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Desde Hamburgo al mundo entero… y de vuelta

12 12 2025

Autor: Oliver Rütten

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Combinando la claridad del norte de Alemania con una serena calidez, el Apóstol de Distrito Rüdiger Krause ha forjado un estilo único para llegar a las personas. Este domingo pasa a descanso ministerial, dejando la dirección de la Iglesia en una veintena de países.

Mucho antes de que el sol iluminara completamente Ekaterimburgo, Rüdiger Krause ya estaba abriendo la puerta de la pequeña cocina de la comunidad. Aunque llevaba a cuestas cuatro Servicios Divinos en cuatro días, saludó a cada uno con una sonrisa genuina que comunicaba al instante: “Soy uno de vosotros”. Puntual, atento y con un toque de humor, así se mostraba en sus viajes a través de 22 Iglesias regionales independientes del norte y el este de Europa, así como de Asia Central. Fue precisamente en el contacto directo con las personas y las comunidades donde se reveló lo que caracterizó su ministerio durante décadas: vivir en comunión y tender puentes hacia las personas.

Desde el primer ministerio hasta la responsabilidad

Rüdiger Krause, nacido en Hamburgo en 1960, asumió su primer ministerio en la Iglesia como Subdiácono a los 21 años. Después de otros ministerios, recibió el de Obispo en 2002 y el de Apóstol en 2005. En 2010, el Apóstol Mayor Wilhelm Leber lo instituyó como Apóstol de Distrito para Alemania del Norte, y en 2016 su área de responsabilidad se amplió al incorporar también la entonces área de Apóstol de Distrito Alemania Central.

Su vasta área de actividad incluye más de 670 comunidades. “Nunca quiso ser un luchador solitario y tampoco lo fue”, lo describe un compañero de ministerio. Siempre integrado en la comunión, siempre a la altura de las personas, así era él.

Dirigir con cabeza, corazón y claridad

Rüdiger Krause dirigía no solo con instrucciones, sino, fundamentalmente, con confianza. “Como patrocinador del grupo de trabajo Comunicación, no siempre coincidía con la mayoría del grupo. Pero eso era secundario: participaba y respetaba el resultado, sin ocultar su propia opinión”, relata un compañero. Y otro miembro del círculo de Apóstoles subraya: “En las asambleas de Apóstoles nos recordaba que él era un Apóstol como nosotros y que debíamos tomar las decisiones de manera conjunta”.

“Cuando sonreía, estaba de acuerdo”, recuerda un compañero de muchos años. “Esta reacción se producía en cuestión de segundos. Si, por el contrario, dudaba o no estaba de acuerdo, su mirada se volvía neutral: no se mostraba terco ni malhumorado, sino como un ‘Sr. Cara de Póquer’ y entonces sabías que debías esforzarte un poco más para convencerlo”.

Siempre en movimiento y siempre con la gente

Su día empezaba con una rutina inmutable que lo acompañó durante décadas: café y desayuno, sin importar lo temprano que comenzara el Servicio Divino o el viaje. Pero “las alubias cocidas definitivamente no se servían en la mesa”, recuerda jocosamente un compañero. Este ritual se mantuvo constante, ya fuera en las asambleas en Zúrich, en la sede de la administración de la Iglesia, en Servicios Divinos en Escandinavia o en visitas a Asia Central.

Uno de sus últimos viajes de trabajo, realizado hace pocos días, lo llevó a Rusia. En el distrito de Ekaterimburgo celebró cuatro Servicios Divinos en cuatro días, dirigió dos reuniones de portadores de ministerio, participó en eventos de las comunidades y visitó a creyentes en conversaciones de asistencia espiritual. “Su alegría por servir allí y tener comunión con los hermanos era evidente para todos”, informa su sucesor. A pesar de la intensa carga de trabajo, se mantuvo atento, flexible y con sentido del humor, cualidades que definieron su manera de dirigir a lo largo de los años.

Vivir en comunión, tanto a pequeña como a gran escala

Un leitmotiv característico de su ministerio fue la participación en la comunión, no solo dentro de sus equipos, sino también a nivel internacional. “En el grupo coordinador a veces había opiniones diferentes y debatíamos acaloradamente, pero él siempre tuvo una visión global de todas las cosas, lo que nos permitía llegar a soluciones positivas”, recuerda un colega.

Al mismo tiempo, conservaba siempre los pequeños gestos de humanidad que alegraban a las personas de su entorno: mensajes personales o fotos de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando las incertidumbres frustraban sus planes de viaje. En lugar de enojarse, optaba por enviar a sus colegas un video optimista de su acogedora mesa de desayuno. Su humor sereno no solo provocaba carcajadas, sino que demostraba lo fácil que le resultaba extraer algo bueno incluso de los pequeños contratiempos.

Visión de futuro en proyectos y comités

Su labor trascendió los límites de las comunidades, enfocándose en el trabajo eclesiástico estructural e internacional. De 2011 a 2014 dirigió el grupo de trabajo Relaciones públicas, de mayo de 2018 a octubre de 2023 el grupo de proyectos Enseñanza de religión en Europa, y de 2014 a 2024 formó parte del grupo coordinador del Apóstol Mayor. Su contribución como director de comunicación en el Día de la Juventud Internacional (DJI 2009) sigue siendo un recuerdo imborrable.

Sus compañeros destacan su notable capacidad para delegar tareas y depositar plena confianza en su equipo: “Tiene el don de delegar, algo que no todos saben hacer. Y luego deja hacer a aquellos a quienes ha delegado”. Este enfoque reflejaba su manera de dirigir cooperativa y colegiada, creando un ambiente que fomentaba la creatividad y la iniciativa propia.

A pesar de la magnitud de sus responsabilidades, Rüdiger Krause siempre fue un hombre profundamente arraigado a su familia. En cada uno de sus viajes, se aseguraba de mantener el contacto con su esposa, se informaba sobre sus hijos y nietos, y atesoraba cada oportunidad de pasar tiempo con ellos.

Despedida del ministerio, pero no de los corazones

Lo que perdura son las huellas imborrables que dejó: en la Iglesia internacional, en los grupos de trabajo europeos, en las comunidades que visitó y en los colegas que trabajaron con él durante muchos años. Fue un dirigente de la Iglesia que mantuvo siempre la cercanía, que valoró la comunión y, al mismo tiempo, se caracterizó por tomar decisiones claras. Su humor, su visión de futuro y su inquebrantable compromiso marcaron su período ministerial e inspiraron a las personas.

Este domingo, 14 de diciembre de 2025, este hamburgués, tan apegado a su ciudad natal, pasará a descanso oficialmente en el barrio de Eppendorf. Es probable que, fiel a su estilo, no recurra al dialecto de Hamburgo y, como solía hacer, comentará: “Pero tenemos que volver a hablar de eso”.

12 12 2025

Autor: Oliver Rütten

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