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De la “nueva luz” al “mensaje”

julio 6, 2020

Autor: Andreas Rother

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No es raro que un péndulo oscile hasta su lado opuesto. Esto también es parte de la historia del Apóstol Mayor Johann Gottfried, quien falleció un 6 de julio hace 60 años dejando “paralizados” a muchos hermanos en la fe.

“Es una ilusión creer que Jesús solo habita en la carne del Apóstol”. Fue un Apóstol quien lo escribió en 1918 a un compañero en el ministerio. “Desafortunadamente, sucede con demasiada frecuencia que a los mensajeros se los honre más que al que los envía”, dice la carta de Johann Gottfried Bischoff a Carl August Brückner. “Y allí debemos llegar, para que el Señor, como es debido, sea considerado el fundamento y la piedra angular en su Obra”.

¿De qué se trataba todo eso? El trasfondo muchas veces es llamado la “doctrina de la nueva luz”, aunque ese nombre en realidad era una burla. El profeta Vleck había sacado a relucir ese título en 1897 en el conflicto sobre la sucesión del difunto Apóstol Schwarz en Holanda.

La doctrina nunca escrita

En esencia –como ya había ocurrido con la separación de la futura Iglesia Nueva Apostólica de las Comunidades Católicas Apostólicas– estaba en juego la cuestión de quién era el responsable de la dirección de la Iglesia: los profetas, equiparados con la “luz” desde el “Día de las Comunidades Católicas Apostólicas”, o los Apóstoles (“derecho”), de cuyas pretensiones de dirigir la Iglesia el profeta se burló como la “nueva luz”.

La Iglesia Nueva Apostólica no formuló enunciados doctrinarios concretos sobre este tema en sus Confesiones de fe. Y la afirmación de que uno u otro Apóstol Mayor hubiese sido defensor de esa idea, solo proviene de su oponente. Mientras tanto, está documentado que la Dirección de la Iglesia, por ejemplo, en Berlín en 1910, se opuso expresamente a la llamada “doctrina de la nueva luz”.

Separación de los seguidores

Sin embargo, la idea encontró partidarios, cuya imaginación llegó a un punto crítico. Como sucedió con el Anciano de Distrito de Brandenburgo, Julius Fischer y su entorno, para quienes Cristo habría venido en los Apóstoles y ya no habría otro retorno. En 1902 fue expulsado de la Iglesia.

Pero a pesar de todo, la idea se mantuvo, especialmente en los Países Bajos. Incluso el Apóstol de Distrito Johannes Hendrik van Oosbree fue quien en sus últimos años cultivó la idea de que Cristo ya había venido nuevamente y caminaba sobre la tierra en los Apóstoles. En 1945 se separó de la Iglesia Nueva Apostólica.

El dogma y sus consecuencias

Tanto los historiadores cercanos a la Iglesia como los críticos de la Iglesia no lo discuten: Como Apóstol y Apóstol Mayor, Johann Gottfried Bischoff hizo mucho para contrarrestar tales excesos y para colocar la esperanza del cercano retorno de Cristo en el centro de la fe.

“Lamentablemente más adelante las cosas llegaron a un punto crítico”, dijo el Apóstol Mayor Wilhelm Leber ya en 2010, refiriéndose menos a la convicción de Bischoff de que Cristo volvería durante su vida. Más bien, se trataba de que este “mensaje” se había elevado a una doctrina, a la que había que dar un consentimiento expreso en las ordenaciones y Sellamientos.

Reconciliados hacia el futuro

La dogmatización ha causado mucho sufrimiento, admitió el Apóstol Mayor Leber en 2013 en sus declaraciones sobre este capítulo de la historia de la Iglesia: polarizaciones y surgimiento de partidos, hostilidades y disputas, exclusiones y escisiones. “Tengo la necesidad de pedir perdón a aquellos que han sufrido bajo el mensaje del Apóstol Mayor Bischoff”.

Estas declaraciones fueron un paso decisivo hacia la reconciliación con las partes en conflicto en ese momento. En 2014 se firmó la declaración conjunta en una ceremonia festiva: “La Comunidad Apostólica y la Iglesia Nueva Apostólica desean reconciliarse y avanzar hacia el futuro en valoración mutua”.

Foto: Antes de su último Servicio Divino en Pascua de 1960, el Apóstol Mayor Johann Gottfried Bischoff con su sucesor Walter Schmidt.

julio 6, 2020

Autor: Andreas Rother

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