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De la fiesta del chocolate al ayuno espiritual 

27 11 2025

Autor: Sophie Berg

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¿Con salchichas o mejor con bombones? En las estanterías, los calendarios de Adviento llaman la atención con sus colores vivos y llamativos. Sin embargo, en sus orígenes se trataba de un ayuno, ¿cómo encaja esto? 

24 sorpresas endulzan la espera hasta la Navidad: eso es lo que caracteriza al calendario de Adviento. La tradición tiene su origen en 1839 en un hogar infantil de Hamburgo (Alemania). El director, Johann Heinrich Wichern, colocó una rueda de carro con velas, rojas para los días laborables y blancas para los domingos. Cada día, durante el recogimiento, uno de los niños encendía una de las velas. 

Esta idea tuvo imitadores y se fue desarrollando con los años. A veces, los niños recibían 24 imágenes para colgar, otras veces, cada día un trozo de paja para ponerlo en el pesebre del niño Jesús. O se les permitía borrar cada día una raya de tiza de la pared. 

En el siglo XX comenzó la producción industrial de calendarios de Adviento con ventanitas de cartón impresas, detrás de las cuales se escondía una pequeña sorpresa. 

Más grandes, más llamativos, más originales 

Si al principio contenían motivos navideños, versículos bíblicos, galletas o tabletas de chocolate, hoy en día los calendarios parecen querer superarse unos a otros en exclusividad: los hay con bolsas de papas fritas, embutidos, tés, utensilios de manualidades, productos cosméticos, herramientas, joyas, juguetes para niños, pero también para adultos, o incluso con billetes de lotería. 

En Leipzig se instala cada año el calendario de Adviento independiente más grande, con 875 metros cuadrados. Y el más caro fue probablemente el de 2010, el calendario de Adviento de un millón de dólares de los grandes almacenes Harrods de Londres, que ofrecía sorpresas como unos anteojos para sol de oro de 18 quilates, una lancha a motor y una cocina de diseño. 

Una vez todo al revés 

Pero se está imponiendo una tendencia contraria. La función del calendario de Adviento se invierte. La idea es desprenderse en lugar de acumular: cada día se selecciona un objeto entre las propias pertenencias y se desecha o se regala y se dona. Una campaña para deshacerse de lo innecesario a fin de liberarse y practicar el renunciamiento. Una tendencia que recuerda/se vincula a otra tradición navideña a menudo olvidada: el ayuno. 

Introspección en lugar de precalentamiento 

Sí, exactamente, antes el ayuno era una parte integral del Adviento. Esta tradición se remonta al siglo IV, hasta que pasó a un segundo plano a principios del siglo XX. 

El ayuno de Adviento consistía en romper con los propios hábitos, tanto en la alimentación como en la rutina diaria: detenerse, reflexionar, guardar silencio, renunciamiento, espacio para nuevos pensamientos, recogimiento interior a través de la oración y la lectura de la Biblia. Liberarse y desprenderse para centrarse en lo esencial. 

Preparar el corazón 

Ambos encajan a la perfección: el casi olvidado ayuno de Adviento y la nueva tendencia del calendario de Adviento inverso. Porque no solo hay que deshacerse de lo superfluo detrás de las puertas del hogar, sino también detrás de la puerta del propio corazón. 

Solo hay que abrir la mente y el alma, y ver lo que se esconde allí: culpa, orgullo herido, situaciones sin resolver, mentiras, reproches, frustración, rencor, enojo, ira, perfeccionismo excesivo, decepción, incomprensión, patrones de pensamiento negativos, expectativas no cumplidas, la sensación de tener que funcionar siempre, insatisfacción… Todo ello no solo perjudica la vida cotidiana, sino también la vida de fe, las relaciones con el prójimo y con Dios. 

Dejar ir, liberarse, deshacerse de cosas, poner en orden los propios pensamientos, buscar ofrecimientos de paz para uno mismo y para el prójimo, mirar lo bueno y tomar conciencia de ello. El Adviento es una maravillosa oportunidad para hacerlo. Quien se deshace de todo esto, puede esperar una Navidad especialmente luminosa y dejar que el Salvador entre en su corazón ordenado y acogedor en Nochebuena. 

Foto: Septarim – stock.adobe.com

27 11 2025

Autor: Sophie Berg

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