Renunciar a su profesión y dedicarse como voluntario a brindar amor al prójimo fue un paso que se animó a dar Wolfgang Oehler (66), Anciano de Distrito de Stuttgart (Alemania). Qué lo movió a hacerlo y qué hace ahora …
Doctor en Matemáticas y Anciano de Distrito, ¿va bien esa combinación?
… de que algo así se puede combinar hay ejemplos más prominentes en nuestra Iglesia.
Pero volviendo a la pregunta: se combinan tan bien como servir y dirigir y se complementan tan bien como la razón y el corazón.
¿Cómo fue su trayectoria profesional?
Como mi esposa y yo nos casamos mientras yo estaba estudiando, quise ganar dinero rapidamente en mi profesión. Comencé como programador en el procesamiento de datos. Después de poco tiempo me hice cargo de la dirección de tecnología informática. Con 33 fui miembro de la dirección comercial de un grupo de aseguradoras, siendo su director en los últimos años.
Hace nueve años le dio una nueva dirección a su vida: dejó en su mayor parte su vida profesional para dedicarse a proyectos caritativos y tareas voluntarias. ¿Qué lo llevó a dar ese paso? ¿Qué hacía exactamente y qué hace ahora?
Siempre fue mi objetivo crear las condiciones para que con 55 pueda agregarse a mi vida una etapa completamente diferente. No estar más bajo las órdenes de los demás, sino darle un sentido a mi existencia.
Desde 1987 puedo colaborar en los países de África que son atendidos por nuestra Iglesia regional. El Apóstol Werner Kühnle me preguntó en aquel entonces si quería colaborar en la formación de los coros capacitando a los dirigentes. Ese fue el comienzo. Hoy capacitamos a siervos y maestros en nueve diferentes seminarios en once países.
A esto se sumó que desde hace algunos años soy miembro de la Fundación Jörg Wolff. Además de ayuda humanitaria para hogares de huérfanos y apoyo en la educación musical, la fundación construye junto con la obra caritativa de la Iglesia regional Alemania del Sur, «human aktiv», edificios de escuelas y pozos de agua en los países de África Occidental atendidos por el Apóstol de Distrito Ehrich, lo cual anualmente alcanza una dimensión de casi 100.000 euros. En mis viajes puedo enlazar muy bien todas las distintas tareas.
Para muchos África sigue siendo un continente extraño …
Como nosotros no tenemos hijos, adoptamos hace 30 años a dos niñas y su madre en nuestra familia y luego en nuestra casa. Habían huido de Etiopía buscando refugio en Alemania. ¡Así pudimos aprender muchas cosas nuevas sobre África!
¿Con qué desafíos especiales tiene que enfrentarse?
Nuestro Apóstol Mayor describió este desafío con mayor precisión en Lusaka: en lo posible en cada comunidad se les deben transmitir a los niños en la escuela dominical los fundamentos de nuestra fe.
¿Qué tiene esto de especial?
En ninguna parte experimenté un desnivel tan grande entre la ciudad y el campo como en África. Allí donde en las ciudades casi todos tienen un teléfono móvil, donde hay escuelas e incluso universidades, a una distancia de 50 kilómetros en las aldeas no hay ni agua, ni electricidad y las calles son muy difíciles de transitar. Por eso los niños y los jóvenes se van de las aldeas a la ciudad para educarse y tener mejores posibilidades profesionales. Y a menudo en ese proceso se pierden los vínculos. El vínculo con la familia, pero también el vínculo con Dios, con la Iglesia.
¿Existen diferencias culturales entre los once países de África Occidental que atiende? ¿Cómo se maneja con esto?
Las diferencias más grandes están muchas veces dentro de los mismos países, esto significa entre la aldea y la ciudad. En Lagos (Nigeria), por ejemplo, sucede que la maestra de la escuela dominical trae una laptop y en la clase muestra una breve película de la historia bíblica. En Gueckedou (Guinea) los niños con una máscara hecha de papel hacen un juego de roles e interpretan a Daniel en el foso de los leones.
Por eso, en los seminarios hablamos sobre las diferentes propuestas didácticas. ¡Lo fascinante es que –independientemente del bienestar y la cultura– haya tantas maestras y tantos maestros que irradien esta fabulosa energía y alegría por la Obra de Dios y se la transmitan a los niños!
¿Estuvo alguna vez en peligro?
A veces sucede. Hace dos años en Bamenda en Camerún llegamos en el camino a un seminario a un corte de ruta. Había huelga general y una muchedumbre dispuesta a la violencia nos amenazaba y no nos quería dejar pasar. Golpeaban con palos sobre el auto. Nuestro Apóstol Charles Nabru, quien ahora ya está en la eternidad, resolvió las tensiones con su manera de ser serena y amorosa. Finalmente pudimos pasar por el corte. Pero se nos prohibió oficiar el Servicio Divino esa noche.
¿Qué le fascina en África Occidental?
Lo abierta que es la gente, la alegría infantil, la gran energía, los muchos niños y jóvenes: 45 por ciento de la población son menores de 14 años.
¿Qué trae de sus viajes (material y espiritual)?
Muchas veces una pequeña manada de elefantes de madera así como el entusiasmo y la energía de nuestros hermanos y hermanas en la fe y muchas experiencias de fe, tanto pequeñas como grandes.