¿Qué se predica realmente en un Servicio Divino para portadores de ministerio? Más de 250 kg de plata, pero algo muy diferente de lo que se pensaba. No es un espectáculo con un balance, sino un chequeo de fidelidad. Para quien quiera escucharlo: es alentador.
El 12 de octubre de 2025 fue transmitido a toda Europa el Servicio Divino para portadores de ministerio desde Karlsruhe (Alemania del Sur). El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider eligió como base para su prédica el texto bíblico de Mateo 25:21: “Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Después de unas palabras de agradecimiento, siguió una prédica sobre el servicio y la fidelidad, lejos de las cifras exitosas, cerca de la promesa de Cristo.



Pescadores de hombres, pastores, siervos
El Apóstol Mayor ubicó el servicio de los portadores de ministerio en el lenguaje figurativo de Jesús: pescadores de hombres, obreros en la mies, los que aran, pastores, mayordomos y el siervo al que se le confía algo. “Todas estas son imágenes con las que el Señor Jesús describió un aspecto del servicio”. Todas las imágenes utilizadas por Jesucristo tienen un principio básico en común: “Él deja muy claro: Yo soy el Señor, yo soy el Maestro; vosotros sois los obreros, los siervos, que tenéis una tarea especial que cumplir”. Es cierto que los siervos participan en la transmisión de la salvación, “pero Él es el Autor de la salvación –nosotros no podemos obrar la salvación– y Él es el Consumador de la salvación”.
Ya sean pescadores de hombres, mayordomos u obreros en el campo, la imagen de la mies sugiere la existencia de un desarrollo visible, una multiplicación visible y una madurez visible. La red está llena, el dinero se ha multiplicado, el fruto ha madurado. Pero la realidad es otra.
Menos visible, pero no menos valioso
“Durante años fui dirigente de comunidad, dirigente de distrito, Apóstol de Distrito y, desde hace algún tiempo, Apóstol Mayor. Sí, ¿cómo se ve eso?”. Cada año se registra un descenso en la asistencia a los Servicios Divinos. “Es un sufrimiento que me acompaña desde hace años”, confesó el Apóstol Mayor. A pesar de todas las imperfecciones, “uno se esfuerza, se cuestiona a sí mismo, busca otros caminos, hace todo lo posible”. Al observar el descenso, surge el pensamiento: “En realidad eres malo; no eres bueno”. Estos pensamientos son comprensibles, pero hay que mirar más de cerca, por lo que el Apóstol Mayor planteó primero la pregunta: “¿Qué crees tú?”.
Quien cree en la ordenación en un ministerio espiritual, también cree en el llamado de Dios, y “Él conoce perfectamente mi debilidad, mi imperfección, pero me ha llamado. Así que no puede estar tan mal”. La convicción de que Dios no depende de las capacidades de los seres humanos es un alivio adicional: “Él puede hacer grandes cosas con personas muy imperfectas. Su plan de salvación no depende de nuestra debilidad o nuestra fortaleza”.
El Ayudante Apóstol Mayor Helge Mutschler retomó este punto en su aporte a la prédica y planteó la pregunta: “¿Qué significa realmente ‘poco’?”. En la parábola, el siervo recibe cinco talentos, lo que equivale a 250 kilogramos de plata. “Siempre pensamos: son muy pocos, todo ha disminuido. Pero si lo miramos bien, son 250 kilogramos de plata. Se trata de un valor incalculable con el que tratamos. Cada alma, por pequeña que parezca, tiene un valor infinito”.
Ya sea que la fe cristiana esté en auge o en declive, el Apóstol Mayor subrayó: “No podemos medir la consumación por eso”.
¿Qué significa la consumación?
Pero ¿qué significa la consumación? El Apóstol Mayor Schneider citó dos ejemplos concisos: Jesucristo y el Apóstol Pablo. “Al final de su vida, Jesús pudo decir: “¡Consumado es!”. ¿Cómo se veía esto? Colgado en la cruz, completamente solo. Desde un punto de vista humano, no había rastro de consumación”. O Pablo: “Siempre le iba mal. Fue criticado, arrestado y, finalmente, lo mataron”. En las comunidades, la situación tampoco era especialmente buena: “Las comunidades estaban divididas, cada vez había más falsos maestros que se atacaban entre sí. Esto se puede leer claramente en las epístolas”. Y, sin embargo, en retrospectiva queda claro: “Lo que hizo Jesucristo fue fantástico, un gran éxito. Pablo sentó las bases de la fe cristiana”.
Lo mismo ocurre en la actualidad: la consumación del plan salvífico de Dios solo puede comprenderse en la fe y no puede determinarse por circunstancias externas. Precisamente “cuando las cosas empiezan a hervir, cuando el corazón sangra porque todo sale mal, porque no sale como uno quiere”, hay que recordar las palabras de Jesús: “Vengo en un tiempo, en un momento en el que no lo esperáis”.
Fidelidad en lugar de éxito
La parábola utilizada en sí misma nos aleja de las métricas del éxito: “El Señor no recompensa el rendimiento, el éxito, la multiplicación. ¡Él recompensa la fidelidad! Lo que el Señor recompensa es nuestro seguimiento”. Esta fidelidad también influye en la motivación para el servicio: “Predicamos la voluntad de Dios, no para brillar. Ofrecemos asistencia espiritual para ayudar, no para controlar. Y cuando se nos confía una función de conducción, dirigimos en el sentir de Jesucristo y no gobernamos. Simplemente queremos ser un siervo fiable en quien el Señor pueda confiar”. A quienes sirven así se les aplican las palabras de Jesús: “Sobre mucho te pondré”. En esta promesa se hace evidente que la verdadera grandeza del servicio no reside en el resultado, sino en la semejanza con Cristo y la fidelidad: “Quiero ser como Cristo. Y cuanto más nos asemejamos a Cristo, más motivados estaremos para servir, predicar el Evangelio, brindar asistencia espiritual y dispensar los Sacramentos”.







Fotos: Neuapostolische Kirche Süddeutschland