Del Rey que viene a la fe que sustenta
El tiempo de Adviento nos invita a detenernos y reflexionar sobre las grandes promesas de Dios: el Rey viene, la salvación se hace visible, la esperanza crece. Anticipo de los Servicios Divinos de diciembre.
Los Servicios Divinos que van desde el comienzo del año litúrgico, pasando por la Navidad, hasta fin de año conducen por temas que fortalecen la fe y la confianza. Un viaje lleno de consuelo y cercanía divina.
El Rey trae la redención
Jesucristo es el Rey prometido que vino a Jerusalén con humildad para ofrecer una redención que va mucho más allá de las expectativas terrenales. Su reinado libera del pecado, y garantiza la paz y la justicia. El primer Adviento es un recordatorio de que vendrá de nuevo para consumar la historia de la salvación. La espera de este momento es un incentivo para vivir en la fe y prepararse para la comunión con Dios.
Las promesas de Dios son seguras
El segundo Adviento pone en el centro la fe de María, que acepta la promesa de Dios, aunque parezca inimaginable en términos humanos. Su confianza muestra que las promesas de Dios son siempre ciertas, aunque a veces no se comprendan inmediatamente. Los creyentes son invitados a aferrarse a Dios como María, especialmente en los momentos difíciles, porque Dios ve las necesidades, escucha las oraciones, y revelará su ayuda y su amor en el momento oportuno.
Jesús abre los ojos y los corazones
En el tercer Adviento, aquellos que asistan al Servicio Divino encontrarán a Jesús como el Salvador que sanó a los ciegos y les dio nueva luz. Pero esta sanación va más allá de lo visible: simboliza abrir el corazón al obrar de Dios. Nos da la capacidad de reconocer su presencia y su plan en nuestra vida personal. Con Jesús a nuestro lado, los ojos espirituales pueden abrirse, experimentando sanación.
Esperanza a través del Redentor
El anuncio del Redentor citado en Isaías 42:9 es un mensaje que sigue estando vigente hoy en día. Dios sigue siendo fiel a sus promesas y trae la salvación. Jesucristo nos muestra una nueva perspectiva, no mediante el poder o la fuerza, sino mediante la gracia y el amor. Su nacimiento es un recordatorio de que el plan de Dios para la liberación de la humanidad ha comenzado y sigue en marcha. Este cuarto Adviento nos invita a mirar al futuro llenos de confianza y esperanza.
Dios está con nosotros
La Navidad narra la conmovedora historia del amor de Dios: Él vino a este mundo como un ser humano para salvar a la humanidad. El nombre “Emanuel” –Dios con nosotros– es una promesa de que Dios está siempre a nuestro lado y nos ayudará. Su cercanía reconforta en los momentos difíciles y anima a los creyentes a traer paz y amor al mundo. Este mensaje nos invita a celebrar la presencia de Dios y a hacerla realidad en nuestra vida cotidiana.
La fe nos sustenta y nos lleva al nuevo año
El año termina con agradecimiento por el obrar de Dios y la esperanza de su retorno. “¡Ven, Señor Jesús!” no es solo una oración, sino un lema de vida que nos anima a asumir responsabilidades en el presente. La comunión con Dios que hoy puede experimentarse en la fe será perfecta en su retorno. Este cierre de año nos invita a entrar con confianza en el nuevo año y a seguir dejándonos guiar por el amor de Dios.
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