Las personas van a Jesús por toda clase de razones: algunos por una solución rápida a sus problemas, otros porque anhelan estar una eternidad con Dios. El Apóstol Mayor Schneider abordó recientemente los temas del discipulado, la abnegación y la determinación.
El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider condujo un Servicio Divino en el Hotel Imperial Royal en Kampala (Uganda) el domingo 31 de marzo de 2019. Asistieron directamente alrededor de 2.300 personas en Kampala mientras que otros 87,000 en Uganda, Tanzania, Sudán y el resto de Kenia lo vivieron por transmisión. El Apóstol Mayor basó su prédica en un pasaje del Evangelio de Lucas: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9: 23).
¿Buscar ayuda solamente o seguir a Cristo?
En los tiempos de Jesús, muchas personas fueron a Él en busca de ayuda, solo para dejarlo nuevamente después. Incluso en la actualidad, los hombres van a Jesús como si fueran al doctor, dijo el Apóstol Mayor. “Piden su ayuda y hasta están dispuestos a pagar por ello. Pero tan pronto como se resuelve el problema regresan al curso normal de su vida”, dijo: “Nuestra relación con Jesús es diferente. Queremos estar y permanecer con Él. Queremos seguirle y entrar en su reino. Queremos llegar a ser semejantes a Él”.
En cuanto al encargo dado a los Apóstoles, dijo el Apóstol Mayor: “La tarea de los Apóstoles actualmente no es sanar a los enfermos o dar consejos sobre cómo enriquecerse. Jesús les dijo: ‘Bautizadlos y enseñadles que guarden todas las cosas que os he mandado’. La tarea de los Apóstoles es conducirnos hacia el reino de Dios”.
Negarse a sí mismo
Aquel que quiera entrar al reino de Dios debe negarse a sí mismo. El Apóstol Mayor señaló tres aspectos que necesitamos considerar:
No a tu manera, sino conforme a la enseñanza de Jesús. “No puedes elegir tu propio camino para entrar al reino de Dios. Debes seguir su camino. Él decide qué es bueno y qué no lo es. Él es el único que decide qué es pecado y qué no lo es”.
No hay mérito, es por gracia: “Aunque fuesen la mejor persona del mundo, nunca merecerán la salvación. Negarse a sí mismo significa ser conscientes de que necesitamos a Jesús y a su sacrificio para ser salvos”.
No una naturaleza pecadora, sino una nueva criatura en nosotros: “Todos somos seres humanos y pecadores. No podemos entrar en la gloria de Dios de esta forma. Para poder entrar al reino de Dios debemos convertirnos en una nueva creación: debemos ser renacidos del Agua y del Espíritu”.
Cargar la cruz
El Apóstol Mayor continuó su prédica diciendo que la imagen de la cruz en este contexto no debe comprenderse como un sinónimo de las cargas y los problemas. Dios nunca dijo que las personas debían ser infelices y sufrir. Aquí, la cruz adquiere otro significado: “Como cristianos, renunciamos al pecado”, dijo el Apóstol Mayor.
“Nos hemos comprometido a renunciar al pecado, a vencerlo. Dijo el Apóstol Pablo que morimos al pecado. Crucificamos al pecado. Hemos decidido crucificar nuestras pasiones y deseos pecaminosos”.
Distinguibles por nuestra conducta
Hay algo más que es esencial en el seguimiento a Cristo, dijo el Apóstol Mayor: nuestra conducta en la vida cotidiana. “Dependiendo de su religión, las personas con frecuencia usan ropa o vestimentas determinadas. Los demás pueden reconocer a qué creencia pertenecen con solo observar la forma en la que están vestidos”. Otros creyentes dicen: “No podemos comer esto o aquello porque va en contra de nuestra religión. Como cristianos podemos usar lo que queramos, también comer lo que deseemos, pero no podemos hacer cualquier cosa”, dijo el Apóstol Mayor.
“Las personas deberían poder ver en nuestra conducta que somos discípulos de Jesucristo. Porque podemos decir: ‘Perdón, no puedo mentir. No me pidas que lo haga. Siento no puedo obtener dinero de esta forma. Simplemente no puedo. Lo siento, pero no puedo tratar al prójimo de esta manera. Soy un discípulo de Jesucristo´”.
Con la determinación de seguir a Cristo
En resumen, el Apóstol Mayor dijo que para entrar al reino de Dios, debemos abandonar nuestra idea personal de salvación y mérito y convertirnos en una nueva creación en Cristo. Debemos demostrar determinación y luchar contra el pecado y permanecer fieles a Cristo. Y por amor a Jesucristo, debemos enfocarnos en el Señor como nuestro ejemplo.