Cuando se trata de la Biblia, bien sabemos que el contexto cuenta. Si uno lo toma en consideración y busca entender lo que lee, puede llegar a resultados apasionantes, como en la parábola de las vírgenes prudentes y las vírgenes insensatas.
“¡Tened aceite con vosotros!”. Este llamamiento es bien conocido de los Servicios Divinos nuevoapostólicos de hace unos pocos días. Pero ¿qué significa exactamente este aceite? Se puede encontrar una respuesta muy concreta observando el contexto.
Una mirada al futuro
Mira qué imponente es el templo. Los discípulos están maravillados con la vista que tienen desde el Monte de los Olivos. Pero Jesús solo dice: “No quedará aquí piedra sobre piedra”. Ahora los discípulos están alertas. ¿Qué les deparará el futuro?
Esta escena marca el inicio del llamado discurso del tiempo final de Mateo 24 y 25. En primer lugar, Jesús describe lo que sucederá hasta su retorno: las señales antes del fin, la gran tribulación y, por último, la venida del Hijo del Hombre.
Ilustra su exhortación a estar velando con cuatro parábolas que hoy conocemos bien: la del siervo fiel y el siervo malo, la de las vírgenes prudentes y las vírgenes insensatas, la de los talentos y la del juicio de las naciones.
Un mensaje en cuatro partes
Estas cuatro parábolas no están aisladas, sino que están conectadas, interrelacionadas y se apoyan unas en otras:
- Las cuatro parábolas responden a la pregunta de cómo hay que prepararse para el retorno de Cristo.
- Utilizan para ello la misma estructura y contrastan de forma explícita y detallada un comportamiento incorrecto y uno correcto.
- El lugar de la acción va desde la puerta cerrada del salón de bodas, pasando por el “entra en el gozo de tu señor” hasta el salón del trono del Rey y Juez del mundo.
- Los puntos de encuentro entre las parábolas están unidos por dos hilos rojos que se alternan: la admonición “porque no sabéis el día ni la hora” de Mateo 24:36, 42-44 y 25:13 por un lado, y por el otro la advertencia contra “el lloro y el crujir de dientes” de Mateo 24:51 y 25:30.
De este modo, el mensaje central se va concretando de parábola en parábola. Los dos siervos enseñan otro simple “No pierdas el tiempo”. Las vírgenes añaden un “Pero, preparaos activamente”. Y los talentos aconsejan el cómo: “Trabaja con lo que Dios te ha dado”.
El juicio de las naciones va más allá. Esta parábola rompe con ese esquema, ya no habla en imágenes, sino que formula muy directamente lo que hay que hacer: dar de comer al hambriento, cubrir al desnudo, acoger al forastero, visitar al enfermo y al encarcelado. Porque todo lo que hagáis al más pequeño de vuestros hermanos, se lo hacéis a Jesús.
Entender al revés
Enumeraciones como éstas eran bien conocidas por los judíos contemporáneos de Jesús. No se trataba de “buenas obras” en general, sino de las llamadas obras de amor en particular. Se diferenciaban de las limosnas en que no era dinero lo que se daba al otro, sino el compromiso personal con el prójimo.
A partir de aquí, la serie de parábolas puede entenderse de un modo nuevo. Si al final se trata del compromiso personal con el prójimo y, por lo tanto, con Jesús, entonces por supuesto que los talentos personales –o minas, como se dice en Lucas– tienen peso. Y entonces enterrar lo confiado significa negarse a transmitir y devolver lo que Dios ha dado.
Combustible para las obras de amor
¿Y qué pasa con las lámparas de aceite de las vírgenes? La respuesta enlaza con las obras de amor y nos lleva
- a través de Mateo 5:14 y 16: «Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
- y de Juan 15:8: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”.
- y de Efesios 5:9: “El fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad”.
Entonces la parábola puede leerse así: Quien confiesa a Jesucristo, sale al encuentro del Señor. Quien acepta los Sacramentos y la palabra de Dios, tiene consigo la lámpara de aceite. Pero sin amor -como canta el himno de la preeminencia del amor en la primera epístola a los Corintios- solo sería un recipiente vacío.
En este sentido, el llamamiento “Tened aceite con vosotros” significa muy concretamente: “Llenad vuestro corazón de amor”.
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