No cubrir la luz de Dios, sino dejarla brillar. Este pensamiento de la Biblia es bien conocido. Pero, ¿qué es esta luz? La cuádruple respuesta está en un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
Casi 92.000 participantes pudieron ser contados en el Servicio Divino con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 24 de julio en Uganda. Más de 3.000 estuvieron en el lugar mismo en la capital Kampala, los demás siguieron la transmisión por la televisión estatal, también en Tanzania y Kenia.
La prédica se basó en Lucas 8:16: «Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz». Este pensamiento se encuentra cuatro veces en los Evangelios, siempre en otro contexto, explicó el Apóstol Mayor. «Esto muestra qué importantes fueron las palabras de Jesús para los primeros cristianos».
La luz de la redención
«Jesucristo es la luz que Dios envió a la tierra». A través de Él, los hombres podrían reconocer a Dios tal como Él es. Esta luz no se puede apagar. Pues la victoria en la cruz es definitiva y su validez es eterna. Para aprovechar la luz, hay que aceptarla con fe. «No cubramos esta luz con los intereses materiales», apeló el Director de la Iglesia. «Utilicemos la luz para aquello que nos ha sido dada: para conducirnos al reino de Dios».
La luz del reconocimiento
«La luz también es una imagen de la palabra de Dios, de la doctrina de Jesús». Pues distingue la diferencia entre el bien y el mal, lo correcto y lo equivocado. A fin de usarla para la propia salvación, hay que apropiarse de esta luz y creer: «Esta doctrina de Jesús también compete a nuestra vida y a nuestra situación actual». También aquí es válido no cubrir esta luz, aunque oímos la palabra de Dios no obramos de acuerdo con ella. «La usamos para iluminar nuestro corazón y para cambiar nuestra conducta adecuadamente».
La luz del ministerio
«Los Apóstoles vivientes tienen el encargo de traernos esta luz», es decir de anunciar el Evangelio y preparar a los hombres con la palabra y el Sacramento para el retorno de Cristo. Para poder participar de él, hay que aceptar a sus enviados y a su doctrina, a pesar de todas las debilidades e imperfecciones humanas. «Cubrimos la luz del ministerio de Apóstol si no la aprovechamos».
La luz del testimonio
«Vosotros sois la luz del mundo». Con estas palabras Jesucristo convoca a ser sus testigos y demostrar que su doctrina es verdadera y que se puede vivir de acuerdo con ella. «Aceptamos este encargo, pase lo que pase en nuestra vida, también cuando experimentemos aflicciones y fracasos».
La conclusión del Apóstol Mayor: «Hagamos brillar la luz de Cristo para nuestra salvación y la de nuestro prójimo».