De la serpiente venenosa al madero del sacrificio

¿Un instrumento de tortura en la nave de la iglesia? Los pobladores de la antigua Roma se habrían horrorizado al ver la cruz en la pared. Qué convirtió al instrumento del asesinato en una señal de salvación.
“Historia bíblica” era el nombre del libro que leía de un tirón cuando era niño. Dos hechos me confundían: la cabalgata de Absalón, a quien se le enredaron los cabellos en la rama de un árbol, y la historia de la “serpiente de bronce”.
Veneno peligroso en la arena del desierto
¿Cuánto tiempo llevaban dando vueltas por aquel montón de arena y escombros llamado Sinaí? Los israelitas no solo estaban exhaustos, sino que además sentían como si no tuvieran nada real entre sus dientes. Y cualquiera que se arrastra por el desierto con hambre empezará a refunfuñar en algún momento.
“Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”, dice Números 21:6 acerca de los reptiles venenosos. ¿Perdón? ¿Dios se enoja? ¿Envía un castigo que pone en peligro la vida? ¿Dónde está el Padre celestial, el Dios del amor?
Leer con los ojos de Jesús
Ya no tengo la Biblia de mi infancia, lamentablemente. Hoy leo otras cosas, como la carta doctrinaria “Imágenes de Dios y el verdadero Dios”: cómo el Antiguo Testamento describe a Dios depende del entorno del respectivo autor, dice. Cristo, en cambio, revela la verdadera naturaleza de Dios. “De esto concluimos que debemos interpretar el Antiguo Testamento a partir del Hijo de Dios”, dice el Apóstol Mayor.
Estupendo, porque Jesús mismo interpretó el asunto de la serpiente de bronce: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, cita Juan 3:14-15. ¿Y cómo ayuda esto? Hay que mirarlo más de cerca.
El poder detrás de la señal
La serpiente que Moisés hizo por orden de Dios para salvar a su pueblo fue llamada Nehustán y probablemente era de bronce. La puso en lo alto de un poste. “Cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”, dice Números 21:9.
¿Estaba el pueblo adorando a un ídolo? Más tarde sí. Porque precisamente por eso el rey Ezequías “hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel”, relata 2 Reyes 18:4.
Pero aquí, en el desierto, se trataba de algo completamente distinto: “Pues aquel que se volviera hacia la señal sanaba, no por lo que contemplaba sino por ti, salvador de todos”, dice Sabiduría 16:7.
La nueva señal de la salvación
En el fondo, la “serpiente de bronce” no se trata de las transgresiones específicas del pueblo ni de los supuestos arrebatos emocionales de Dios. Se trata más bien de la señal erigida de la salvación y de elevar la mirada hacia ella.
Este es el paralelismo que traza Jesús. El Hijo del Hombre, es decir, Él mismo, también es necesario que sea levantado. Con ello, el Evangelio de Juan se refiere a la muerte de Cristo en la cruz erigida, la nueva señal de la salvación. ¿Y por qué “es necesario”? Para que “todo aquel que en él cree, tenga vida eterna”.
Elevar la mirada con fe
La señal de la salvación en el Antiguo Testamento representa la supervivencia a corto plazo; la señal de la salvación en el Nuevo Testamento promete la vida eterna, la salvación del veneno de la lejanía de Dios en el desierto de la vida terrenal.
Por eso, tengamos “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”, dice Hebreos 12:2, porque Él hizo el principio con el Bautismo con Agua y Espíritu, nos acompañó con su palabra y su Cena y, al final, quiere dar su gracia a todo aquel que en Él cree. Tal como promete Lucas 21:28: “Erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.
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