudadano y también para personas desconocidas, los colma de alegría. Mas esta no es la única peculiaridad de la comunidad.

Amor al prójimo también dirigido a refugiados

A raíz de los hechos políticos acontecidos en la anterior RDA en otoño de 1989, después de la apertura del muro, llegaron a Alemania Occidental muchos refugiados, entre ellos también vietnamitas que fijaron su residencia en el este de Alemania para desempeñarse como trabajadores inmigrantes. Así la localidad de Weingarten recibió una «adjudicación», en este caso los vietnamitas. El alojamiento de los recién llegados tuvo lugar el 19 de abril del 1990 en la casa de asistencia social para los trabajadores.

Thi Hop Löffler, nacida en Vietnam y desde hace muchos años casada en Alemania, leyó en un periódico de Durlach sobre esta campaña. Ya que esas personas eran compatriotas suyos, entró en acción y se puso en contacto con el entonces dirigente de la comunidad Weingarten.

La consecuencia: fueron ofrecidos en Weingarten Servicios Divinos con traducción a la lengua vietnamita; el 17 de junio de 1990 tuvo lugar el primero de estos Servicios Divinos. La traductora fue Thi Hop Löffler. Ya en octubre de 1990 pudieron ser bautizadas y adoptadas algunas familias vietnamitas, que en diciembre fueron selladas por el Apóstol de Distrito Klaus Saur en la comunidad Karlsruhe-Neureut.

Los hermanos de Weingarten apoyaron a sus hermanos vietnamitas en todo lo que pudieron. Les ayudaron a conseguir vestimenta y enseres domésticos, los acompañaron en visitas médicas y trámites ante las autoridades, los jóvenes de la comunidad daban clases combinadas de alemán y religión. Cuando en marzo de 1991 hubo un cambio en la legislación y los solicitantes de asilo pudieron comenzar a trabajar, los hermanos de Weingarten ya les habían conseguido lugares donde ganarse su sustento.

Entretanto, la «comunidad vietnamita de Weingarten» ya celebró sus 25 años de existencia. En su prédica, el Apóstol Herbert Bansbach mencionó que en la fundación de la comunidad vietnamita dentro de la comunidad de Weingarten se encontraron dos culturas diferentes. Nunca nadie se preguntó qué cultura se debía adaptar a la otra porque ambas comunidades habían recibido a Jesucristo en medio de ellas y dirigían su mirada hacia Él.

septiembre 8, 2018

Autor: Danièle Idler

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