¿Dar gracias y alabar constantemente? Esta exigencia es un reto, casi una provocación hoy en día. Cómo hacerlo y por qué es bueno: ideas de un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
“Te encuentras muy golpeado, encerrado en la cárcel, y ahora de pronto: ‘Aleluya, qué grande es Dios’. No sé si yo habría reaccionado así”. Con esta visión de la situación de Pablo y Silas, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider comenzó su prédica el 1° de agosto de 2021 en Berlín-Lichtenberg (Alemania).
La fe actúa…
Pero “no se trata aquí de himnos de alabanza, sino de sacrificios de alabanza”. El punto central del Servicio Divino estuvo en Hebreos 13:15-16: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”.
¿Por qué debemos ofrecer sacrificios de alabanza siempre?, preguntó el director de la Iglesia y dio tres ejemplos: En primer lugar, por “el amor de Dios, que ha demostrado a través del sacrificio de Cristo”. En segundo lugar, por “el hogar ‘eterno’ que nos espera”. Y, en tercer lugar, “por su fidelidad. Él siempre está presente, como Dios amoroso, como Dios redentor. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y eternamente”.
… desde adentro…
¿Y en qué consiste el sacrificio de alabanza? “Es la repercusión concreta de nuestra fe en Jesucristo”. En primer lugar, están los efectos internos:
Por un lado, “el que cree en Jesucristo, confía en su amor, en su omnipotencia, en su promesa, en su enseñanza. El que cree realmente en Jesús tiene estabilidad, tiene confianza, tiene paz en su corazón. Es algo muy concreto. Siempre, sin importar lo que pasa. Es algo que permanece”.
Por otro lado, “el que cree verdaderamente en Jesucristo, está orientado al futuro. Sí, Cristo, nuestro futuro. Sabe perfectamente que lo mejor está por llegar. Él vendrá nuevamente. Él es la vida eterna. Me preparo. Necesito la palabra, necesito la gracia. Necesito la Santa Cena”.
… hacia afuera
Y luego están los efectos externos:
Por un lado, “hablamos, vivimos y actuamos en el sentir de Jesucristo. No es solo una tarea que se nos impone. No es un papel que desempeñamos, no es una estrategia para ganar miembros”. Sino que “es completamente independiente de si la gente se da cuenta, de si lo encuentra agradable y bello o bien absolutamente irritante”.
Por otro lado, “cada vez hay más personas inseguras y desorientadas. Por eso hacemos bien en sazonar nuestro hablar una y otra vez con la sal del Evangelio”. Y eso significa “simplemente transmitir esta confianza, sabemos cómo es el futuro, tenemos nuestros valores, que son los valores del Evangelio”.
Y, por último, “no solo compartamos nuestro tiempo y nuestro dinero con los demás para ayudarlos. También lloremos con los que lloran y gocémonos con los que se gozan”. Es importante no volver a tomar la palabra inmediatamente después de escuchar una o dos frases, sino: “Quédate en silencio y llora con el otro. Quédate en silencio y gózate con el otro”.