Cuando es el amor el que se hace cargo los costos
El Evangelio contiene historias increíbles, en sentido positivo. Por ejemplo, la del buen samaritano, que no solo habló, sino que actuó. Un buen ejemplo para los cristianos de hoy.
“Vivir conforme al Evangelio” es el lema de los Servicios Divinos dominicales de las comunidades nuevoapostólicas en el mes de julio. Es un tema engorroso porque, aunque es fácil de leer, resulta difícil de poner en práctica. Como muestra la parábola del buen samaritano, que vio a un hombre medio muerto tirado en la calle, robado y golpeado. Muchos transeúntes pasaron de largo desconsideradamente, solo el hombre de Samaria se detuvo. Y no solo eso: ¡se ocupó del herido! Lo cuidó, lo llevó a una posada y se hizo cargo de todos los costos para su cuidado. Incluso dio una especie de cheque en blanco para cubrir los gastos que fueran necesarios hasta su recuperación. Ejemplar y totalmente acorde con el Evangelio. El texto bíblico lo expresa así: “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia” (Lucas 10:33).
Una posible lección que podemos extraer de esto para nosotros hoy es que el mandamiento del amor al prójimo no se opone al derecho del hombre a satisfacer sus propias necesidades. Sin embargo, establece límites claros al egoísmo y nos llama a tratar a todos nuestros semejantes con amor.
Asumir la responsabilidad
La prédica del tercer domingo de julio tratará sobre la responsabilidad personal del individuo. ¿Cómo es su relación con la comunidad, con los creyentes? ¿Qué responsabilidad asume por la creación, la Iglesia, el prójimo, su propia salvación? Rápidamente se hace evidente que aquellos que realmente asumen su responsabilidad lo harán visible en su entorno vital con obras de fe y amor.
Permaneciendo en el lenguaje del Antiguo Testamento: Los seres humanos deben “labrar” y no darse por satisfechos con solo “recoger”. No pueden simplemente tomar lo que necesitan, sino que tienen que contribuir para el bien de todos y proveer para el futuro. Esto deja claro que somos individual y colectivamente responsables de preservar la tierra y de distribuir los recursos naturales. No podemos explotar indiscriminadamente los recursos naturales y luego simplemente depender de Dios para que provea lo necesario para nuestros descendientes.
Del mismo modo, Dios nos ha dado un lugar en la Iglesia, que es nuestro ámbito de vida espiritual:
- Somos responsables individual y colectivamente de la atmósfera que creamos en la comunidad: prestemos atención al contenido de nuestras conversaciones.
- Respetemos la prioridad de la Iglesia: no esperemos que la Iglesia le asigne más importancia a nuestras expectativas personales que al anuncio de la salvación.
- Creemos la Iglesia del mañana: a veces debemos renunciar a interpretaciones y tradiciones que en el sentir del Evangelio nos son relevantes para la salvación.
El amor debe crecer
“Nos esforzamos por crecer en el amor”. Este mensaje dará forma a la prédica del cuarto domingo. Sin el amor a Dios y el amor al prójimo, no se podrá ver a Dios. La madurez espiritual de los seguidores de Jesucristo se mide en su amor a Dios y al prójimo. Esta es una de las razones por las que el Apóstol Mayor Schneider llama a practicar el amor como vínculo de perfección entre las personas: “El amor es una característica que identifica a la nueva criatura en Cristo. Como podemos ver en Cristo, esta nueva criatura no necesita razones para amar, ya que simplemente ama por naturaleza”. Ese amor no consiste en ejecutar una determinada cantidad de buenas acciones, sino en seguir el ejemplo dado por Jesucristo. Específicamente, esto significa:
- ser más tolerantes con los demás de lo que somos ahora.
- combatir el egocentrismo tan propio de nuestra época e interesarnos por el destino de los demás.
- perdonar con más decisión y evitar mencionar permanentemente aquello que ya fue perdonado.
Foto: Lucian_3D