Muchos creen que el retorno de Cristo es un acontecimiento único. La verdad es que hay dos etapas destacadas, y cada una de ellas cambia todo lo que sabemos sobre el cielo y la tierra.
El arrebatamiento de la comunidad nupcial, las bodas del Cordero en el cielo y el reino de paz visible en la tierra están estrechamente relacionados entre sí y caracterizan la fe de los cristianos nuevoapostólicos. Los Apóstoles desempeñan un papel central, ya que mantienen viva la promesa de Jesús y preparan a los creyentes para la venida del Señor (Catecismo INA 10.1.1; 10.1.3; Catecismo INA PyR 557). Ni los seres humanos ni los ángeles saben cuándo será exactamente, solo Dios lo sabe: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42; Lucas 21:36).
La comunidad nupcial está formada por aquellos creyentes que han recibido el renacimiento de agua y Espíritu, que “creen en Jesucristo y lo siguen” (Catecismo INA PyR 561). Constituye el núcleo de la Iglesia y, a pesar de toda la diversidad humana, se caracteriza por una fe viva y un seguimiento consecuente a Cristo. En esta comunión se manifiesta cómo se cumplen hoy las promesas de Dios. No se trata solo de conocimientos teóricos, sino de una fe vivida y una preparación concreta para el arrebatamiento por Cristo (Catecismo INA 10.1; 10.1.1).
El arrebatamiento: repentino, sorpresivo… ¿estás preparado?
El arrebatamiento lleva a la comunidad nupcial –esta es la primera etapa– directamente a la presencia de Dios. Esta comunidad se representa simbólicamente en Apocalipsis 12:5 como “el hijo varón”, es decir, como el hijo del Señor que nace para servir a Cristo. Esta imagen ilustra la función de protección y el llamamiento de los creyentes. Inmediatamente después tienen lugar las bodas del Cordero, en las que Cristo se une a la novia (Catecismo INA 10.2; Catecismo INA PyR 566; 567).
En los Servicios Divinos y en las reuniones de recogimiento, esta fe y esta esperanza se hacen audibles una y otra vez a través del clamor en la oración “¡Amén; sí, ven, Señor Jesús!” y a través de las peticiones para ser aceptados en el retorno de Cristo. Estas peticiones no solo se encuentran en la oración inicial y en la oración final recitadas libremente, sino también en partes del Padre Nuestro (Libro de liturgia INA 1.2.1; 1.2.3; 3.1).
El reino de paz en la tierra: evangelización sin obstáculos
Después de las bodas del Cordero, Jesucristo aparece –esta es la segunda etapa– en la tierra y establece el reino de paz. “Jesucristo revelará su poder divino sobre la tierra y todos le verán (Apocalipsis 1:7)” (Catecismo INA 10.4; Catecismo INA PyR 571-578). El reino de paz pone fin al tiempo de la gran tribulación.
“El reinado de Cristo, del cual hará participar a los suyos como el sacerdocio real, durará ‘mil años’, un símbolo de un tiempo largo, pero limitado (Apocalipsis 20:6)” (Catecismo INA 10.6). En este reino, el diablo estará atado y ya no tendrá su poder. “Satanás y su séquito, los poderes enemigos de Dios, serán ‘prendidos’ y ‘arrojados al abismo’, según Apocalipsis 20:1-3” (Catecismo INA PyR 572) y los creyentes podrán anunciar el Evangelio sin obstáculos.
¿Quién mantiene todo esto unido? El apostolado
“Jesucristo viene nuevamente: este es un enunciado central del Evangelio. Desde su ascensión, los Apóstoles de la antigüedad y de este tiempo proclaman el retorno del Señor” (Catecismo INA 10.1). Y los cristianos nuevoapostólicos lo profesan en la Confesión de fe: “Yo creo que el Señor Jesús gobierna en su Iglesia y que para ello ha enviado a sus Apóstoles y hasta su retorno aún los envía con el encargo de enseñar, de perdonar pecados en su nombre y de bautizar con agua y con Espíritu Santo” (Catecismo INA 2.4.4).
En este sentido, “la orientación de la comunidad hacia el retorno de Cristo es otra característica esencial del ministerio de Apóstol” (Catecismo INA 7.4.1). Queda claro cómo se entrelazan la promesa divina y la práctica en la Iglesia. Los Apóstoles aseguran de que la esperanza en el retorno de Cristo no quede relegada a un segundo plano. Por otro lado, dejan claro que ya hoy podemos experimentar aspectos del retorno de Cristo en la palabra y en el Sacramento. Sobre todo en la Santa Cena, Jesucristo está realmente presente. Y en la prédica podemos oír hoy su voz.
“¡Ven, Señor!”: cómo cambia la vida cotidiana
Los cristianos llevan casi 2000 años esperando el retorno de Cristo, pero la concepción que tiene Dios del tiempo difiere de la concepción humana (2 Pedro 3:8). La espera no es una espera pasiva, sino una actitud activa: la fe, la oración y la forma de vida se unen en una disposición constante para el retorno (Catecismo INA 10.1 y ss.).
Este acontecimiento central es objeto de la Confesión de fe nuevoapostólica. El noveno artículo de fe dice: “Yo creo que el Señor Jesús vendrá nuevamente tan seguro como ascendió al cielo y que tomará consigo a las primicias de los muertos y los vivos que esperaron su venida y fueron preparadas” (Catecismo INA 2.4.9).
“¡Ven, Señor! es la quintaesencia de nuestras oraciones, lo resume todo. La pregunta es: ¿Sigues creyendo en ello? Si creemos en ello, esta oración tiene un efecto, un efecto muy concreto en nuestro comportamiento diario, en nuestros pensamientos, palabras y acciones diarios”, subrayó el Apóstol Mayor Schneider. “Sé que no estoy diciendo nada nuevo, pero realmente no tengo nada más importante que decir. ¡Ven, Señor!”.
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