Color del sitio web:

apostles.today world.today

Cuando el amor expulsa el miedo

03 12 2025

Autor: Simon Heiniger

Imprimir
Escúchalo

Quien se ocupa del Evangelio descubre el amor de Jesús, que perdura a pesar de todos los obstáculos. Al seguirlo de manera consecuente, su amor libera del miedo y une.

En el Servicio Divino del domingo 9 de noviembre de 2025 en Bülach (Suiza), el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider se centró en una pregunta fundamental: ¿Qué sucede cuando Cristo realmente habita en nuestros corazones? Partiendo de la palabra bíblica “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre […] para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que [estéis] arraigados y cimentados en amor” (Efesios 3:14 y 17), mostró cómo la fe, el amor y la unidad van de la mano.

La transmisión en el área de Apóstol de Distrito Suiza hace que las comunidades, a menudo muy pequeñas, sean conscientes de que formamos parte de una gran comunidad mundial. La presencia de todos los Apóstoles de Distrito que trabajan en todo el mundo completó esta imagen e hizo tangible la dimensión internacional de la Iglesia: “La Obra de Dios es mucho más grande de lo que ves”. Partiendo de esta imagen de la Iglesia mundial, el Apóstol Mayor explicó la misión del apostolado: preparar a los creyentes para el retorno de Cristo y configurar a la Iglesia de tal manera que pueda cumplir su misión también en las próximas décadas. Esto también como “colaboradores para el gozo de los creyentes”. Pero este gozo corre el riesgo de perderse en una “banalización”, donde todo está al mismo nivel: las noticias, las opiniones, las redes sociales y el Evangelio: “Es tan importante saber qué ha hecho el vecino en sus vacaciones como lo que dice el Evangelio”. Aquí, la misión de los Apóstoles es ayudar a volver a poner en primer plano lo esencial: la buena nueva, el Evangelio de Jesucristo.

¡Ojos abiertos para Jesús!

Para redescubrir este gozo, el Apóstol Mayor invitó a fijar conscientemente la mirada en Jesús. Recordó cómo el Hijo de Dios abandonó su gloria, adoptó la condición de hombre, sufrió y murió. En los Evangelios se puede encontrar a este Jesús: valiente, consecuente, lleno de confianza en Dios. El Apóstol Mayor Schneider invitó a la comunidad a volver a ocuparse más del Evangelio: “Tómate un tiempo para volver a leerlo. Volvamos a hablar de Jesús. De cómo se comportó, cómo venció, cómo reaccionó. Cuanto más nos ocupemos de ello, más podrá Cristo vivir en nosotros”.

A continuación, agudizó la conciencia sobre la reacción radical de Jesús ante el distanciamiento de las personas: “Se humilló, adoptó la condición de hombre, renunció a su gloria, a su omnisciencia, a su omnipotencia y se convirtió en un ser humano normal y sencillo”. El Ayudante Apóstol Mayor agregó en su aporte a la prédica: “Se convirtió en un niño pequeño, tuvo que aprender a comer y a beber, a caminar, a escribir, a leer”. En un mundo en el que el odio se responde con odio y el miedo con miedo, Jesús se dejó golpear, escupir y burlar, y respondió a todo ese sufrimiento con: “Padre, perdónalos”. Después de su resurrección, Jesús le hizo a Pedro una pregunta conocida que muestra “que esta fe y este amor no son nada teórico ni complicado. Era muy sencilla: Pedro, ¿me amas?”.

Cuando el amor se vuelve consecuente

Sin embargo, responder a este amor con amor y seguimiento no es algo fácil: “Jesús le dijo a la gente: Sígueme, deja todo lo que tienes, niégate a ti mismo. Para muchos cristianos de hoy en día, eso es demasiado”. Se tiende a relativizar todo demasiado rápido, pensando que no hay que verlo exactamente así: “Este es el problema de una parte del cristianismo y me temo que también de algunos cristianos nuevoapostólicos”. Se piensa que es exagerado, demasiado y extremo; que no tiene por qué ser así.

Pero quien sigue a Jesús con amor, ya no tiene ningún problema en guardar los mandamientos de Dios, aunque sean desagradables. No tenemos ningún problema en “renunciar a lo que nos separa de Jesucristo, de su sentir. Entonces también aceptamos que de vez en cuando surjan tentaciones, porque seguimos a Jesucristo”.

Abiertos sin miedo, uno en Cristo

El Apóstol Mayor nombró claramente a un adversario decisivo de este amor: el miedo. Basándose en la palabra “en el amor no hay temor”, describió cómo la incertidumbre sobre el futuro y las tensiones sociales nos llevan a retirarnos, a “proteger nuestro pequeño mundo” y, sobre todo, a pensar en nosotros mismos y en nuestra propia familia. De este modo, el horizonte del amor se vuelve cada vez más estrecho. Cristo, por el contrario, “fue hacia todos. Amó a todas las personas sin distinción. Como tenía confianza en Dios, se abrió en lugar de encerrarse en sí mismo. Fue hacia los pecadores, fue hacia los forasteros”.

Así lo subrayó el Ayudante Apóstol Mayor Helge Mutschler, quien habló del miedo generalizado “al futuro y al encuentro con el prójimo”. Pero cuando el ser humano comprende realmente cuánto lo ama Jesús, este amor expulsa el temor y lo libera para acercarse a los demás.

De este amor sin miedo surge la disposición a servir al prójimo. El seguimiento significa dar tanta importancia a las necesidades de los demás como a las propias, sin renegar de uno mismo, pero sin retirarse a la zona de confort. El Apóstol Mayor hizo mirar hacia la unidad de la comunidad: “Entonces nos damos cuenta de que estamos juntos porque Jesús nos ha reunido”. Esto implica aceptarse mutuamente, hacer concesiones y llevar los conflictos mirando a Cristo. “Seamos uno en Jesucristo, porque esa es la condición para acceder a la comunión con Jesucristo”.

Así, el Apóstol Mayor y el Ayudante Apóstol Mayor dibujaron juntos una imagen clara: Cristo quiere habitar en los corazones para que su amor expulse el miedo, fortalezca la fe, encienda el amor al prójimo y una a la comunidad. Quien se concentra de nuevo en Él, lee los Evangelios, habla de Él y confía en Él, puede experimentar ya hoy un anticipo del cielo, con un amor que une y libera.


Photo: Neuapostolische Kirche Schweiz

03 12 2025

Autor: Simon Heiniger

Imprimir