¿Renunciar hoy a todo para que el mañana sea perfecto? ¿Esperar a ser felices recién cuando estemos en la eternidad? No es necesario ni nadie pide que sea así. Se puede de otra manera. Buscando tesoros con el Apóstol Mayor.
Fue un clásico entre los textos bíblicos, sobre el que predicó el Apóstol Mayor el 28 de mayo de 2017 en Joachimsthal (Alemania): «Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan» (Mateo 6:20). Y Jean-Luc Schneider trajo a recordación primero la interpretación clásica: «Ahora hacer y trabajar, y después, mucho más adelante en el más allá, en el cielo, en la eternidad, disfrutar». Y Jean-Luc Schneider hizo recordar primero la interpretación clásica: «Ahora hacer y trabajar, y después, mucho más adelante en el más allá, en el cielo, en la eternidad, disfrutar».
Disfrutar, también aquí y ahora
Sin embargo, «cuando leemos en los Evangelios, vemos que el Señor Jesús disfrutó de la vida. Festejó, comió, bebió», dijo el dirigente de la Iglesia iluminando el texto bíblico de un lado algo diferente: no se trata aquí solamente del contraste entre este mundo y el más allá, sino ante todo de las áreas de dominio del bien y del mal también en esta vida.
«Como cristianos podemos disfrutar de esta vida con total tranquilidad», resalta. «Sólo que debemos establecer las prioridades correctas». Especialmente porque «cuando nos hacemos de tesoros celestiales, esto incluso nos ayuda para conformar nuestra vida terrenal».
«Busquemos el tesoro: Jesucristo. Él es el tesoro más grande que tiene valor eterno, al que nada puede superar», dejó claro el Apóstol Mayor. «Nosotros poseemos el tesoro Jesucristo, si tenemos una fe firme en Él, si tenemos un gran conocimiento de Jesucristo y si nos apropiamos de sus cualidades«.
Hacerse tesoros, una guía
¿Y cómo podemos apropiarnos de este tesoro?
- «En la oración buscamos a Jesucristo. Esto es un trabajo que nadie puede hacer en nuestro lugar. Lo debes hacer tú en forma totalmente personal».
- «La palabra de Dios que oímos en el Servicio Divino. Pero esto no es un producto terminado. Hay que asimilarla en el corazón. Preguntarse: ¿Qué hago ahora con esto?».
- «Antes del festejo de la Santa Cena hay que ocuparse del Señor Jesús, imaginarse una y otra vez todo lo que hizo, cómo es, lo que tiene por delante».
- «Podemos echar tantos pequeños vistazos a la naturaleza de Jesucristo, cuando miramos la comunión: cuando vemos a una persona que tiene una reacción hermosa. Ah, así me puedo imaginar ahora al Señor Jesús».
Riqueza, un inventario
«Cuando nos hacemos de este tesoro, Jesucristo, somos ricos»:
- «Seamos siempre conscientes de qué amigo es Jesucristo. Me ama siempre, pase lo que pase. Hace lo que dice. Cumple lo que promete. Nos dice siempre cómo nos encontramos. Con mucho amor, pero con toda verdad».
- «El que tiene este tesoro, posee la libertad. Su felicidad no depende de las posesiones terrenas. También es libre en su trato con el prójimo, libre de todo prejuicio. Lo puede ver así como lo ve Jesús. Puede hacer exactamente lo que quiere. Quiere entrar en la comunión con Jesucristo. Y lo puede lograr con la ayuda de Jesús».
- «El que tiene a Jesucristo, tiene la sabiduría de Dios. Como incluye a Jesucristo en su proceso de toma de decisiones, puede estar seguro de que nunca se equivocará totalmente. No forja su felicidad a expensas de otros. También piensa en la próxima generación. Entonces trata al medio ambiente con sensatez».
La conclusión del Apóstol Mayor: «Hagamos tesoros en el cielo para que ya hoy podamos cumplir con las condiciones necesarias para tener la vida eterna. Pero también para que ya hoy podamos ser hijos de Dios exitosos y con alegría de vivir».